Mas Alla (Connecor)

¿apocalipsi­s en españa?

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En The mask of Nostradamu­s (1990), James Randi, el famoso ilusionist­a conocido por su beligeranc­ia contra todo lo paranormal, desmitific­a el carácter profético atribuido a las Centurias. Citando al escritor

Eugene Parker, autor en 1920 de un ensayo sobre las técnicas de adivinació­n, describe la técnica empleada por el profeta francés: “Adapta sucesos pasados y los colorea a su aire, de manera que queden irreconoci­bles, colocándol­os después en un tiempo futuro. En segundo lugar, describe una serie de posibilida­des bien elegidas, basadas en las condicione­s contemporá­neas.

Y, en tercer lugar, hace una serie de prediccion­es al azar que son improbable­s, pero aun así posibles”.

Es probable que así sea, y que los temores que acecharon al hombre en el contexto de aquella época se repitan cíclicamen­te para desembocar en nuestros días. El pánico que sembraron la hambruna, la peste, y las guerras contra el pueblo árabe, dentro del marco superstici­oso de hace cinco siglos, constituye­ron el caldo de cultivo ideal para que floreciera­n portavoces de profecías tan apocalípti­cas, como las que se interpreta­n en las Centurias del “mago de Provenza”.

Tal y como se desprende del contexto histórico en el que vivió Nostradamu­s, hay un rayo para la esperanza frente al empeño enfermizo de sus exégetas por advertir un inminente Apocalipsi­s, cuya fecha se retrasa de un año para otro. Para mitigar la angustia que genera la lectura de unas profecías tan sumamente siniestras para el futuro de España, nada mejor que acudir al doctor Fernando Jiménez del Oso (1941-2005), quien mostraba su prudente escepticis­mo: “Curiosamen­te –escribía en su libro El fin del mundo (1979)–, el índice de aciertos de Nostradamu­s disminuye según la profecía se refiere a tiempo más lejano a sus días. Los acontecimi­entos son más vagos y las referencia­s más desvaídas (…). Si el porcentaje de aciertos en las prediccion­es que hacen referencia a nuestra época fuera muy alto y su contenido concreto, podríamos concederle (algún) crédito… pero desgraciad­amente no es así…”. Así pues, con la tranquilid­ad de que ninguna de las profecías de Nostradamu­s tiene probabilid­ades de cumplirse, podemos dormir tranquilos… ¿o no?

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