El Santo Sudario de Turín
Demuestran su antigüedad milenaria, pero no si este perteneció a Jesús.
Recordemos una vez más que, en 1988, tras haber efectuado pruebas con carbono 14, los científicos del Proyecto de Investigación de la Sábana Santa de Turín (STRP, por sus siglas en inglés) anunciaron que la sagrada reliquia tenía una antigüedad de entre 600 y 700 años con una certeza del 95%, pero tales resultados no sirvieron para que los científicos se olvidaran del lienzo. Aceptaran o no su origen medieval, un artefacto de estas características difícilmente podía dejar de seducirles.
polvo i nmemorial
Entre las investigaciones más recientes cabe destacar la del equipo constituido por Gianni Barcaccia y sus colegas del Laboratorio de Genética de la Universidad de Padua, que han analizado el ADN genómico extraído de partículas de “polvo” aspiradas de partes de la imagen corporal y del borde lateral utilizadas para la datación con radiocarbono y que se habían preservado perfectamente en atmósfera estéril. Los resultados de esta investigación –”Descubriendo las fuentes de ADN encontradas en la Sábana Santa de Turín”– se publicaron en septiembre de 2015, en la revista Nature.
Dado que a lo largo de los siglos, la reliquia ha recogido pólenes, polvo y otras partículas de todo el globo, las pruebas de ADN han arrojado interesantes resultados, según señala Barcaccia: “No solo confirman la presencia de fibras textiles y granos de polen, según se había notificado anteriormente mediante microscopia óptica, sino que también revelan que múltiples individuos tocaron o, en todo caso, dejaron huellas de su ADN en el lino de la reliquia. La detección de tal variedad de fuentes de ADN es sumamente valiosa para determinar posibles paralelismos entre las zonas de origen y la distribución de las especiales vegetales identificadas, así como los haplogrupos de ADN mitocondrial humano, que han permitido avanzar varios escenarios alternativos para explicar el origen de la Síndone”.
Si nos atenemos a las mediciones de C-14 que sitúan su origen entre 1260-1390 d.c., el primer escenario no solo implica un origen medieval tardío, sino una vía geográfica esencialmente restringida a Europa Occidental: “En este primer escenario, los restos de ADN que hemos detectado podrían haber entrado en contacto con la Síndone no hace más de 800 años, y estas fuentes biológicas (plantas y humanos) tuvieron que estar presentes en áreas geográficas de Francia e Italia donde estuvo expuesta. Sin embargo, hay un segundo escenario alternativo que implica un viaje mucho más largo: un viaje que empezó en Jerusalén en el año 30 o 33 d.c. En este caso, el marco temporal para la interacción con las fuentes biológicas de ADN es mucho mayor (2.000 años) y las áreas geográficas incluyen Oriente Próximo, Anatolia, Europa Oriental y Occidental, con una variedad mucho más amplia de interacciones humanas y vegetales”.
Entre las plantas identificadas por el equipo de Barcaccia hay algunas nativas de países mediterráneos, los Cárpatos y los Alpes (sobre todo, abetos del género picea abies), y se extienden por toda Europa, Norte de África y Oriente Medio y, por tanto, son compatibles tanto con un origen medieval de la Síndone como con un origen más antiguo en Oriente Próximo. Sin embargo, también se han encontrado otras plantas de origen americano, que fueron introducidas en Europa solo después de la época medieval… Esto se explica fácilmente por un fenómeno de contaminación por
la exposición en diferentes localidades del área mediterránea. Pero no queda ahí la cosa. Barcaccia y su equipo han encontrado datos que apuntan a un tercer escenario: a lo largo de los siglos, individuos de origen indio entraran en contacto con la Síndone; puede que incluso el lienzo fuera tejido en India... Aunque no sea decisivo, no deja de ser interesante el dato lingüístico de “sindon”, que deriva del término sindia o sindian, un tejido procedente de India.
un zurcido invisible
Años antes de la investigación de Barcaccia, concretamente en un congreso mundial sobre la Síndone celebrado en la ciudad italiana de Orvieto en el año 2000, el exmonje benedictino Joseph G. Marino y su esposa, M. sue benford, divulgaron una sorprendente noticia: que la zona que se había analizado con C-14 correspondía a un “zurcido” efectuado para reparar el lienzo tras el incendio de 1532 que dejó algunos agujeros en la reliquia. Aunque raymond rogers, uno de los científicos del STRP que estudió la Síndone en 1978, pensó que esa hipótesis era absurda, luego llegó a la conclusión de que acaso no lo fuera tras efectuar una nueva investigación… Otros científicos verificaron los nuevos descubrimientos de Rogers, que se publicaron en 2005, en la prestigiosa revista Thermochimica Acta, y que reactivaron el tema de la Síndone al cuestionar los resultados de la datación del C-14.
Ahora bien, incluso aunque el lienzo tenga una antigüedad de 2.000 años, ¿hasta qué punto garantiza eso que el cadáver de Jesús estuviera envuelto en él? Respecto a dicha antigüedad, Mark Goodacre, profesor de religión (Nuevo Testamento y orígenes del cristianismo) en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Duke (Carolina del Norte) y asesor de la serie de televisión Finding Jesus (Encontrando a Jesús) para la CNN, se muestra crítico. Para empezar, Goodacre defiende las pruebas de C-14 que determinaron la Síndone como una reliquia medieval: “Es una excelente forma para determinar la fecha de un artefac- to. Los científicos que hicieron las pruebas no eran unos aficionados y las muestras [de la Síndone] se analizaron en tres laboratorios distintos. Además, la fecha del carbono no contradice otras pruebas que confirman al lienzo como una falsificación medieval”.
En relación con el agujero que se “zurció” por las quemaduras en la Síndone en el siglo XVI – qué casualidad que fuera ese precisamente el fragmento analizado en su día con C-14–, Goodacre señala que “no se ha establecido que ese fragmento fuera un zurcido invisible. Los que defienden la autenticidad de la Síndone con frecuencia dicen que la muestra podría haber sido tomada de una parte del lienzo que fue reparada después del incendio del siglo XVI, pero esto no se sostiene. Los científicos que tomaron la muestra sabían lo que hacían. Al respecto, el profesor christopherramsey ha señalado que el tejido de la muestra coincide con el tejido en el resto del paño perfectamente”.
Ciertamente, no todo el mundo comparte estas opiniones y, de hecho, son muchos quie-
Son muchos los científicos que han estudiado la Síndone de Turín. Pero aún existen muchas preguntas por responder. Y es que, aunque el lienzo tenga una antigüedad de 2.000 años, ¿hasta qué punto garantiza eso que el cadáver de Jesús estuviera envuelto en él?
nes las rebaten apoyándose en diferentes datos. Daniel Robert Porter, miembro episcopal de la Trinity Church (Nueva York), y firme defensor de la autenticidad de la Síndone, cree que “probablemente” la Síndone es el paño mortuorio que envolvió el cuerpo de Jesús y no acepta opiniones como las anteriormente recogidas: “La datación por C-14, que pareció en su momento probar que se trataba de una falsificación medieval, ahora se descarta por considerarla poco fiable. Incluso el famoso ateo Richarddawkins admite que es controvertida. Christopher Ramsey, director del Laboratorio de Radiocarbono de Oxford, cree que se necesitan más pruebas. Lo mismo ocurre con muchos otros científicos y arqueólogos. Esto se debe a que existen razones científicas y no religiosas significativas para dudar de la validez de las pruebas. El análisis químico, muy bien revisado por expertos en revistas científicas y confirmado posteriormente por numerosos químicos, apunta que las muestras analizadas son químicamente diferentes de todo el tejido. Probablemente fue una mezcla de hilos más viejos e hilos más nuevos tejidos en la tela como parte de una reparación medieval”.
El caso es que llegamos hasta nuestros días y seguimos con una confusa mezcla de datos. Todo depende de dónde busquemos la información… Por ejemplo, si nos asomamos al Shroud of Turin Blog leeremos una interesante declaración de Porter: “Hace años, como un escéptico de la Sábana Santa, me di cuenta de que, aunque podía creer que era una falsificación, no podía saberlo por los hechos. Ahora, como alguien que cree que es el verdadero lienzo de entierro de Jesúsdenazaret, me doy cuenta de manera similar que un salto de fe sobre preguntas sin respuesta es esencial. Simplemente no tenemos suficiente información confiable para llegar a una conclusión científicamente rigurosa”.
Y en relación con las imágenes que aparecen en el lienzo Porter apunta: “No tenemos idea de cómo se formaron, pero sí sabemos que no fueron hechas mediante ningún método artístico conocido”. Sin embargo, si nos asomamos a la revista Science et Vie ( julio 2005) veremos cómo se documenta rigurosamente la fabricación de un sudario mediante ciertas técnicas medievales (ver recuadro).
MANCHAS DE SANGRE ROJA
Quienes aceptan la autenticidad de la Síndone, y las supuestas manchas de sangre en ella encontradas se apoyan, entre otros, en los recientes datos aportados por Pierluigi Baima Bollone, Presidente del Centro Internacional de Sindonología de Turín (única institución oficial para el estudio de la Síndone) y profesor de medicina legal en la Universidad de Turín. En su libro El misterio de la Sábana Santa,
Baima Bollone rebate “convincentemente” las teorías que apoyan una autoría medieval y desmonta la infalibilidad de las pruebas del C-14 sobre la cuestionable y ya citada base del “zurcido”. Sin embargo, igualmente convincentes resultan las razones que arrojan dudas al respecto avanzadas por investigadores escépticos como John L. Ateo.
Entre las razones que Ateo esgrime destacamos las relacionadas con las manchas de sangre que, supuestamente, se han encontrado según los modernos análisis de Baima Bollome: “No hay sangre en la Síndone. Todas las pruebas forenses específicas sobre sangre han fallado, aunque algunos investigadores concluyeron, sin ningún rigor, que la sangre estaba presente tras numerosas pruebas forenses para hierro, proteínas, albúmina, etc., que dieron positivas porque estas sustancias forman parte de la Síndone en forma de témpera [tipo de pintura al temple]”.
Efectivamente, los análisis microscópicos de“ciego” efectuados en su día por el destacado microanalista Walter Mccrone, delSTRP, se identificó la“sangre” como témpera – la sangre auténtica no contiene pigmentos rojos (ocre, bermellón, alizarina) como los encontrados en el lienzo–y, en consecuencia, Mccrone concluyó que toda la imagen fue pinta da .¿ No resulta sorprendente que tales“manchas de sangre” tuvieran una composición química idéntica ala pintura utilizada ampliamente en tiempos medievales?
Por otra parte, para apoyar las afirmaciones de falsa sangre, hay que señalar que las manchas no mantienen su color rojo con el paso del tiempo como se observa en la Síndone: se tornan de un color marrón oscuro o negro. Además, la verdadera sangre contiene elevadas cantidades de sodio, cloruro o potasio, y tales elementos no se han encontrado en la Síndone.
A pesar de ser un apologista cristiano, el químico John Oakes – profesor en el Grossmont College (California) y autor de diversas obras sobre el cristianismo– también se muestra escéptico sobre la autenticidad de la Síndone: “Si es cierto que [la Síndone] tiene 2.000 años de antigüedad, entonces es prácticamente imposible que se hayan encontrado células sanguíneas con un grupo reconocible con el AB y cromosomas reconocibles XY, porque estas sustancias no duran tanto tiempo excepto en condiciones extremadamente raras”.
Con tales antecedentes, resulta lógico que muchos investigadores hayan intentado reproducir la imagen impresa en la Síndone por medios artificiales. Uno de ellos ha sido el cien- tífico biomédico Colin Berry, que ha dedicado muchos años de su vida a intentar reproducir imágenes como la de la Síndone con diferentes técnicas bastante sencillas (harina, aceite de oliva, hornos, modelos en relieve, etc. en tejido de lino) con el fin de confirmar que se trata un artefacto medieval. “Las improntas que he obtenido coinciden con la mayoría, por no decir todas las propiedades enigmáticas de la imagen del cuerpo de la Síndone, tanto el negativo como en 3D”, explica Berry.
La hipótesis que ofrece sobre la “fabricación” de la reliquia es sugestiva y parece tener mucho sentido: “Creo que la Síndone de Turín es una falsificación del siglo XIV. Un aspecto destacado entre quienes promueven su autenticidad es la denominada ‘ incandescencia de la resurrección’, es decir, un fulgor de radiación sobrenatural cegador, partículas subatómicas o descarga corona, etc., pero en mi opinión quienes la fabricaron querían producir una versión de cuerpo entero al estilo del rostro que se ver en el ‘ Velo de la Verónica’. Simplemente se intentó simular la huella que pudo haber quedado en el lino por el Jesús recién crucificado tras ser bajado de la cruz. Referirse al lienzo como una mortaja ha distraído la verdadera intención de sus artífices y ha dado lugar a todo tipo de especulaciones descabelladas como, por ejemplo, la supuesta liberación de energía captada por la imagen en el momento de la resurrección”.
Todos los detalles técnicos de las diferentes huellas obtenidas por Berry son demasiado complejos y abundantes como para reseñarlos aquí, pero si tanto Berry como otros científicos que han obtenido reproducciones similares, como Luigi Garlaschelli, están en lo cierto, ¿no sería preferible que los estudios sobre la Síndone se enfocaran de otro modo, es decir, como lo que es y no como lo que se pretende que sea?
A buen seguro que la reliquia, la más sagrada y estudiada de la Historia, todavía guarda secretos que a todos nos gustaría que se descifraran definitivamente, pero si se desvelaran ¿acaso impediría eso que el Vaticano siguiera promoviendo su veneración como un símbolo del sufrimiento de Jesucristo?
Para apoyar las afirmaciones de FALSA SANGRE hay que señalar que las manchas no mantienen su color rojo con el paso del tiempo, como se observa en la Síndone, sino que se tornan de un color marrón oscuro o negro. La verdadera sangre contiene elevadas cantidades de sodio, cloruro o potasio que no se han encontrado en el sudario.