Menorca Diario Insular

SENTENCIAS DE CONFORMIDA­D (Y 2)

- Joan Sans Payeras Librepensa­dor www.joansans.blogspot.com

Terminaba el escrito de la semana pasada preguntand­o si había inocentes condenados y si culpables absueltos. La respuesta es clara, de haberlos, haylos. Y añadía que sin duda los primeros son los menos, y los segundos, los más. Vamos, como en política, en que las minorías quedan marginadas. Y acalladas.

Estadístic­a y verdad, aquí quedan desvirtuad­as. Las estadístic­as no pueden realizarse porque ello implicaría que sólo pudieran conocer los datos reales quienes interviene­n bien como actor o como víctima. El resto, en los casos de sentencias de conformida­d, de conocerlo, sería prevaricar, sin duda. Y la verdad, ¿qué verdad? La verdad jurídica no tiene porqué coincidir con la verdad material, la que realmente ocurrió. Y aquí otro dilema, para otro día.

¿Qué ocurre con este mínimo tanto por ciento en el que la verdad jurídica no coincide con la verdad material? ¿Qué ocurre cuando la conformida­d a la que se llegó antes de un juicio viene «forzada» por el miedo a que la interpreta­ción de los hechos por parte de un juez no coincida con lo que realmente ocurrió?

¿Puede ocurrir que algún inocente acepte una condena de culpabilid­ad por miedo y por el mero hecho de así evitar entrar en la cárcel, por si el «fallo» judicial lo condenara a prisión? Y sin duda, algún caso habrá. Estadístic­amente minoritari­os, claro está. Y solo ellos y su familia lo conocerán.

¿Y qué puede conllevar ello? Una carrera larga y psicológic­amente dura. Años y años de instrucció­n, miles y miles de euros entre abogados, indemnizac­iones, multas y demás. Antecedent­es penales que te marcan de por vida, una barrera para el acceso a según qué trabajos y, por si fuera poco, una mancha social que te señalará de por vida. Y todo ello, por un dudoso y mal funcionami­ento del sistema. Presuntame­nte, eso sí.

Y sin derecho a reclamar, porque eso sí, hay aceptación de la culpa. ¿Qué mejor verdad que una «libre» confesión? Verdad jurídica, claro está. Que la material es otra cosa.

Con mejores y más medios humanos y materiales y una mayor profesiona­lidad, sin duda se lograría que esta mínima estadístic­a fantasma, se viera invertida, con más culpables condenados y más inocentes absueltos.

O lo que es lo mismo, igualar o equiparar la verdad jurídica a la verdad material. Y no basta la dedicación de jueces y fiscales, no. La policía judicial, los abogados, las leyes, todos tendrían que remar al mismo tiempo. Y en la misma dirección.

Y mientras, algunas familias quedarán marcadas de por vida.

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