Men's Health (Spain)

DALE UN BUEN LATIGAZO A TU VIDA SEXUAL

- POR JENNY NORDBAK

¿Quieres satisfacer tus fantasías más ocultas? Escucha a una ex dominatrix. Cuando acabé la universida­d, llevé una doble vida durante un par de años. De día era Jenny, la dignísima secretaria, pero de noche me convertía en Mistress Scarlett, dominatrix en una mazmorra de Los Ángeles, en la que aprendí muchos secretos. Aunque, por supuesto, ya tenía una gran experienci­a personal previa...

Cuando empecé a practicar sexo, sentía una enorme presión por darle placer a mi pareja. Así que, si yo no alcanzaba el clímax, debía ser porque estaba haciendo algo mal, ¿no? Durante años, fingí el orgasmo: me sentía demasiado insegura como para decirles lo que necesitaba. El sexo consistía en darles placer a ellos. Si quería mi ración, me masturbaba.

Pero el último año de universida­d decidí explorar lo que quería realmente. Cuando cayó en mis manos un anuncio que ofrecía trabajo en una mazmorra, ni me lo pensé. Eso sí: se lo oculté a mi novio durante meses, por miedo al rechazo, hasta que un día descubrí que él también tenía un secreto: me engañaba con su ex.

Aquella relación acabó, pero me abrió los ojos, y vi lo tontos que podemos ser al pensar que somos los únicos que ocultamos algo.En la mazmorra también descubrí lo mucho que nos asusta hablar de lo que realmente queremos en la cama. Antes de cada sesión, me reunía con los clientes en una especie de sala de entrevista­s, un espacio sagrado que era en parte confesiona­rio y en parte diván de psicólogo, donde manifestab­an en voz alta (a veces por primera vez en su vida) sus deseos más oscuros y sus vergüenzas más profundas.

“EN LA MAZMORRA TAMBIÉN DESCUBRÍ LO MUCHO QUE NOS

ASUSTA HABLAR DE LO QUE REALMENTE QUEREMOS EN LA CAMA”

Sabían que no les juzgaría, y eso les resultaba liberador. Y créeme: esa sensación de seguridad es lo que necesitamo­s en nuestras relaciones de pareja. Mi experienci­a me enseñó esa valiosa lección… y unas cuantas cosas más.

1. Tu secreto nunca es tan dramático como te parece. Muchas veces he tenido que aguantarme la risa al oír las cosas absurdamen­te inocentes que la gente oculta a sus parejas. Algunos hombres, por ejemplo, sencillame­nte sentían fascinació­n por los pies de sus esposas. Puedo garantizar­te que esas mujeres no iban a hacer ascos a un buen masaje de pies, pero para ellos era motivo de profunda vergüenza. Da miedo ser diferente, pero créeme: casi nadie tiene como modelo sexual a los estereotip­os inmaculado­s que vemos en las películas.

2. En el centro de cualquier secreto sexual está el miedo al rechazo. Un cliente mío deseaba desesperad­amente que su esposa lo usara como silla. Como lo oyes. Un día hizo acopio de valor y se lo confesó… y la mujer se rió. Luego le pidió disculpas, hablaron del tema, y ella se mostró más que dispuesta a dejarle explorar su fantasía. ¿La lección? No anticipes, y no dejes que te afecte la reacción inicial de tu pareja. La pillarás por sorpresa, y su respuesta negativa puede indicar insegurida­d, más que crítica.

3. Nos gusta pensar que tenemos una mentalidad abierta… hasta que nos ponen a prueba. Piensa en tu pareja participan­do en alguna actividad morbosa. ¿Ya? Ahora piensa en tu pareja contándote­lo y en cómo podría afectar esta con- fesión a vuestra relación. Ese es el quid de la cuestión: ¿querrías que estuviera reprimida e insatisfec­ha, o que fuera totalmente honesta contigo aunque después nunca pudieras verla del mismo modo? Yo quiero que mi pareja me cuente todo lo que quiera, por bueno, malo o desagradab­le que sea. Vale la pena someterse a un mínimo de incomodida­d, para alcanzar un buen nivel de intimidad.

4. En las primeras fases de una relación se finge muchísimo porque aún no se ha adquirido confianza, y encontrar el momento ideal para abrirse puede llegar a ser complicado. Pues bien, te voy a contar algo: no existe el momento ideal. Así que lánzate ya.

5. El miedo a revelar deseos lleva en muchos casos a la incompatib­ilidad sexual. Pongamos que una mujer que fantasea con estar con un macho alfa descubre que a su pareja le gusta ser sumiso de vez en cuando. No pasa nada. Una relación sana es un toma y daca. Si un día te toca poner las necesidade­s de tu pareja por delante, otro te tocará a ti marcar el ritmo, y así ambos podréis conseguir vuestras dosis de satisfacci­ón. ¿Qué demuestra esto? Que siempre hay un modo saludable de expresar los deseos y cumplirlos, si las parejas están dispuestas a ser creativas.

6. Aunque no tengas ni un solo secreto, crea un espacio en el que tu pareja se sienta cómoda revelándot­e los suyos. Y hazte un favor: cuando la escuches sincerarse, hazlo como si te estuviera contando una historia sobre otra persona. Así te impresiona­rá menos lo que pueda decirte.

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