DALE UN BUEN LATIGAZO A TU VIDA SEXUAL
¿Quieres satisfacer tus fantasías más ocultas? Escucha a una ex dominatrix. Cuando acabé la universidad, llevé una doble vida durante un par de años. De día era Jenny, la dignísima secretaria, pero de noche me convertía en Mistress Scarlett, dominatrix en una mazmorra de Los Ángeles, en la que aprendí muchos secretos. Aunque, por supuesto, ya tenía una gran experiencia personal previa...
Cuando empecé a practicar sexo, sentía una enorme presión por darle placer a mi pareja. Así que, si yo no alcanzaba el clímax, debía ser porque estaba haciendo algo mal, ¿no? Durante años, fingí el orgasmo: me sentía demasiado insegura como para decirles lo que necesitaba. El sexo consistía en darles placer a ellos. Si quería mi ración, me masturbaba.
Pero el último año de universidad decidí explorar lo que quería realmente. Cuando cayó en mis manos un anuncio que ofrecía trabajo en una mazmorra, ni me lo pensé. Eso sí: se lo oculté a mi novio durante meses, por miedo al rechazo, hasta que un día descubrí que él también tenía un secreto: me engañaba con su ex.
Aquella relación acabó, pero me abrió los ojos, y vi lo tontos que podemos ser al pensar que somos los únicos que ocultamos algo.En la mazmorra también descubrí lo mucho que nos asusta hablar de lo que realmente queremos en la cama. Antes de cada sesión, me reunía con los clientes en una especie de sala de entrevistas, un espacio sagrado que era en parte confesionario y en parte diván de psicólogo, donde manifestaban en voz alta (a veces por primera vez en su vida) sus deseos más oscuros y sus vergüenzas más profundas.
“EN LA MAZMORRA TAMBIÉN DESCUBRÍ LO MUCHO QUE NOS
ASUSTA HABLAR DE LO QUE REALMENTE QUEREMOS EN LA CAMA”
Sabían que no les juzgaría, y eso les resultaba liberador. Y créeme: esa sensación de seguridad es lo que necesitamos en nuestras relaciones de pareja. Mi experiencia me enseñó esa valiosa lección… y unas cuantas cosas más.
1. Tu secreto nunca es tan dramático como te parece. Muchas veces he tenido que aguantarme la risa al oír las cosas absurdamente inocentes que la gente oculta a sus parejas. Algunos hombres, por ejemplo, sencillamente sentían fascinación por los pies de sus esposas. Puedo garantizarte que esas mujeres no iban a hacer ascos a un buen masaje de pies, pero para ellos era motivo de profunda vergüenza. Da miedo ser diferente, pero créeme: casi nadie tiene como modelo sexual a los estereotipos inmaculados que vemos en las películas.
2. En el centro de cualquier secreto sexual está el miedo al rechazo. Un cliente mío deseaba desesperadamente que su esposa lo usara como silla. Como lo oyes. Un día hizo acopio de valor y se lo confesó… y la mujer se rió. Luego le pidió disculpas, hablaron del tema, y ella se mostró más que dispuesta a dejarle explorar su fantasía. ¿La lección? No anticipes, y no dejes que te afecte la reacción inicial de tu pareja. La pillarás por sorpresa, y su respuesta negativa puede indicar inseguridad, más que crítica.
3. Nos gusta pensar que tenemos una mentalidad abierta… hasta que nos ponen a prueba. Piensa en tu pareja participando en alguna actividad morbosa. ¿Ya? Ahora piensa en tu pareja contándotelo y en cómo podría afectar esta con- fesión a vuestra relación. Ese es el quid de la cuestión: ¿querrías que estuviera reprimida e insatisfecha, o que fuera totalmente honesta contigo aunque después nunca pudieras verla del mismo modo? Yo quiero que mi pareja me cuente todo lo que quiera, por bueno, malo o desagradable que sea. Vale la pena someterse a un mínimo de incomodidad, para alcanzar un buen nivel de intimidad.
4. En las primeras fases de una relación se finge muchísimo porque aún no se ha adquirido confianza, y encontrar el momento ideal para abrirse puede llegar a ser complicado. Pues bien, te voy a contar algo: no existe el momento ideal. Así que lánzate ya.
5. El miedo a revelar deseos lleva en muchos casos a la incompatibilidad sexual. Pongamos que una mujer que fantasea con estar con un macho alfa descubre que a su pareja le gusta ser sumiso de vez en cuando. No pasa nada. Una relación sana es un toma y daca. Si un día te toca poner las necesidades de tu pareja por delante, otro te tocará a ti marcar el ritmo, y así ambos podréis conseguir vuestras dosis de satisfacción. ¿Qué demuestra esto? Que siempre hay un modo saludable de expresar los deseos y cumplirlos, si las parejas están dispuestas a ser creativas.
6. Aunque no tengas ni un solo secreto, crea un espacio en el que tu pareja se sienta cómoda revelándote los suyos. Y hazte un favor: cuando la escuches sincerarse, hazlo como si te estuviera contando una historia sobre otra persona. Así te impresionará menos lo que pueda decirte.