La maldición de tutankamón
En la Antigüedad, se creía enormemente en maldiciones. Así es mundialmente famosa la que se atribuye a la tumba del faraón Tutankamón tras el descubrimiento de la misma por parte de Howard Carter, en el año 1922 en pleno Valle de los Reyes. En su tumba se halló un tesoro de un valor histórico, arqueológico y monetario, importante. Además, su sarcófago y su tumba se encontraban intactos. El problema surgió cuando muchas personas relacionadas con la excavación comenzaron a morir de forma inesperada. Como el caso del mecenas de la misma, el noble inglés lord Carnavon, por la picadura de un mosquito. Así hasta tocar a doce personas y rápidamente, en la prensa, surgió “La maldición del faraón”. Evidentemente, los estudios recientes han arrojado luz sobre el caso y se atribuyen las defunciones a una espora que afecta a los pulmones y que puede permanecer inactiva hasta activarse, aunque hayan pasado siglos desde que se cerró la tumba.
Fue el Berliner Illustrierte el que recogía las declaraciones del escritor británico Edgar Wallace que afirmaba que la tragedia y la maldición iba unida a quien osaban ofender a las momias de los faraones y dotó de un halo de misterio todo lo ocurrido con la excavación de Howard Carter, su descubrimiento y las muertes que afectaron a parte de su equipo. Así pues, más parece fruto de la imaginación que de la realidad.