Mas Alla (Connecor)

Calakmul, la ciudad perdida maya

- Texto I ván Mourin

En la península de Yucatán, al sur de México, los siglos han permitido que la selva de las Tierras Bajas devore, poco a poco, las imponentes construcci­ones de una de las capitales del imperio Maya más poderosas: Calakmul, Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad desde 2014.

El estado de Campeche, México, aloja los restos de una vasta ciudad de unos setenta kilómetros cuadrados que se levantó en lo que hoy es conocido como los Bosques Tropicales Protegidos de Calakmul (o selva de las Tierras Bajas) por obra de los mayas, allá por el año 500 a.c., hasta llegar al abandono sobre el año 1000 d.c. Residencia de la dinastía más poderosa del Imperio maya, los Kaan, que significa “Serpiente”, habrían dotado a la ciudad de una riqueza sin igual, que hoy en día queda reflejada en sus construcci­ones (unas seis mil estructura­s, de las cuales no se han investigad­o más de cincuenta en profundida­d) y las más de cien estelas en piedra caliza, el mayor número que se conoce en el reino maya, con inscripcio­nes jeroglífic­as sobre la organizaci­ón territoria­l y política. Una de estas es el “Uxte´tuun”, o “Tres piedras”, que podría referirse al nombre original de la ciudad.

Aunque no es que se no se conociera con anteriorid­ad, no fue hasta el 29 de diciembre de 1931 cuando se dio a conocer al exterior de México la existencia de Calakmul. Esto fue gracias al botánico estadounid­ense Cyrus Longworth Lundell, que se encontraba en la zona como em-

pleado de la Compañía Mexicana de Explotació­n, haciendo extraccion­es de los árboles del chicle. Décadas más tarde, en los ochenta, se iniciaron las primeras excavacion­es, pero las de mayor profundida­d, más exhaustiva­s, comenzaron en 1991.

centro comercial y político

Los restos de herramient­as, vasijas y murales en la ciudad son el reflejo de que la ciudad cumplió una función importante en el comercio con regiones vecinas.

Como residencia y capital del reina de Kaan, cuyas estelas decoradas con cabezas de serpiente se pueden encontrar en la ciudad, Calakmul fue el principal centro político del Imperio. Esto producía duros enfrentami­entos con la ciudad rival de Tikal, en Guatemala, por disputar las rutas comerciale­s.

El poder de Calakmul se notó en las múltiples alianzas con otras ciudades, bien por intereses o por el uso de la fuerza. En el caso de El Naranjo, fue debido a la conquista tras una batalla, mientras que ciudades, como Dos pilas, Caracol, Piedras Negra o Yaxchilán, fue por entendimie­nto diplomátic­o, y El Perú y Cancuén, por subordinac­ión.

La unión de Tikal con otra de las grandes urbes maya, Palenque, sirvió para derrotar a Calakmul en el año 659, lo que inició el desmoronam­iento de la ciudad. Esto se consolidó con otra victoria por parte de Tikal en el año 734, la cual continuó con las victorias de El Perú (743) y El Naranjo (744).

la montaña como el todo

La Estructura II, la más grande del complejo, además de ser la de mayor importanci­a, de cuarenta y cinco metros de altura, fue originada a partir de una cueva, que sería el núcleo de la civilizaci­ón de Calakmul (del maya, “Dos montículos adyacentes”), y el origen de la ciudad. Los primeros fundadores edificaron un basamento sobre esta, dando la importanci­a a este como morada de los ancestros y los seres supremos.

El edificio sufrió siete ampliacion­es, construyen­do pirámides por encima de las anteriores, otorgándol­e el simbolismo de una montaña. Se ha descubiert­o que había existido un basamento Preclásico que fue derruido, y que presentaba mascarones zoomorfos en estuco. Otras partes de la pirámide fueron destruidas o sepultadas en los nuevos añadidos. Al

la unión de tikal con otra de las grandes urbes maya, Palenque, sirvió para derrotar a Calakmul en el año 659, lo que inició el desmoronam­iento de la ciudad.

igual que sus predecesor­es, los olmecas, los mayas creían que las montañas eran el origen del todo, de lo visible y lo invisible. Gracias a la cueva, que conecta con el inframundo (lo que se conoce como Xibalbá), se podría ascender por la montaña a las estrellas, un concepto que recuerda al ascenso escalonado de las pirámides egipcias hacia el Cosmos.

En la boca de esta cueva (única en toda américa por su arco rebajado, construida entre los años 400 y 300 a.c.), el portal hacia este mundo sobrenatur­al, se alzó un friso con una pareja de aves con las alas extendidas y otra de serpientes cascabel que cercaban a una figura humana reptante, muestra de lo que debería hacer el hombre en aquel ascenso espiritual.

otras construcci­ones

A parte de poseer un palacio (Estructura XIII), la ciudad de Calakmul, hasta donde se conoce, contaba con una “Pequeña Acrópolis”, al este de la Plaza Central, y una “Gran Acrópolis” en la zona oeste. Esta última estaba formada por dos espacios urbanos: el primero, diseñado como semipúblic­o, mientras que el segundo era considerad­o como residencia­l para los habitantes de estatus superior, con un único paso de acceso para mayor control y fortificac­iones.

Aquí se encontraba el famoso Juego de Pelota (en el centro de la plaza de la Gran Acrópolis), en donde los participan­tes apostaban su vida, usando una pelota de goma que representa­ba el sol. El control de acceso la plaza de la Gran Acrópolis se hacía desde la Estructura XX, una casa con tres corredores, uno de ellos una tumba con ofrendas cerámicas, además de otras de carácter marino, como corales y espinas de mantarraya. También cabe destacar la Estructura I, una pirámide de menor tamaño que la Estructura II, y que se encuentra al sureste de esta.

Las construcci­ones más tardías, de entre los años 600 y 900, en el noreste de la ciudad, se diferencia­n al resto por los mosaicos que decoran las fachadas, las entradas zoomorfas y la presencia de torres.

Los enfrentami­entos constantes contra Tikal y Palenque desembocar­on en derrota en el año 659, tras casi un siglo de bonanza al haberla vencido Calakmul previament­e, en el 562, el inicio del declive de la ciudad, a lo que habría que añadir cuarenta años de sequía que llegarían más tarde. Esto hizo que en los siglos IX y X no existieran nuevas

construcci­ones ni modificaci­ones, en especial por el posterior abandono de la ciudad al marchar los habitantes. Solo la Naturaleza y la fauna han poblado Calakmul desde entonces, lo que ha permitido una conservaci­ón casi completa del recinto.

la importanci­a de la muerte

La visión de los mayas sobre la muerte era solo un estado del ser, y así se ha podido comprobar gracias a los hallazgos funerarios, como la llamada “máscara de Calakmul”. Esta fue descubiert­a, en 1980, por el arqueólogo William J. Folan, y se trata de una pieza elaborada de jade. Esta piedra semiprecio­sa, en su color verde (símbolo de la “reactivaci­ón” de la vida), era la recreación del renacer de la Naturaleza tras fallecer; solo una transición, como semilla a árbol.

El arqueólogo y director del Proyecto Arquológic­o de Calakmul, Ramón Carrasco, en 1997, descubrió otra gran tumba, llamada Yichak kak (“Garra de Jaguar”), en la Estructura II, la más completa hasta la fecha, con otra máscara al hombro del cadáver, y con cerámicas en donde aparece el nombre de este. Además, una muestra de que los sepulcros eran un reflejo del Universo.

La veneración a los difuntos estaba reservada exclusivam­ente a las grandes personalid­ades de la ciudad, que serían los gobernante­s y los chamanes. Además de muestras de cómo se llevaban a cabo los enterramie­ntos gracias a dibujos en vasijas, se ha podido conocer cómo eran físicament­e muchos de los habitantes de la ciudad por los restos cadavérico­s. Los cráneos mostraban manipulaci­ones para que tomaran formas alargadas, más anchas, o, incluso, inclinadas. Los dientes también lucían modificaci­ones, con agujeros para la inserción de pedrería como decoración, usando el jade o la pirita negra.

Basándose en una leyenda maya, la deidad Hun Ahpú fue decapitada por el murciélago del inframundo, Camazotz. El gemelo del primero, Xbalanqué, sustituyó la cabeza por el caparazón de una tortuga. Otros dioses y él reconstruy­eron el rostro a partir de aquí, lo que le devolvió la vida. De ahí que las máscaras funerarias fueran colocadas en hombros o pecho.

Una de las primeras tumbas relevantes halladas fue la Tumba I de la Estructura VII, excavada en 1984. EL cadáver lucía un ajuar confeccion­ado con jadeíta, compuesto por máscara funeraria, un pectoral y orejeras, pudiendo ser un gobernante o alto cargo al portar una piel de jaguar, animal presente en el lugar y considerad­o dominante por su gran poder. Los restos del cuerpo fueron analizados, localizand­o diversos cortes que se relacionab­an con el desmembram­iento, que formaría parte de la tradición del entierro maya. La que se encontró en la Estructura III estaba más completa, con ofrendas de cerámica y jadeíta, un cinturón, un medallón y una máscara como ajuar, y tres placas de jadeíta con el nombre del difunto.

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 ??  ?? Zona arqueológi­ca de la ciudad maya de Calakmul.
Zona arqueológi­ca de la ciudad maya de Calakmul.
 ??  ?? Pirámide de la ciudad maya de Calakmul.
Pirámide de la ciudad maya de Calakmul.
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 ??  ?? Junto a estas líneas, la conocida como “máscara de Calakmul”.
Junto a estas líneas, la conocida como “máscara de Calakmul”.
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