"Decidimos ir a una terapia de pareja"
Juan (informático, 40) y Amelia (comercial, 37) . Llevan juntos 12 años, viven en Madrid y son padres de mellizos, niño y niña, que tenían 10 meses cuando llegó el confinamiento. “Repartimos las tareas y la crianza, la gran dificultad es que no pudimos co
Rojas Marcos cree que el amor se ha fortalecido. "Hemos estado viviendo durante mucho tiempo muy deprisa y corriendo”, señala. “Y este parón con freno de mano, que no es lo mismo que elegir parar, sino forzado, nos ha obligado a enfrentarnos a las cosas. Y a un enemigo que no vemos”. Para muchas personas, esta situación ha sido la adecuada para tomar decisiones graves. “Yo creo que esto no lo vamos a olvidar”, añade Rojas Marcos. “Como pasó con el 11-S. El aprendizaje está ahí. Y se va a quedar".
SINDEMIA, NO PANDEMIA
Y es que el coronavirus no ha sido una pandemia – la simple propagación de una enfermedad–, sino una sindemia, que ha revolucionado los cimientos sociales, políticos y económicos, según sostiene la revista The Lancet en un artículo publicado el pasado mes de octubre. La del coronavirus es una crisis sistémica, en la que se mezcla la salud con la forma de vivir, de gobernar y de gestionar la economía. Afecta a las relaciones y a las dinámicas sociales, que, a su vez, ayudan a la expansión del virus. Su capacidad de destrucción es muy elevada. Y por eso, los cambios serán profundos. Una de las consecuencias más llamativas es el efecto en la salud mental, que ya se está viendo: las ventas de ansiolíticos se han disparado un 179%. "Han aumentado los trastornos alimenticios, las adicciones, los TOC, la ludopatía, sobre todo en la gente joven, y las depresiones", añade Rojas Marcos. Los especialistas prevén también un aumento de las disfunciones sexuales, del consumo de pornografía y de los conflictos emocionales en la pareja, según el estudio Impacto de la pandemia de COVID-19 en el comportamiento sexual de la población, dirigido por François Peinado, Jefe de Servicio de la Unidad del Varón del Hospital Ruber Juan Bravo, de Madrid.
Sin embargo, es posible que el impacto del coronavirus sea también una cuestión generacional. La generación Z, la de los nacidos desde mediados de los años noventa a mediados de los años 2000, todavía solteros en su mayoría, parece que ha sabido adaptarse mejor a las circunstancias que sus hermanos mayores, los millennials. No dejó aparcadas, por ejemplo, las citas en 2020, según las cifras de Tinder, una de las más importantes plataformas de relaciones, que afirma que los mensajes y la función "deslizar" se multiplicaron por 10 entre febrero y octubre, a pesar del encierro. Fue para ligar, pero también para compartir mensajes o TikTok. Los españoles fueron los más activos: mandaron cerca del doble de mensajes al día en abril, en comparación con el principio del confinamiento.
Según Meetic, otra conocida plataforma de dating, los nuevos solteros están menos estresados a la hora de buscar pareja, tienen un estado de ánimo más positivo y no echan en falta el sexo o salir de fiesta. Para muchos, el sexo ha pasado al final de la lista de prioridades: solo el 14% de las mujeres siguen viéndolo como algo esencial, frente al 34% de los hombres. Para el 41%, lo prioritario era pensar. ¿Es este el gran cambio de nuestras vidas? ¿Reflexionar antes de actuar?
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