UN PALACIO DONDE JUGAR Y una entrevista con Rigoberta Bandini.
Quien agarra el micrófono tiene nombre italiano. Quien compone es de origen barcelonés. Paula Ribó escribe, dirige, actúa, dobla. Como Rigoberta Bandini, canta. A los ritmos del tecno y del pop de Marisol.
El piso está vacío. En el comedor, frente a un espejo alto y ancho, Paula Ribó abre los brazos y sostiene con la voz una nota. Su novio hace de fondo una armonía. El bebé los mira en silencio. Se ha cantado. La casa ha quedado inaugurada.
En 2020, Paula Ribó se derivó. Dio luz a Nico y alumbró a Rigoberta Bandini. Nacieron hijo y alter ego. ¿De qué sirve un pseudónimo? En mi caso, la música es un espejo de miedos e inseguridades de las que hago algo divertido. Con otro nombre, me protejo. Si a alguien no le gusta mi música, no soy yo. Y permite volar. El nombre con el que naces limita. Me alivia ese margen. Me recuerda que es un juego. Pero ¿recibes críticas negativas? Ahora es muy fácil quererme. Dentro de tres años, habrá gente que dirá que Rigoberta les gustaba al principio, que ahora es una vendida. Soy consciente. Es como en el amor: tras el flechazo, habrá cosas que no les gusten. Tengo que asumirlo, y también disfrutar de que ahora me amen. Escribes que la creación es un acto de fe que conecta con algo mayor. Creo que cuando alguien crea algo, se convierte en un mero canal, que esas ideas ya existen. Es un poco platónico. Y es una forma sana de entender también el arte. El ego se reduce. Yo pasé por una época de rechazo a lo conservador. Ahora entiendo a Dios a mi manera, de la forma única en la que a mí me hace feliz. Cuando hablo de Dios hablo de un sentimiento, de una emoción eterna. No sé si está quedando muy cursi: me motiva para vivir, me hace confiar, no tener miedo, saber que todo lo que vendrá será por algo. Hace que sea fácil no juzgar a los demás. Me hace feliz. Sueles decir que tu música hacer bailar y llorar. En público, lo primero es habitual. Llorar, no tanto. Esa mezcla es un éxtasis extraño que sucede cuando se comprende la existencia. Celebra y asume lo que significa estar vivo, que a veces supone mucho dolor y otras veces es increíblemente maravilloso. Otro titular dice que eres lo que eres “gracias al LSD”. Igual lo dije para hacerme la guay, pero no es verdad. Lo he tomado tres veces. El ácido abre un nivel de sensibilidad nuevo. Es para vivir algunas veces. Yo he consumido muy poco. En uno de estos viajes supe que quería trabajar más mi interior, el palacio real de Too Many Drugs. Empecé a meditar, a encontrar dentro lo que había buscado fuera. También es algo que viene con la edad. El cambio lo he hecho yo. ¿Qué dicen en casa según descubren las partes de una hija que no siempre se ven? Están muy orgullosos. El otro día leía que la mejor manera de educar es acompañando al otro a convertirse en lo que ha venido a ser al mundo. Mis padres han hecho un trabajo excelente. Sin sus manos no habría podido.