Entrevista a javier ramos
“Tartessos es una cultura fascinante sobre la que aún no conocemos mucho” A través de 18 hitos de nuestra arqueología, Javier Ramos trata de desentrañar los interrogante que todavía perduran en nuestro acervo en Lugares Mágicos de España. Los mayores enigmas de la
arqueología peninsular, la sexta entrega de la colección “El Círculo del Misterio”, que edita Guante Blanco. –Según su punto de vista, ¿cuál es el mayor baluarte de la arqueología española de la antigüedad?
–Si me tuviera que decantar por alguno por su trascendencia histórica escogería todo aquello relacionado con Tartessos, de alguna u otra manera, y que incluyo en el libro: el fascinante yacimiento de Cancho Roano (Zalamea de la Serena) o el Bronce de Carriazo, una fíbula de hierro que al parecer representa una diosa púnica. Ambos son testigos de una fascinante cultura de la que desconocemos todavía mucho. ¿Fue la primera civilización como tal que hubo en la Península Ibérica? ¿Qué parte de cultura propia autóctona tuvo? ¿Y de influencia fenicia? ¿Existió Argantonio?
–¿Y el más enigmático?
–En la investigación que he efectuado para el libro, me ha llamado mucho la atención las dudas en torno al origen y al significado que a día de hoy sigue teniendo la muy conocida Dama de Elche. No sabemos qué representa: si una gran dama, una diosa o una sacerdotisa. Se dice incluso que pudo ser una novia vestida con abalorios del tocado nupcial. También se ha sugerido que fue una escultura falsa. ¿Es un hombre, una mujer o ni lo uno ni lo otro? ¿Es un busto o la mitad superior de una escultura de cuerpo entero. ¿Cómo pudo servir de urna funeraria? No se entiende muy bien que se introdujeran cenizas en la imagen de una divinidad.
–¿Qué simbología oculta la arquitectura peninsular del pasado?
–Pinturas rupestres, edificios, monumentos, aras, cuevas, megalitos... Estas construcciones de la Antigüedad, a día de hoy, siguen siendo fruto de todo tipo de hipótesis. Las interpretaciones en torno a estos elementos son variadas y pocas veces coinciden. Ejemplos: petroglifos de Mogor y Campo Lameiro (Pontevedra), símbolos en cavidades naturales, como el Indalo o Peña Tú (Asturias), o estelas como la del Casar (Cáceres). Todos sus enigmas vienen recogidos en el libro.
–¿Fueron las pirámides de Güímar el eslabón perdido entre Egipto y Mesoamérica?
–Eso es lo que apunta el explorador e investigador Thor Heyerdal, quien atribuía su construcción a los guanches, los aborígenes canarios que procedían de Nubia, en la actual Sudán, como los primeros faraones. Las Canarias habrían servido de base de escala antes de cruzar el Atlántico desde tiempos mucho más antiguos de los que se cree oficialmente.
–¿Levantaron los templarios un cementerio en Noia y una cueva de ritos iniciáticos en Titulcia?
–La leyenda dice que la arena del camposanto coruñés la trajeron los templarios de las Cruzadas en Palestina. Existe una teoría que apunta que los símbolos indescifrables de algunas de las losas que hay esparcidas por el cementerio fueron obra de estos caballeros, que formaban parte de sus supuestos conocimientos crípticos. También hay un templete con grabados que sugieren un conocimiento esotérico, algo que, aparentemente, los caballeros del Temple poseían. Respecto a la cueva de la Luna, en Titulcia (Madrid), en su paredes se han hallado inscripciones de cruces paté, que se vinculan con la orden. Todo apunta a que fue un lugar de recogimiento y santuario medieval, donde se llevaban a cabo ritos de iniciación. Quien la visita suele padecer alteraciones biorrítmicas, tal y como sucede en los lugares de poder que se vinculan a los templarios, como la ermita de San Bartolomé de Ucero, en el Cañón del Río Lobos (Soria).
–¿Qué sabemos realmente del tesoro de los visigodos?
–Que fue hallado en el yacimiento toledano de Guarrazar y parte de él permanece expuesto en el Museo Arqueológico Nacional. Lo más extraño del hallazgo es que las coronas descubiertas tienen incrustadas piedras de vidrio realizadas mediante silicato de plomo. Esta técnica de fabricación data del siglo XVII, es decir, mil años después de la época que los visigodos permanecieron en la Península Ibérica. ¿Cómo se entiende todo esto?
–¿Cómo es posible que los primitivos pobladores de las Baleares levantaran descomunales taulas con rocas que sobrepasaban las 25 toneladas?
–A día de hoy nos lo seguimos preguntando. ¿Fue obra de gigantes? Los grandes monumentos de Menorca se construyeron con piedras de grandes dimensiones colocadas en seco, sin argamasa. ¿Cómo es posible que se sostengan incólumes más de tres mil años después de ser levantados?
–¿Tienen los dólmenes de Antequera un vínculo especial con los solsticios y equinoccios?
–Eso parece, a tenor de las investigaciones. Quizá su función funeraria no fuera la única. Según algunos estudios, estos grandes megalitos mantenían un vínculo con determinadas fechas astronómicamente señaladas, así como con ritos relacionados con hitos territoriales, como la peña de los Enamorados o El Torcal. Se cree que podían ser una “puerta” que que conectaba el mundo terrenal con el espiritual.
–¿Qué nos queda por descubrir sobre la arqueología del pasado de la Península Ibérica?
–Realmente, mucho todavía. La Península Ibérica es un gran nicho de yacimientos históricos. Muchas sorpresas nos aguardan en forma de hallazgos arqueológicos que podrían reescribir nuestro pasado.