"HEMOS ORGANIZADO ENTRE TODOS UNA CAMPAÑA DE 'CROWDFUNDING' PARA RECONSTRUIR LA ERMITA. EN SITIOS GRANDES, ESTAS COSAS SON IMPOSIBLES"
AAlberto (fotógrafo) y Soledad (profesora) no les extraña que la España vaciada siga vacía: encontrar casa es una tarea titánica. No faltan carteles con ofertas, pero las apariencias engañan. "La gente realmente no quiere vender, muchas veces hay detrás herencias problemáticas y reticencias a los de fuera", cuentan. Ellos han tenido suerte. Conocían Albendiego por una amiga que se instaló aquí hace un lustro y eran ya habituales en el pueblo. Hace un año pudieron adquirir una casita para los fines de semana –a la izda., ambos frente a la casa–. Durante el confinamiento, Soledad empezó a soñar con convertirla en su vivienda permanente. Alberto estuvo de acuerdo. "En Madrid pagas un peaje muy alto, de precio y de calidad de vida, y no compensa".
TODOS PARA TODOS
Aquí, buena parte de la calidad de vida la da la convivencia y un sentimiento de pertenencia único. El alcalde, propietario de una productora circense, donó unas carpas para que los niños tuvieran donde reunirse (abajo). Después del confinamiento, uno de los vecinos falleció: había pasado años construyendo una casita y la dejó en herencia al ayuntamiento para que la convirtiera en centro social. Tampoco faltan proyectos con fines sociales (Margarita, la mula de la página anterior, vive en la protectora de Albendiego) y hay un grupo de Whatsapp local para organizar encuentros o pedir ayuda. El ambiente abraza. De ahí que la hija de Alberto y Soledad, Julia, de 7 años, prevenga a su padre: "papá, no se lo digas a nadie más, que se llena".
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