TU RECETA
Los hombres solemos responder a la ansiedad con pasividad. Pasarte horas viendo Netflix o HBO es intentar evitar lo inevitable. No te engañes: en cuanto acabes el visionado, tu ansiedad volverá a estar justo dónde la dejaste. Considera la relajación un músculo más, que deberías entrenar a diario. Si la mera idea de ponerte a meditar te provoca ansiedad, concéntrate en aprender a respirar de nuevo. Túmbate boca arriba con una mano sobre el vientre. Cuando inspires, nota como sube. Cuando espires, nota como baja. La respiración abdominal profunda ayuda a reducir la frecuencia cardíaca, la presión arterial y otras manifestaciones fisiológicas del estrés. Tampoco subestimes el poder del ejercicio físico, de las actividades al aire libre y de las prácticas espirituales intensas para combatir el estrés.