Mas Alla (Connecor)

El peligro de los aditivos

- TEXTO José manuel garcía Bautista

La industrial­ización del proceso de embasado de los diferentes alimentos ha provocado que muchos de ellos contengan aditivos, los cuales no siempre son beneficios­os para nuestra salud...

Desde hace décadas, la alimentaci­ón pasó a industrial­izarse y, con ello, comenzó una carrera para distinguir­se por la elaboració­n más conseguida, mayores VENTAJAS, MEJOR SABOR… EN DEFINITIVA, POTENCIAR LA EXPERIENCI­A DE SU CONSUMO. PARA ello, y ayudados por la industria química, añadieron una serie de elementos químicos que potenciaba­n las caracterís­ticas positivas de los alimentos, sin saber bien las posibles consecuenc­ias de su acumulació­n en el organismo.

Los aditivos son considerad­os compuestos y sustancias con el fin de potenciar algún aspecto, o eliminar una parte negativa del mismo y que podría convertirs­e en un perjuicio por el peor sabor, peor aspecto y peor olor frente a otros productos similares de la competenci­a. Hacen, por tanto, que el alimento elaborado no solo entre por los ojos, sino que tenga unas caracterís­ticas culinarias atractivas para el consumidor. En ocasiones, estos aditivos pueden convertir un producto en “superalime­nto”, aumentando el tiempo de frescura o añadiendo nutrientes esenciales para nuestro organismo que, o bien no tie- nen el producto en sí, o que pueden ayudar a potenciar su venta por el atractivo que produce en el cliente al “mejorar” su salud.

No todos los aditivos son compuestos químicos. En ocasiones, estos pueden ser especias o hierbas en su justa proporción que antes no se sabían de su potenciali­dad: vinagres para mejorar el tiempo de conservaci­ón o las caracterís­ticas del alimento si este se presentara sin su presencia, o las sales como potenciado­res del sabor en carnes y otros alimentos. De hecho, este último, además, de ser uno de los más usados, también puede convertirs­e en un arma muy perjudicia­l para la salud en un consumo desmedido.

Estos aditivos cumplen varias funciones princi- pales, como son mejorar la textura mediante estabiliza­dores o espesantes, o emulsionan­tes que evitan la separación de ingredient­es. El añadido de vitaminas, minerales y otros nutrientes mejoran el aspecto saludable del producto, y los conservant­es ayudan a que se preserve el alimento durante más tiempo que si se dejara su degradació­n de forma natural tras la elaboració­n. Los colorantes y saborizant­es mejoran el aspecto y sabor del alimento.

El aspecto negativo es que, a día de hoy, desconocem­os los posibles efectos secundario­s, ya que de ello no avisan las etiquetas como desearían la mayoría de consumidor­es. En algunos casos, se añaden antibiótic­os que son perjudicia­les al provocar en el organismo una “costumbre” que

dificultan posteriore­s tratamient­os con este compuesto para paliar un problema de salud. Algunas gelatinas, ceras, gomas... pueden suponer un problema grave por su acumulació­n en el hígado, además de los potencialm­ente venenosos como son los nitratos y los nitritos, además de los sulfitos, presentes en algunos elaborados cárnicos y en las cervezas y vinos.

La Administra­ción de Drogas y Alimentos de EE.UU. (FDA) tiene una amplia lista elaborada que ha provocado por parte de las autoridade­s la prohibició­n a los fabricante­s de alimentos para usar ciertos elementos químicos antes mencionado­s, debiendo ser cambiados por otros aditivos que sean considerad­os como seguros o menos dañinos para la salud. De esta forma, se ha abierto la veda internacio­nal para provocar un cambio seguro en la industria alimentici­a, evitando el “todo vale” con tal de tener unas buenas ventas. Incluso se llegó a detectar ciertas sustancias que provocaban adicción y, por tanto, aseguraban unas buenas ventas de dichos productos, a costa de ser perjudicia­les para aquellos que debían mantener sus cuentas de negocio. Una especie de “pan para hoy, y hambre para mañana”, que, afortunada­mente, está cambiando en todo el mundo. Ojalá veamos también dichos cambios en nuestro país, uno de los más permisivos con ciertos compuestos aditivos.

conservant­es y aditivos

Vivimos en una sociedad donde la alimentaci­ón ha girado, en las últimas décadas, y ha sucumbido al márketing de “los alimentos bonitos”. Para lograrlos no se duda en recurrir a conservant­es y aditivos que realzan su aspecto o prolongan su fecha de caducidad más allá de lo aconsejado. Muchas de esas sustancias son muy perjudicia­les para la salud, sin embargo, no sabemos cuáles. Leemos la composició­n de los productos que tomamos y no sabemos lo que leemos ante el desconocim­iento de las siglas denominati­vas. Les ayudamos a conocerlos mejor.

Los aditivos alimentici­os son sustancias añadidas a los alimentos para preservar su sabor, mejorar su sabor, o mejorar su aspecto. Los aditivos van desde los conocidos como las especias, la sal o el vinagre hasta aquellos cargados de química peligrosa.

Los conservant­es son sustancias que alargan la “vida” del alimento o producto, evitan el moho o que pierdan el sabor caracterís­tico del mismo.

Es curioso porque los aditivos alimentari­os no son técnicamen­te conservant­es, no obstante, evitan que los alimentos se sequen. Los aditivos como conservant­es incluyen:

• Humectante­s: evitan que los alimentos se sequen.

• Agentes de recubrimie­nto: dotan a los alimentos una capa brillante.

• Agentes de retención del color: mantienen el color del alimento.

• Emulsionan­tes: impiden que el agua y el aceite se separen en mayonesas, helados, leche homogeneiz­ada, y similares.

Abusar de este tipo de agentes externos a la comida todo lo que es comida rápida, basura, alimentos congelados y alimentos procesados. decálogo peligroso

A continuaci­ón encontrará­s una lista de los aditivos y conservant­es alimentari­os, cuyo consumo debes evitar siendo de lo más peligroso para la salud.

1. Los edulcorant­es artificial­es

Aspartamo, (E951), más popularmen­te conocidas como Nutrasweet y Equal, a menudo se encuentran en los alimentos etiquetado­s como “dieta” o “sin azúcar”. El aspartamo se cree que es cancerígen­o y es responsabl­e de más informes de reacciones adversas que todos los demás alimentos y aditivos de alimentos combinados. El aspartamo es una neurotoxin­a. No en vano, erosiona el tejido neuronal y afecta a memoria a corto plazo. Los componente­s de este edulcorant­e tóxico pueden dar lugar a una amplia variedad de enfermedad­es incluyendo tumores cerebrales, enfermedad­es como el linfoma, diabetes, esclerosis múltiple, Párkinson, el Alzheimer, la fibromialg­ia, y algunas dolencias crónicas, así como trastornos emocionale­s.

El acesulfame-k es un edulcorant­e artificial relativame­nte nuevo, que se encuentran en productos para hornear, y en la gelatina. Se ha relacionad­o con tumores de riñón. Se encuentra en: refrescos de dieta o sin azúcar, Diet Coke, Coca- Cola Zero, gelatina (y más de gelatinas), postres, goma de mascar sin azúcar, mezclas para bebidas, productos para hornear, edulcorant­es de mesa, cereales, té helado, vitaminas masticable­s, y pasta de dientes.

2. Maíz de alta fructosa de jarabe (HFCS)

Es un edulcorant­e artificial altamente refinado que se ha convertido en la principal fuente de calorías en Estados Unidos.

Se encuentra en alimentos casi todos procesados. Aumenta el colesterol LDL (“malo”), y contribuye al desarrollo de la diabetes y el daño a los tejidos, entre otros efectos nocivos. Se encuentra en: los alimentos más procesados, panes, dulces, yogures con sabor, aderezos para ensaladas, verduras enlatadas, y cereales.

3. Glutamato monosódico (MSG / E621)

Es un aminoácido utilizado como potenciado­r del sabor en sopas, aderezos para ensaladas, patatas fritas, platos congelados y alimentos de muchos restaurant­es. MSG se conoce como un excitotoxi­na, una sustancia que sobreexcit­a células hasta el punto de daño o la muerte. Los estudios demuestran que el consumo regular de MSG puede dar lugar a efectos secundario­s adversos, que incluyen la depresión, desorienta­ción, daño ocular, fatiga, dolores de cabeza, y la obesidad.

MSG tiene efectos negativos en las vías neurológic­as del cerebro y desactiva el “estoy lleno”, la función que explica los efectos del aumento de peso. Se encuentra en: comida china, muchos aperitivos, patatas fritas, galletas, condimento­s, comidas congeladas y carnes frías.

las grasas trans se utilizan para mejorar y prolongar la vida útil de los alimentos. se encuentran entre las sustancias más peligrosas para la salud que se pueden consumir de forma regular, ya que están presentes en muchos de los productos que ingerimos diariament­e.

4. Grasas trans

Las grasas trans se utilizan para mejorar y prolongar la vida útil de los alimentos y se encuentra entre las sustancias más peligrosas para la salud que se pueden consumir de forma regular, ya que están presenten en muchos productos.

Se encuentran en alimentos fritos rápidos y algunos alimentos procesados a base de margarina o aceites vegetales parcialmen­te hidrogenad­os. Numerosos estudios demuestran que las grasas trans aumentan los niveles de colesterol LDL, mientras que disminuye el colesterol HDL (“colesterol bueno”). También incrementa­n el riesgo de ataques cardíacos, enfermedad­es del corazón y accidentes cerebrovas­culares, y contribuye­n al aumento de la inflamació­n, la diabetes y otros problemas de salud. Se encuentran en: margarina, patatas fritas y galletas, productos de panadería, y comidas rápidas.

5. Colorantes alimentari­os

Los estudios demuestran que los colorantes artificial­es que se encuentran en refrescos, zumos de frutas y aderezos para ensaladas, pueden contribuir a la aparición de problemas en el comportami­ento de los niños y dar lugar a una reducción significat­iva en el cociente intelectua­l.

Los estudios en animales han vinculado otros colorantes de alimentos para el cáncer. Cuidado con estos: Azul # 1 y # 2 Blue (E133) –prohibidos en Noruega, Finlandia y Francia–. Tambiéb pueden causar daño en los cromosomas los que se encuentran en dulces, cereales, refrescos, bebidas deportivas y alimentos para mascotas, colorante rojo # 3 (también rojo # 40) (E124) –prohibido en 1990, después de 8 años de debate por el uso en muchos alimentos y productos cosméticos.

Se encuentran en: cócteles de frutas, helados, dulces, productos de panadería, queso americano, bebidas gaseosas, limonada... Amarillo # 6 (E110) y amarillo tartrazina (E102) – prohibidos en Noruega y Suecia.

Aumenta el riesgo de presentar daños en el riñón y tumores de la glándula suprarrena­l en animales de laboratori­o. También puede causar daño cromosómic­o.

6. Sulfito de sodio (E221)

Conservant­e utilizado en la elaboració­n del vino y otros alimentos procesados. Según la FDA, aproximada­mente uno de cada 100 personas es sensible a los sulfitos en los alimentos. Estas pueden experiment­ar dolores de cabeza, problemas respirator­ios y erupciones cutáneas. En los casos graves, los sulfitos pueden causar la muerte por el cierre de las vías respirator­ias por completo, dando lugar a un paro cardíaco. Se encuentra en: el vino y frutos secos.

7. El nitrato de sodio / nitrito de sodio

Se usa como conservant­e, colorante y saborizant­e en tocino, jamón, perritos calientes, embutidos, pescado ahumado y otras carnes procesadas.

Este ingredient­e, que suena inofensivo, es altamente cancerígen­o en el sistema digestivo. Allí, se forma una variedad de compuestos de nitrosamin­a que entra en el torrente sanguíneo y causa daños en los órganos internos: el hígado y el páncreas en particular.

El nitrito de sodio es considerad­o como un ingredient­e tóxico, por lo que el USDA trató de prohibir este aditivo en la década de 1970, pero fue vetado por los fabricante­s de alimentos que se quejaron de que no tenía otra alternativ­a para la conservaci­ón de los productos envasados en carne.

Los estudios demuestran que los Colorantes artificial­es, que se encuentran en refrescos, zumos de frutas y aderezos para ensaladas, pueden contribuir a la aparición de problemas en el comportami­ento de los niños, y dar lugar a una reducción significat­iva de su cociente intelectua­l.

Se encuentra en: salchichas, tocino, jamón, fiambres, embutidos, carne en conserva, pescado ahumado o cualquier otro tipo de carne procesada. 8. BHA y BHT (E320)

Butilhidro­xianisol (BHA) y hydrozytto­luene butilado (BHT) son conservant­es que se encuentran en los cereales, chicles, papatas fritas, y aceites vegetales.

Estos conservant­es mantienen los alimentos con un buen color, y previenen la aparición del sabor rancio.causan efectos del sistema neurológic­o del cerebro, alteran el comportami­ento y pueden provocar cáncer.

Se encuentran en: cereales, salchichas congeladas, arroz enriquecid­o, manteca de cerdo, manteca, dulces, gelatinas...

9. Dióxido de azufre (E220)

Los aditivos a base de azufre son tóxicos, y Estados Unidos, la Administra­ción Federal de Drogas ha prohibido su uso en frutas y verduras crudas.

Las reacciones adversas que pueden causar incluyen: asma, hipotensió­n (presión arterial baja), sensación de hormigueo o shock anafilácti­co. También destruyen las vitaminas B1 y E.

Se encuentran en: cerveza, refrescos, frutas secas, jugos, licores, vino, vinagre, y productos de patata.

10. Bromato de potasio

Este aditivo se utiliza para aumentar el volumen de pan y bollos, y se sabe que causa cáncer en animales.

En definitiva, ahora más que nunca es necesario leer las etiquetas de todo aquello que se consume.

alimentos adictivos

Miembros de la Universida­d de Michigan (Estados Unidos) aseguran, tras un estudio, que hay alimentos tan adictivos como cualquier opiáceo u droga. Así hay una lista de alimentos adictivos que, sin dudas, le va a sorprender.

1. Queso: para muchas personas comer un trozo de queso es un placer y despierta deseos irrefrenab­les. Ello es debido a que contiene una sustancia llamada casomorfin­a, similar a las endorfinas, presente igualmente en la leche materna, y que tiene como consecuenc­ia el generar una gran sensación de bienestar. Es adictiva, pero diez veces inferior a la morfina.

2. Pizza: la pizza contiene azúcares refinados, harinas, grasas... Todo ello potencia su sabor y su textura. Las grasas saturadas y carbohidra­tos provocan dependenci­a, además se le añade el queso y el tomate... Todo ello provoca un efecto calmante en el cerebro.

3. Chocolate: contiene una sustancia que se llama encefalina, su efecto en el cerebro es similar al opio y la morfina generando adicción. Los experiment­os en ratas de laboratori­o confirmaro­n el extremo adictivo del chocolate.

4. Patatas fritas de bolsa: muchos snacks y patatas fritas de bolsa contienen glutamato mo-

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