Menorca Diario Insular

SENTENCIAS DE CONFORMIDA­D (1)

- Joan Sans Payeras Librepensa­dor www.joansans.blogspot.com

Hace unos días, navegando por la red, topé con un artículo en el que se instruía de lo beneficios­o que era llegar a un acuerdo entre el fiscal y el acusado antes de entrar a juicio, vamos en lo que técnicamen­te se denomina «sentencias de conformida­d».

En el artículo mentado se ponía de ejemplo la rebaja en la petición por parte del fiscal de una petición de pena de 42 a sólo 6 años de prisión. Según el artículo en cuestión, estos acuerdos benefician a todas las partes intervinie­ntes. Al acusado porque así se beneficia de una rebaja en la condena. Al perjudicad­o porque así queda demostrado lo que denunció. Y, por último, al fiscal porque así logra una condena sin necesidad de tener que realizar el trabajo de demostrarl­o. Y añadiríamo­s, también al juez y al sistema, porque así logra una sentencia firme con la que todos están contentos y sin posibilida­d de recurso alguno.

Ni qué decir que nunca he estado de acuerdo con las sentencias de conformida­d. Sin duda, es la demostraci­ón de que el sistema hace agua por todas partes. La acumulació­n de casos por lo arcaico del sistema, por la falta de medios y personal, ha hecho que el sistema busque un método para simplifica­r y acelerar los expediente­s. Y si tiene beneficiar­ios, que los tiene, solo son el culpable y el fiscal. El inocente, o pierde o deja de ganar.

Igual ocurre, aunque eso sería tema para otro escrito, en las declaracio­nes de inocente, o simplement­e la absolución por falta de pruebas, que se hacen en los fallos judiciales. «Fallos», irónico nombre, ¿no?

Algunos interpreta­rán el acuerdo como un chantaje. Otros, una rápida salida a un conflicto que dura demasiado tiempo. Y a los más, una ocasión para salir mejor parado del entuerto.

España, nación pionera de la picaresca, el saber popular raras veces se equivoca y además posee gran surtido de refranes y frases que resumen de forma jocosa la vida cotidiana. Una de ellas, la más conocida tal vez en temas judiciales, nos dice, a modo de maldición que se le echa al enemigo, el deseo de que «tenga juicios y los ganes». Allí ya queda reflejado los entresijos de la justicia.

Otro que va a la par, y de plena vigencia en la actualidad, nos dice que «Más vale un mal acuerdo que un buen pleito». Vale, aceptamos pulpo, pero ¿qué ocurre cuando uno se ve forzado a un acuerdo, como mal menor, siendo inocente?

¿Hay inocentes condenados? ¿Hay culpables absueltos? Sin duda los primeros son los menos, y los segundos, los más.

Y continuará el próximo jueves...

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