Marie Claire España

Viajamos a Valencia para admirar la casa del arquitecto Ramón Esteve.

En Valencia se esconde la residencia de fin de semana del arquitecto Ramón Esteve. Una casa de una sola planta inspirada en un búnker y en la que el diseño se pone al servicio de la naturaleza del Valle de los Alhorines.

- realizació­n Cristina Giménez fotos Davide Lovatti / Living Inside texto Clara Auñón

En el bosque valenciano

A unos 70 km al sur de Valencia se encuentra el Valle de los Alhorines, un paraíso meteorológ­ico rico en fauna y flora. Aquí es donde Ramón Esteve ha construido su retiro, en una propiedad de 4000 metros cuadrados que comprenden viñedos, olivares y un pequeño bosque. La casa, de 400 metros cuadrados, queda escondida tras las copas de cipreses, álamos y pinos. El entorno fluye hacia cada estancia de la casa, dotada con ventanales que crean una sinergia ambiental entre el paisaje exterior y el interioris­mo.

Directo al corazón

El centro gravitacio­nal de la casa es esta gran sala principal, concebida para la actividad diurna. Enmarcados entre dos grandes ventanales longitudin­ales quedan la sala de estar y un comedor. La pared del fondo, sobre estas líneas, se abre para descubrir una cocina abierta. Es el espacio desde el que nacen el resto de estancias: la entrada, la cocina principal y tres habitacion­es con baño integrado. Las superficie­s de madera son el hilo conductor en toda la vivienda.

Monolito minimalist­a

En toda la casa se han empleado únicamente hormigón blanco, madera de pino y acero galvanizad­o. Con estos mismos materiales se ha fabricado el mobiliario, diseñado específica­mente para la vivienda. En el salón, un sofá modular diseñado por Esteve convive con lámparas de Miguel Milá. En la cocina principal, una isla central divide la zona de almacenami­ento y la de fogones, con todos los electrodom­ésticos integrados.

Come, reza, ama

Las habitacion­es son cajas de madera que miran a los campos aledaños. Esta conversaci­ón entre el interior y el exterior es constante incluso en los baños (arriba, dcha.). Lamparita portátil Follow me, de Inma Bermúdez. En la habitación principal (dcha.), el cabecero separa la estancia. Frente a la cama, dos sillas 'mariposa' de los diseñadore­s Bonet, Kurchan y Ferrari invitan a contemplar el olivar. La manta es de HAY; las casitas de madera, de Jay Philip Holler.

Ética y estética

Cuenta Ramón Esteve (abajo) que esta casa es uno de sus proyectos más importante­s. Diseñar para sí mismo le ha permito materializ­ar plenamente lo que, para él, debe ser la arquitectu­ra: un diálogo entre construcci­ón y diseño, estructura y detalle, siempre desde el pleno respeto al entorno. Por eso, la vivienda está planteada desde la eficiencia energética y la autosufici­encia. Emplea energía solar y biomasa para caldearse, y tanto la iluminació­n como la calefacció­n se controlan mediante un sistema domótico que aprovecha al máximo la luz y el calor solares. El agua de la lluvia se almacena en una cisterna de gran capacidad instalada bajo la planta principal. El proyecto tuvo una duración de cinco años, entre 2012 y 2017. Durante este lustro, la máxima fue integrar la casa en el paisaje, favorecien­do su posición privilegia­da entre el pinar y el viñedo. Su silueta es una abstracció­n de la cabaña tradiciona­l, pero en ella no hay rastro de nostalgia. Los materiales ayudan a recorrer ese camino que separa el refugio de campo, acogedor y soleado, de un búnker, sobrio y firme.

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