UNA SABROSA HISTORIA DE LA OLIMPIADA
Un estudio realizado por un investigador de la Universitat Oberta de Catalunya analiza cómo ha evolucionado la alimentación en los Juegos Olímpicos, desde 1896. Y nos ha descubierto hechos sorprendentes.
EL SUMINISTRO de alimentos durante los Juegos Olímpicos es uno de los aspectos clave para comprender la historia de la nutrición deportiva y cómo han evolucionado las estrategias nutricionales de los atletas desde finales del siglo XIX. Ya han pasado casi 130 años desde que, en 1896, se celebraron en Atenas los primeros Juegos Olímpicos de la edad contemporánea, y ahora Xavi Santabàrbara, investigador de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya) ha realizado una tesis doctoral que constituye un completo estudio de cómo han evolucionado la dieta y la nutrición olímpica, desde aquellos ya lejanos primeros Juegos celebrados en Atenas.
“En las primeras ediciones no había villas olímpicas, los atletas eran amateurs, bebían vino y todavía pensaban, como en la antigua Grecia, que si comían pata de cabra tendrían la fuerza de dicho animal. Hoy, hay que preparar 50.000 comidas cada día, informar bien, incluir opciones vegetarianas y velar por la sostenibilidad”. Así lo explica el autor de la completa tesis, graduado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte.
El estudio explica que en aquellos primeros Juegos la organización solo facilitaba comida a los dirigentes de cada país. Eran las delegaciones las que tenían que proveerse de sus alimentos, y en algunos casos, los atletas se los costeaban de sus bolsillos. Durante la maratón los corredores se refrescaron con naranjas, ya que no había agua disponible durante todo el recorrido. Y el corredor Spiros Luis, que estaba persiguiendo al líder, se detuvo para comer algo de pan y beber vino. Tras aquello, se puso en cabeza y ganó la prueba. Su triunfo fue atribuido a las propiedades del vino.
COMER EN LA VILLA OLÍMPICA
En los Juegos de San Luis, en 1904, los corredores de maratón no tuvieron agua hasta el kilómetro 19, en el que pudieron beber de un pozo, lo que causó problemas estomacales a muchos de ellos. Y en Estocolmo 1912, los atletas estadounidenses se quejaron de que no podían conseguir cereales para sus desayunos, ya que en aquella época no eran habituales en Europa. En aquellas ediciones, la alimentación alternaba las comilonas de los banquetes oficiales con la disponibilidad de lo que se pudiera conseguir. No había criterios dietéticos unificados.
Las cosas empezaron a cambiar con el surgimiento de la Villa Olímpica, en los Juegos de Los Ángeles en 1932, que obligó a los organizadores a plantearse la alimentación de los atletas a gran escala y de forma más global. Un informe señalaba: “Es imposible servir las comidas que desea cada delegación con una única cocina y un único comedor. Ni un hostelero suizo lograría tal hazaña”. Por eso, se construyeron
En las primeras SE ediciones CONSIDERABA ALCOHOL que el POTENCIABA el rendimiento
31 comedores con equipos encargados de preparar menús culturalmente adecuados a cada delegación. El menú básico incluía salchichas, gofres, huevos y cereales para el desayuno, y carne de vacuno, pescado, verduras y frutas para el almuerzo y la cena, aunque se podían cambiar ingredientes y platos a petición de cada delegación.
Cada nueva edición sirvió para internacionalizar algunos de los platos típicos de la gastronomía del país anfitrión. Un buen ejemplo es el de los Juegos en Japón. Según el estudio de Santabàrbara, el país nipón siempre había sido reticente a considerar su dieta como interesante para los deportistas, hasta que en los Juegos de Tokio, en 1964, la selección de voleibol femenina ganó la medalla de oro. “Su entrenador explicó la dieta que hacían las deportistas, centrada en bolas de arroz y pescado. Esto cambió la forma de ver la alimentación japonesa”, detalla el investigador.
PROTEÍNAS CON ALCOHOL
El estudio también refleja los cambios que se han producido en la sociedad y en la alimentación de los atletas a lo largo del siglo pasado. “La nutrición deportiva ha pasado de ser una anécdota y un mito a una especialidad consolidada basada en la evidencia científica. Y los Juegos Olímpicos lo ponen de relieve. Por ejemplo, a principios del siglo XX se consideraba que las proteínas eran lo más importante. A mediados de los años cuarenta, las investigaciones ya determinaron que lo que da energía es el hidrato de carbono. Y, después de la Segunda Guerra Mundial, en los Juegos Olímpicos de Helsinki, ya se tenía en cuenta la importancia de los hidratos”, subraya el autor.
Resulta también curioso comprobar cómo evolucionó el papel de las bebidas alcohólicas. En las primeras ediciones de los juegos modernos, se consideraba que el alcohol comportaba mejoras en el rendimiento, y en los juegos de 1936 varias delegaciones consumían grandes cantidades de alcohol. No fue hasta 1976, durante los Juegos de Montreal, cuando las bebidas alcohólicas quedaron definitivamente proscritas en la Villa Olímpica, donde solo podían degustarse en el restaurante internacional.