Daremos menos importancia al dinero
Con el ritmo de vida frenético a veces hemos usado el dinero como una manera de excusarnos por no estar en el ahora. Los grandes regalos son un ejemplo. En los meses de confinamiento, quienes tenían cubiertas sus necesidades básicas (casa, comida, mayor o menor estabilidad económica), han descubierto que más allá de eso no necesitaban hacer tanto gasto. Han aprendido a valorar el no-dinero: una cena normal en casa. Una vez que el dinero que tienes sirve para minimizar la incertidumbre, lo demás no es tan importante.
Nuestra relación con el dinero no ha cambiado en siglos y no lo va a hacer ahora. Habría que destacar, no obstante, dos tendencias que pueden acelerarse. La primera es qué entendemos por dinero: hoy es abstracto, está en nuestras cuentas bancarias, y la COVID-19 está impulsando su uso por encima de transacciones materiales por razones higiénicas. Otro segundo aspecto tiene que ver con el cambio de valores que acompaña la evolución de las sociedades modernas e industriales, en las que los valores materialistas tenían un peso importante, hacia sociedades posindustriales y posmaterialistas como la nuestra, en las que cuestiones como el medioambiente, la calidad de vida o la autoexpresión individual son centrales. Muy probablemente la COVID-19 lleve a que dicha tendencia y tales valores adquieran aún más importancia en nuestras vidas cotidianas y a la hora de entender nuestras relaciones.