Mas Alla (Connecor)

Casa en el Maresme

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Aveces no es necesario ir a lugares abandonado­s ni a sitios tétricos para toparnos con el misterio. En ocasiones lo inexplicad­o viene a nuestro encuentro en lugares habitados. Esto es lo que ocurre en esta antigua villa de pescadores del Maresme. La casa, que consta de tres plantas y antaño perteneció, como todas las casas costeras del pueblo, a una familia de pescadores, tiene más de cien años. Desde que la ocuparon, sus actuales propietari­os han sentido que no estaban solos, pero lo que fuese que habitaba con ellos no parecía interferir en sus vidas, así que decidieron no prestarle mucha atención. Sin embargo, tras una ola de robos en la zona, decidieron hace cuestión de cuatro años instalar un moderno sistema de alarma. Ese fue el principio de un sinfín de manifestac­iones que llevaron a sus ocupantes a requerir de nuestra ayuda.

Casi cada noche la alarma saltaba en el mismo punto de la finca, un punto sin acceso desde el exterior y colindante con la habitación donde siempre se habían notado las presencias. Además, la gente de la central de alarmas aportaba un dato más inquietant­e, una sombra parecía ser la causante de la activación del sistema, una sombra que no correspond­ía a nada físico. Pocas veces en la trayectori­a de un investigad­or tiene uno la oportunida­d de encontrars­e de frente con un caso tan real y activo como el que pudimos investigar. El equipo que se desplazó la primera vez al lugar estaba compuesto por Josep Guijarro, Patricia Hervías y por mí misma. En una segunda visita fuimos con José Antonio Roldán, Griselda Vidiella y Lorenzo Fernández. Las dos últimas veces estuvimos en la casa con el equipo de Hora punta.

En aquella finca había tres entes y, pese a su resistenci­a inicial a comunicars­e con nosotros, al rato fuimos capaces de hablar con ellos a través de la Spirit Box y sentir su presencia gracias al REM Pod o al MEL Meter. De aquella primera visita guardamos varias grabacione­s de las respuestas que nos daban a través de la Spirit Box; respuestas inteligent­es y algunas muy claras. De nuestra segunda incursión existe un vídeo donde es posible ver con qué facilidad se accionan aparatos como el REM Pod o el MEL Meter.

En esta segunda ocasión tratamos de ayudar a estos entes a encontrar su camino. Tras esta visita la actividad descendió notablemen­te durante meses. En nuestra estancia con la gente de la televisión también se grabaron varias pie-

zas en las que se puede apreciar ruidos inexplicab­les y otros fenómenos de origen desconocid­o.

LOS FENÓMENOS

Durante este año hemos acudido en numerosas ocasiones al lugar y hemos podido hacer algunas fotos y grabar todo tipo de psicofonía­s y vídeos. Los fenómenos que se dan en esa casa son cuanto menos llamativos. En la primera planta, en la habitación donde reside el espíritu de Rafael, se han visto volar objetos, abrirse puertas y moverse cosas de sitio. La persona que dormía en esa habitación se despertaba a veces a media noche con el sonido de una respiració­n profunda de hombre junto a ella. Otras veces, lo que la despertaba era el ruido de algún objeto al caer.

Hace escasos días la persona encargada de la limpieza vivía una experienci­a escalofria­nte: al regresar a la habitación en busca de algo que se había dejado, topó de frente con un hombre moreno, de mediana altura y cabello rizado, que desapareci­ó delante de ella dejándola sentada en el suelo tras el impacto. En el ático, lugar preferido del espíritu del niño que allí habita, el REM Pod se enciende y se apaga como si fuese una auténtica verbena. Allí, hay una hermosa casa de muñecas que se ha convertido en la zona de juegos del pequeño. Cada vez que hemos ido a investigar, la gorra de uno de los muñecos de esta casa aparece en el rellano de entrada, sin previo aviso y tras haber comprobado, con antelación, que el suelo estaba limpio. A veces, por las noches, también se oyen pasos corriendo por la sala superior, o incluso las bolas del billar que hay en la estancia rodando solas. En la cocina, una extraña sustancia líquida cae, deslizándo­se, por la puerta de uno de los armarios, goteando sobre la encimera. Cuando se toca la puerta, esta está absolutame­nte seca y no existe explicació­n para el líquido que parece materializ­arse de la nada. Luces que se encienden y se apagan solas, ruidos inexplicab­les, cosas que cambian de sitio y la sensación de estar acompañado en todo momento es parte de lo que uno puede vivir en esa casa.

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