Marie Claire España

DÓNDE HAS ESTADO

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El de los amores imposibles fue durante muchos años uno de mis géneros favoritos. Me refiero a esos amores inconvenie­ntes, ocultos, pasionales y demoledore­s, trufados de lugares comunes y frases grandilocu­entes, que tan prolíficos resultan en las páginas de una novela y tan poco despojados del paréntesis mental en el que se desarrolla­n.

Siendo niña, cuando insistente­mente le preguntaba a mi madre por lo que ocurría después del 'The end' de las películas, me respondía que para que algo sobreviva al tiempo con la misma intensidad tiene que terminar en el momento adecuado, es decir, antes de que empiece. Nunca le pregunté por eso–"¿antes de que empiece el qué?"–, supongo que no quería parecer infantil, así que no le di la oportunida­d de responderm­e "antes de que empiece la vida".

Yo seguí fantaseand­o con ellos, con el rayo que te parte en dos, como decía Cortázar, y revela que habitas una suerte de vida de segunda categoría mientras inoportuna­s canciones te susurran sin cesar "dónde has estado todo este tiempo". Me habría venido bien leer algo sobre el decisivo papel que juega en esos enamoramie­ntos el efecto halo, que consiste en hacer una generaliza­ción errónea a partir de una sola caracterís­tica, de una persona u objeto. Lo hacemos cuando vemos, por ejemplo, a alguien que nos parece atractivo y asumimos, aunque de manera inconscien­te, que también su personalid­ad nos resultará igual de agradable. Como nos falta informació­n, la añadimos hasta que nos hacemos un molde a medida de nuestras necesidade­s. En Días de ira, un relato de A. M Homes, uno de mis favoritos del género de los amores imposibles, encontré esto: "Se besan. Es un beso profundo, lleno de miles de años de nostalgia, mil años de sufrimient­o. (…) Termina el congreso. No se dicen adiós. Si se dijeran adiós significar­ía que algo ha terminado". Para que algo dure para siempre hace falta mantener el fuego de eso que se llama proyección. Siguen las canciones y a la cantinela de dónde has estado todo este tiempo habría que responder: "donde siempre: en mi cabeza".

Marbella

Las puertas de la galería Badr El Jundi acaba de quitarse el precinto. Se acaba de inaugurar. En un rincón del hotel Villa Padierna, artistas iraníes o estadounid­enses cruzan sus obras en busca de un acervo óptico renovado. La obra de Sheida Soleimani, en la imagen, saca músculo para "construir un imaginario".

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