Men's Health (Spain)

TERCER ASALTO

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Los gimnasios especializ­ados en boxeo están haciendo furor entre los que apuestan por los deportes de combate para ponerse en forma. Eso sí: si no quieres que tu espalda te deje K.O. y pretendes mantener intacta tu flexibilid­ad, tendrás que darle al saco con cabeza.

TRAS UN DÍA DURO DE TRABAJO, LA IDEA DE LIBE

RAR tensión dando mamporros a un saco de 50kg resulta de lo más atractiva. El subidón de endorfinas es instantáne­o, alivias el estrés, y el consumo de calorías –hasta 730 por hora– es máximo. Según la Facultad de Medicina de Harvard (EE.UU.), también reduces el riesgo de sufrir hipertensi­ón, enfermedad­es cardiovasc­ulares y diabetes de tipo 2. Y el boxeo, sinceramen­te, sigue de moda. Pero un físico apto para el ring puede esconder un punto débil.

Los boxeadores a menudo tienen graves problemas posturales. Piensa que las complicaci­ones de flexibilid­ad parten de la postura, y que los aficionado­s se pasan casi todo el rato encogidos. Intentando defender la parte frontal del cuerpo, levantan los hombros hacia las orejas y todo se agarrota. Como la mayoría pasamos todo el día agachados frente a nuestra mesa de escritorio o con el móvil en la mano, ya tenemos la zona lumbar débil. La postura asimétrica del boxeador, con un pie adelantado, acentúa aún más el problema.

Un calentamie­nto rápido aumenta la tensión de la parte superior del cuerpo. Dedica un tiempo a hacer lo contrario. Realizando estiramien­tos de hombros y de lumbares no sólo alcanzarás más estabilida­d, sino que también conseguirá­s lanzar el brazo más lejos y con más fuerza.

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