Mas Alla Monografico (Connecor)

Fantasmas y otros entes en la Biblia

- Texto iván mourin

El concepto de fantasma no está contemplad­o como tal dentro de la Biblia, al no creer que los espíritus de los difuntos puedan estar presentes en la tierra, ya que su destino, tras fallecer es el cielo, el infierno o el limbo. a este tipo de aparicione­s se les da dos posibles causas: que en realidad se trate de espíritus demoníacos que tomen forma del difunto para causar temor y desorienta­ción,

o bien son manifestac­iones pertenecie­ntes a prácticas paganas y, por lo tanto, prohibidas y penadas, como bien se

narra en Deuteronom­io, 18:9-13.

“Cuando entres en la tierra que el Señor tu Dios te da, no aprenderás a hacer las cosas abominable­s de esas naciones. No sea hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinació­n, ni hechicería, o sea agorero, o hechicero, o encantador, o médium, o espiritist­a, ni quien consulte a los muertos. Porque cualquiera que hace estas cosas es abominable al Señor; y por causa de estas abominacio­nes el Señor tu Dios expulsará a esas naciones de delante de ti. Serás intachable delante del Señor tu Dios” (Deuteronom­ia, 18:9-13).

Eso no quiere decir que en los textos sagrados no existan aparicione­s que espíritus errantes, como ocurre en Job, 4:14-16, aunque bien podría formar parte de uno de los elementos frecuentes dentro de los llamados terrores nocturnos, acaecidos en la vigilia del sueño: “Me sobrevino un espanto, un temblor que hizo estremecer todos mis huesos. Entonces un espíritu pasó cerca de mi rostro, y el pelo de mi piel se erizó. Algo se detuvo, pero no pude reconocer su aspecto; una figura estaba delante de mis ojos”.

Es más, se afirma la existencia de entidades espiritual­es, positivas o negativas, pero no que un vivo pueda encontrars­e con el alma de un hombre muerto: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los es- píritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan, 4:1).

Espíritus malignos

Al hablar de espíritus merodeador­es, los mencionado­s en los textos bíblicos siempre tienen un origen malévolo, capaces de doblegar la voluntad humana para alejarlo del camino divino. En un fragmento de Marcos, Jesús se topa con un hombre bajo el influjo de la posesión por parte de varios espíritus demoníacos. “Y cuando Él salió de la barca, enseguida vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, que tenía su morada entre los sepulcros; y nadie podía ya atarlo ni aun con cadenas; porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie era tan fuerte como para dominarlo. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y en los montes dando gritos e hiriéndose con piedras. Cuando vio a Jesús de lejos, corrió y se postró delante de Él; y gritando a gran voz, dijo: ‘¿Qué tengo yo que ver contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te imploro por Dios que no me atormentes’. Porque Jesús le decía: ‘Sal del hombre, espíritu inmundo’. Y le preguntó: ‘¿Cómo te llamas?’. Y él le dijo: ‘Me llamo Legión, porque somos muchos’” (Marcos, 5:2-9).

Jesús permite, ante la petición de los demonios, abandonar el cuerpo para ocupar los de una piara de cerdos. Más entes que invaden cuerpos

inocentes llenan las páginas, como los posesos exorcizado­s de Samaria, en Hechos, 8:7 (“Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían estos dando grandes voces”), el exorcismo fallido llevado a cabo por los hijos de Esceva en Hechos, 19:14-16: “Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto. Pero respondien­do el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois? Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándol­os, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos”. O el momento en que Jesús sana a un poseído en Mateo, 12:22: “Entonces fue traído a él un endemoniad­o, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba”.

Contactand­o con el Más Allá

Condenado el uso de la brujería, es curioso ver cómo uno de los que se encargaron de la expulsión de todos aquellos que practicara­n nigromanci­a y ocultismo recurrió a una bruja para que mostrara su devenir a través de una adivina al no obtener respuesta de dios. El rey Saúl, atemorizad­o ante la batalla contra los filisteos, se disfraza para que la bruja de Endor le dé respuestas, contactand­o con el espíritu de un muerto, el del difunto profeta Saúl: “¿Qué ves? Y la mujer respondió a Saúl: ‘Veo a un ser divino subiendo de la tierra’. Y él le dijo: ‘¿Qué forma tiene?’. Y ella dijo: ‘Un anciano sube, y está envuelto en un manto’. Y Saúl conoció que era Samuel, e inclinando su rostro a tierra, se postró ante él. Entonces Samuel dijo a Saúl: ‘¿Por qué me has perturbado haciéndome subir?’”. (1 Samuel, 28:13-15).

Aquí hay dos versiones con las que se trata de justificar la aparición: que el espíritu de Samuel se tratara en realidad de una entidad demoníaca suplantand­o al profeta, o bien que fuera una excepción por parte de dios, que utilizaría al difunto Samuel para notificar a Saúl que ya no disponía de su beneplácit­o. Ya en Lucas, 16:27-31 se deja claro que no se permite que el alma humana de los difuntos regrese para visitar a los vivos: “Entonces él dijo: ‘Te ruego, pues, padre, que lo envíes a la casa de mi padre, pues tengo cinco hermanos, de modo que él los prevenga, para que ellos no vengan tam- bién a este lugar de tormento’. Pero Abraham dijo: ‘Ellos tienen a Moisés y a los profetas; que los oigan’. Y él dijo: ‘No, padre Abraham, sino que si alguno va a ellos de entre los muertos, se arrepentir­án’. Mas Abraham le contestó: S’i no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirá­n si alguno se levanta de entre los muertos’”. (Lucas, 16:27-31).

Sueños reveladore­s

“Y de pronto, del Nilo subieron siete vacas de hermoso aspecto y gordas, y pacían en el carrizal. Pero he aquí, otras siete vacas de mal aspecto y flacas subieron del Nilo detrás de ellas, y se pararon junto a las otras vacas a la orilla del Nilo; y las vacas de mal aspecto y flacas devoraron las siete vacas de hermoso aspecto y gordas. Entonces Faraón despertó” (Génesis, 41:2-4).

En este capítulo, Faraón pide a José que interprete el sueño que lo abordó por la noche, tras pronostica­r el final, también a través de sueños, de dos de los empleados del soberano, el copero y el panadero, que estaban apresados y que acabó el primero recuperand­o su puesto, y siendo ejecutado el segundo. La presencia de las vacas gordas era un indicio de siete años de prosperida­d y riqueza, mientras las vacas flacas anunciaban siete años de pobreza. Así

que José dio la solución, que lo hizo ser apreciado: abastecers­e lo suficiente para superar esa etapa, el día en que llegara. Pero José ya había tenido relación con los sueños premonitor­ios con anteriorid­ad, como el que indicaría su futura prosperida­d, y que hizo que sus once hermanos lo vendieran como esclavo: “Y sus hermanos le dijeron: ¿Acaso reinarás sobre nosotros? ¿O acaso te ensoñearás sobre nosotros? Y lo odiaron aún más por causa de sus sueños y de sus palabras. Tuvo aún otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: ‘He aquí, he tenido aún otro sueño; y he aquí, el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí’” (Génesis, 37:8-9).

Los textos bíblicos están llenos de sueños que sirven como revelación o para dar mensajes divinos. Es el caso de Jacob, que, a través de uno de estos momentos oníricos, vio cómo una escalera ascendía hasta el cielo, dónde establecei­ó a sus descendien­tes. Pero este sueño podría haber sido solo parte de una reacción del subconscie­nte como consuelo ante la soledad del destierro. “Y tuvo un sueño, y he aquí, había una escalera apoyada en la tierra cuyo extremo superior alcanzaba hasta el cielo; y he aquí, los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. Y he aquí, el Señor estaba sobre ella, y dijo: ‘Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en la que estás acostado te la daré a ti y a tu descendenc­ia. También tu descendenc­ia será como el polvo de la tierra, y te extenderás hacia el Occidente y hacia el Oriente, hacia el norte y hacia el sur; y en ti y en tu simiente serán bendecidas todas las familias de la tierra. He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequier­a que vayas y te haré volver a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he prometido’. Despertó Jacob de su sueño y dijo: ‘Ciertament­e el Señor está en este lugar y yo no lo sabía’. Y tuvo miedo y dijo: ‘¡Cuán imponente es este lugar! Esto no es más que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo’. Y se levantó Jacob muy de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, la erigió por señal y derramó aceite por encima. Y a aquel lugar le puso el nombre de Betel, aunque anteriorme­nte el nombre de la ciudad había sido Luz. Entonces hizo Jacob un voto, diciendo: Si Dios está conmigo y me guarda en este camino en que voy, y me da alimento para comer y ropa para vestir, y vuelvo sano y salvo

a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios” (Génesis, 28:12-22).

Estos espíritus o fuerzas reveladore­s aparecen tanto en capítulos del Nuevo como del Viejo Testamento, aunque en estos últimos son de mayor impacto. Un ejemplo, el de Jesús que, también a través de una de estas visiones, ofrece una visión del futuro reino de dios en la tierra a Pedro, Santiago y Juan (Mateo, 17:19). O como el que tuvo José para que se escondiera en Egipto con María y Jesús, y así evitar que este último no fuera asesinado por el rey Herodes (Mateo, 2:1315). Aunque no todos estos mensajes están compuestos por la palabra de dios, como bien indican en 1 Juan, 4:1-3: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo. En esto conocéis el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, del cual habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”.

Fuegos paranormal­es

El elemento del fuego tiene una fuerte simbología, que aquí toma forma de la mano divina, como una especie de espíritu o forma física de esta, en ocasiones benévola, en otras destructiv­a. Más propio de la combustión espontánea, o de un incendio accidental, es lo que les ocurre a Nadab y Abiú, hijos de Aarón, hermano de Moisés, que arden tras una ofrenda errónea a Dios: “Pero Nadab y Abiú murieron delante del Señor cuando ofrecieron fuego extraño ante el Señor en el desierto de Sinaí”. (Números, 3:4).

Una de las aparicione­s de Dios más conocidas de la Biblia es la que se aparece ante Moisés como una zarza ardiente para revelarle cuál es su papel ante su pueblo: “Y se le apareció el ángel del Señor en una llama de fuego, en medio de una zarza; y Moisés miró, y he aquí, la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía”. (Éxodo, 3:2).

Su presencia como un poderoso fuego sigue presente en esta parte del Antiguo Testamento, al ejercer como guía por el desierto de los israelitas: “El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlo­s, a fin de que anduvieran de día y de noche” (Éxodo, 13:21-22).

También, este fuego hace presencia en las festividad­es y sacrificio­s hechos en su honor y que son bien recibidos: “Y cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego desde el cielo y consumió el holocausto y los sacrificio­s, y la gloria del Señor llenó la casa” (2 Crónicas, 7:1).

Y, en otras ocasiones, se presenta como un arma devastador­a: “Entonces el rey envió a él un capitán de cincuenta con sus cincuenta hombres. Y este subió a él, y he aquí, Elías estaba sentado en la cumbre del monte, y le dijo: ‘Hombre de Dios, el rey dice: Desciende’. Respondió Elías y dijo al capitán de cincuenta: ‘Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta’. Entonces descendió fuego del cielo, y

lo consumió a él y a sus cincuenta. De nuevo envió a él otro capitán de cincuenta con sus cincuenta que le habló y le dijo: ‘Hombre de Dios, así dice el rey: Desciende inmediatam­ente’. Y respondió Elías y les dijo: Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo y te consuma a ti y a tus cincuenta. Entonces el fuego de Dios descendió del cielo y lo consumió a él y a sus cincuenta” (2 Reyes, 1:9-12).

Seres celestes

Mientras que los fantasmas son cuestionad­os, lo que no se pone en duda en la Biblia es la figura de los ángeles, representa­ntes de Dios, con la capacidad de interceder para dar y cumplir la palabra de este, como se menciona en Hebreos, 1:14: “¿No son todos los ángeles espíritus dedicados al servicio divino, enviados para ayudar a los que han de heredar la salvación”. Uno de éstos lucha contra Jacob en Génesis, 32: 24-31: “Jacob se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta rayar el alba. Cuando vio que no había prevalecid­o contra Jacob, lo Un ángel protege a Daniel de los leones.

tocó en la coyuntura del muslo, y se dislocó la coyuntura del muslo de Jacob mientras luchaba con él. Entonces el hombre dijo: ‘Suéltame porque raya el alba’. Pero Jacob respondió: ‘No te soltaré si no me bendices’. Y él le dijo: ‘¿Cómo te llamas?’. Y él respondió: ‘Jacob’. Y el hombre dijo: ‘Ya no será tu nombre Jacob, sino Israel, porque has luchado con Dios y con los hombres, y has prevalecid­o’. Entonces Jacob le preguntó, y dijo: ‘Dame a conocer ahora tu nombre’. Pero él respondió: ‘¿Para qué preguntas por mi nombre?’. Y lo bendijo allí. Y Jacob le puso a aquel lugar el nombre de Peniel, porque dijo: ‘He visto a Dios cara a cara, y ha sido preservada mi vida’. Y le salió el sol al cruzar Peniel, y cojeaba de su muslo”.

En 1 Reyes, 19:5-7, el ángel acude para proveer a Elías en su camino hacia el encuentro de Dios: “Y acostándos­e bajo el enebro, se durmió; y he aquí, un ángel lo tocó y le dijo: ‘Levántate, come’. Entonces miró, y he aquí que a su cabecera había una torta cocida sobre piedras calientes y una vasija de agua. Comió y bebió, y volvió a acostarse. Y el ángel del Señor volvió por segunda vez, lo tocó y le dijo: ‘Levántate, come, porque es muy largo el camino para ti’”.

En ocasiones, la función de estos es la de mensajeros proféticos. Es el caso del ángel que se presenta ante Manoa y su mujer estéril para anunciarle­s el futuro nacimiento de su hijo Sansón: “Entonces el ángel del Señor se le apareció a la mujer, y le dijo: ‘He aquí, tú eres estéril y no has tenido hijos, pero concebirás y darás a luz un hijo. Ahora pues, cuídate de no beber vino ni licor, y de no comer ninguna cosa inmunda. Pues he aquí, concebirás y darás a luz un hijo; no pasará navaja sobre su cabeza, porque el niño será nazareo para Dios desde el seno materno; y él comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos’”. (Jueces, 13:3-5).

En otras, el ángel es verdugo, como el que imparte castigo, en Hechos, 12:23, al rey Herodes por creerse un dios: “Al instante un ángel del Señor lo hirió, por no haber dado la gloria a Dios; y murió comido de gusanos”. O el que acaba con las tropas del rey asirio Senaquerib: “Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel del Señor e hirió a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; cuando los demás se levantaron por la mañana, he aquí, todos eran cadáveres” (2 Reyes, 19:35).

Sea como fuere es innegable la influencia que han tenido la presencia de supuestos fantasmas en las Sagradas Escrituras. Ahora solo queda que el lec tor sepa diferencia­r si realmente existieron o fueron un mero adorno bíblico.

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como menciona en Hebreros, 1:14.
mientras que los fantasmas son cuestionad­os, lo que no se pone en duda en la Biblia es la figura de los ángeles, representa­ntes de Dios, con la capacidad de interceder para dar y cumplir la palabra de este, como menciona en Hebreros, 1:14.
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ofrece una visión del futuro...
Siete arcángeles. estos espíritus o fuerzas reveladora­s aparecen tanto en capítulos del Nuevo como del Viejo Testamento, aunque en estos últimos son de mayor impacto. Un ejemplo, el de Jesús que, también a través de una de estas visiones, ofrece una visión del futuro...
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donde establecía a sus descendien­tes.
los textos bíblicos están llenos de sueños que sirven como revelación o para dar mensajes divinos. Es el caso de Jacob. A través de uno de estos momentos oníricos vio una escalera que ascendía hasta el cielo, donde establecía a sus descendien­tes.
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SUEÑOS DEL FARAÓN era un indicio de siete años de prosperida­d y riqueza, mientras que las vacas flacas anunciaban siete
años de pobreza.
LA PRESENCIA DE SIETE VACAS GORDAS EN LOS SUEÑOS DEL FARAÓN era un indicio de siete años de prosperida­d y riqueza, mientras que las vacas flacas anunciaban siete años de pobreza.
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proféticos. Es el caso del ángel que se presenta ante Manoa y su primera mujer estéril para anunciarle­s el futuro nacimiento de su hijo
Sansón.
EN OCASIONES, la función de los ángeles es la de traer mensajes proféticos. Es el caso del ángel que se presenta ante Manoa y su primera mujer estéril para anunciarle­s el futuro nacimiento de su hijo Sansón.

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