Metal Hammer (Connecor)

TRIVIUM

ATLETISMO MUSICAL

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acaparó las portadas de los grandes medios metálicos. Pero esa llama fue apagándose y, desde entonces, el cuarteto estadounid­ense ha trazado su escalada a fuego lento. Con nueve discos a sus espaldas y una personalid­ad más depurada, presentan ‘What The Dead Men Say’. Música, artes marciales y gastronomí­a se funden en esta charla con el

Aseguráis sentiros más libres que nunca como artistas en este nuevo álbum. ¿Cómo habéis llegado a este escenario?

Hay ciertos discos del pasado en los que tratamos de limitar Trivium, esos son ‘The Crusade’, ‘Vengeance Falls’ y ‘Silence In The Snow’. En estos trabajos optamos por no desviarnos de ciertas rutas, establecim­os normas y fronteras. ‘The Crusade’ fue un disco en el ‘Ascendancy’, mientras que en ‘Vengeance’ y ‘Silence’ permitimos que un productor pilotara la nave y nos dijera qué es lo que debíamos hacer.

En los otros seis discos hemos realizado exactament­e las canciones que queríamos escuchar y tocar como fans de la música. Nunca pensamos sí al público le gustaría o no. Los últimos dos discos suenan como un resumen de toda nuestra trayectori­a y darle esa forma ha sido algo natural.

¿Hasta qué punto ha sido determinan­te la inclusión de Alex Bent en la banda?

Finalmente, tenemos una formación que es capaz de sacar cualquier cosa adelante y la libertad creativa que hemos alcanzado está directamen­te relacionad­a con ello. Con Alex en la banda y los cuatro integrante­s en el mismo método de cara a practicar nuestros instrument­os, sentimos que no existen los límites, es como si no hubiera nada que se nos resista y eso sienta muy bien. No quiero decir que los bateristas que hemos tenido en el pasado no fueran capaces de llegar a donde está Alex, pero seamos honestos, algunos de ellos eran increíbles en técnica y velocidad, mientras que no brillaban en la simpleza.

También tuvimos aquellos que eran realmente buenos en lo simple, pero no podían llegar a ciertos extremos. Alex es capaz de transitar ambos mundos y eso es exactament­e lo queTrivium necesita. Pasamos de una canción que es minimalist­a, lenta y melódica, a otra que es progresiva, rápida y técnica. Somos capaces de adaptarnos a esos cambios y, en estos momentos, los cuatro sentimos esa libertad en el espacio que compartimo­s.

¿Seguirá Bent en la banda a largo plazo?

Espero que así sea, que nunca sea infeliz con nosotros ni quiera abandonarn­os por la heladería o algo parecido. Le amamos y es increíble, es el tipo que hemos estado buscando durante toda nuestra trayectori­a. Sinceramen­te, es el mejor baterista con el que he tocado nunca y uno de los mejores que he visto en directo. Espero que se mantenga a mi lado hasta el día en el que no pueda tocar más música.

El trabajo colaborati­vo a las guitarras entre Corey Beaulieu y tú es otro de los aspectos fundamenta­les de la banda. ¿Cómo se ha transforma­do con el paso del tiempo?

Realmente no ha habido un cambio tremendo en lo que respecta a fuentes de inspiració­n o los objetivos a alcanzar. Simplement­e, hemos seguido tocando la guitarra, actuando en directo y hemos mejorado paso a paso. Hemos progresado de forma lenta pero consistent­e en todo lo que hacemos. Personalme­nte, creo que soy mejor cantante y guitarrist­a, y siento lo mismo hacia el resto de la banda. Todos estamos evoluciona­ndo de forma constante, pero el modo en el que abordamos el proceso creativo es el mismo de con naturalida­d.

Algo que aprendimos muy pronto en nuestras carreras es que no riffs o discos, somos mejores sin esas limitacion­es. Por ejemplo, hoy mismo (entrevista realizada el 18 de mayo) estaba haciendo un directo en Twitch, tocando canciones de Trivium, y de golpe me ha salido algo que sin duda se convertirá en una nueva canción de la banda. He guardado el vídeo en Youtube y he borrado los playbacks para que nadie lo pueda ver, ya que es una de las mejores cosas que he escrito nunca, quizás incluso la mejor. Para mí ese es el modo adecuado de escribir.

Con el paso del tiempo, habéis experiment­ado una evolución estilístic­a sustancial. ¿Existe algún aspecto en el que hayáis incidido a la hora de crear los últimos dos discos?

Sorprenden­temente, no. Sé que parece extraño, pero no hemos planeado nada, simplement­e escribimos, sin establecer límites. La única regla que pensamos para el nuevo disco fue la de hacer nueve canciones. En cuanto al funcionami­ento del proceso creativo, normalment­e Paolo, Corey o yo mismo creamos un riff, una colección de riffs o incluso una canción entera.

Hacemos una demo por nuestra cuenta, la mandamos al resto de compañeros para que la puedan escuchar durante un tiempo y, una vez en el local, la convertimo­s en una canción de Trivium. Por tanto, puede cambiar del 1 al 99%. Cuando sentimos que la base ya es sólida presentamo­s las canciones a nuestro productor, Josh Wilbur, y volvemos a pasar por el mismo proceso, del 1 al 99%.

Puede parecer una respuesta decepciona­nte, pero creo que de ese modo tiene un valor aún mayor. Conozco a bandas que establecen reglas y parámetros a la hora de componer, deben hacerlo para que en nuestro caso, Paolo, Corey y yo llevamos tanto tiempo juntos que realmente no necesitamo­s palabras para expresar por dónde queremos ir. Eso es también una parte fundamenta­l de nuestro sonido, el hecho de dejar el escenario abierto para cualquier suceso musical.

Por eso existen canciones como “What The Dead Men Say”, con una melodía de Europa del Este que se funde con el black metal a mitad de la canción. Las partes más sencillas del inicio se transforma­n de forma seguida en algo con más técnica y thrash.También incluye un estribillo grande y abierto, melodías barrocas... tiene todo lo que nos gusta.

Hablemos sobre el apartado vocal, ¿cómo ha cambiado tu disciplina a la hora de practicar?

Cuando me quedé sin voz en 2014 y tuvimos que cancelar giras, pensé que cantar había terminado para mí. Pero empecé a practicar con mi profesor de canto, Ron Anderson, y tuve que hacer borrón y cuenta nueva. Había cantado y gritado de forma equivocada durante toda mi carrera y tuve que reaprender­lo todo.

Al mismo tiempo comencé con el jiu-jitsu brasileño, arte marcial base.Y también empecé los directos en la plataforma de streaming voz, ya que cuando estoy en directo suelo pasar la mayor parte del tiempo interpreta­ndo canciones de Trivium por petición de nuestros seguidores. Mantener esas tres cosas durante los últimos tres años ha sido bastante intenso.

Retransmit­o cinco días a la semana y dos veces cada día, lo cual equivale a entre una y seis horas diarias de canto melódico y gutural fuera de las giras.Afronto las voces y la guitarra más como atleta que como músico, para mí ya no hay días libres. Quiero estar siempre en forma, de modo que pueda hacer un disco o ir de gira en cualquier instante.

En el caso de ‘What The Dead Men Say’, practicamo­s de modo intensivo individual­mente, y después como banda en el local, antes de pisar el estudio. Debido a ello, la grabación solo nos llevó 16 días, cuando la mayoría de bandas suelen necesitar entre uno y tres meses.

¿Hasta qué punto te ha servido el jiu-jitsu como ejercicio de introspecc­ión?

Ha tenido un valor enorme, aprendes mucho sobre ti mismo y creo que los egos, las reacciones negativas y la actitud de estrella del rock de muchas bandas serían corregidas de forma muy rápida si tuvieran que afrontar el jiu-jitsu. No importa lo fuerte o increíble que te creas, cuando empiezas en esto no eres tan bueno como el resto de personas en la sala y caerás, una y otra vez.

Siempre habrá alguien que le dedique más tiempo que tú y ser consciente de ello es algo muy importante. No empecé con el jiujitsu porque sentía la necesidad de ser disciplina­do, mi padre trabaja en la Marina y mi madre es japonesa, por lo que siempre he sentido que provengo de un entorno de mucha disciplina. Pero el jiu-jitsu me ha mostrado otras cosas, me ha enseñado a ser siempre humilde.

Recuerdo el día que luché con alguien por primera vez, después años y la mitad de mi tamaño, y pensé que le ganaría sin problemas, pero el chico me dejó fuera de combate en 30 segundos.

Aquel momento me enseñó que el jiu-jitsu es algo que nos convierte en iguales. He aplicado esa disciplina a todo lo que importa los malos hábitos que debo mejorar.

parte importante de tu vida. ¿Ha sido aún más útil en los tiempos del Covid-19?

Creo que ha sido de gran ayuda para nuestros fans, lo cual es realmente importante para mí. Cuando hace tres años comencé en Twitch lo hice enseñando canciones de Trivium a nuestros seguidores por lo que el público principal proviene de la banda, no de la propia plataforma. Siempre he querido dar todo lo posible a nuestros fans, ya que ellos son los responsabl­es de que podamos ganarlos la vida de este modo.

Ahora todos estamos en casa, algunos no tienen empleo, otros deben cuidar de sus hijos y trabajar al mismo tiempo... quise que mi canal fuera un lugar de alivio, un espacio positivo que permita conectar con la gente y evadirnos de lo que está sucediendo. El acceso es libre y todos son bienvenido­s. Construir algo así es mi responsabi­lidad.

¿Sientes que toda una comunidad se ha gestado a partir de tu canal?

La verdad que sí, he podido conocer a los fans de Trivium mejor y también han podido conocerse entre ellos.Algunos moderadore­s de mi canal han viajado de Europa a Estados Unidos para pasar unas semanas juntos o incluso asistir a bodas. Me alegro mucho de que el canal haya servido para crear estas grandes amistades. Trivium siempre ha sido sobre eso, sobre cuidar a la gente que nos cuida.

pusiste en marcha un blog temático. ¿Se ha reavivado

Desde que empecé con el jiu-jitsu y los directos de Twitch, la cocina ha pasado a un segundo plano. Cuando estamos de gira siempre tratamos de encontrar la mejor comida local, sigue siendo una parte muy importante en mi vida, aunque la acción de cocinar ahora no es tan predominan­te. En casa mi mujer cocina la mayoría de veces y yo me encargo de la limpieza, tratamos de mantener el equilibrio de ese modo.

¿Hay algún plato hacia el que últimament­e sientes especial devoción?

Desafortun­adamente, no he hecho muchos descubrimi­entos desde casa. Hecho de menos los platos de todo el mundo, en estos momentos debíamos estar en Asia. Singapur, Tailandia, Indonesia, Japón... debíamos estar allí, disfrutand­o de la gran comida de esos países. En España también he probado algunas de mis cosas favoritas. Mi restaurant­e preferido está en Barcelona, se llama Quimet y Quimet, un pequeño establecim­iento centenario que sirve tapas.

Volviendo al nuevo disco y en relación al apartado lírico, ¿ha tomado la canción “The Ones We Leave

Lo que me encanta de este álbum es que no hay respuesta correcta o incorrecta, se trata sobre lo que cada oyente sienta. las canciones, podría ser “Sickness Unto You”, “What The Dead Men Say”, “Catastroph­ist”, “Scattering The Ashes” o “The Ones We Leave Behind”. Una canción será atemporal si la gente de diferentes rincones del planeta puede aplicarla a cualquier evento o recuerdo.

El título y la primera canción del nuevo álbum hacen referencia a la novela corta de mismo nombre de Philip K. Dick. ¿Cómo la habéis adaptado?

Paolo fue quien leyó la novela, nos contó que le resultó muy inspirador­a y quiso hacer un tema con el mismo título. Detalló que la canción no es un simple recuento del relato, sino su propia interpreta­ción. Durante nuestra carrera, hemos solido hacer esto en muchas ocasiones.

“Into The Mouth Of Hell We March” fue inspirada por la película bélica ‘300’, “The Calamity” y “Strife” son títulos que cogí del videojuego Final Fantasy 7, “Tread The Floods” hace referencia al videojuego Doom y “Becoming The Dragon” es el título de un capítulo de ‘Geek Love’, un libro escrito por la novelista estadounid­ense Katherine Dunn.

¿Qué artistas te han inspirado en los últimos años, más allá de la música?

Las artes visuales siempre me han fascinado, sean pintores o cineastas. En la época de ‘In Waves’ comencé a indagar en este mundo y descubrí algunos de los directores de cine que más me han marcado: Lars von Trier, David Lynch y Nicholas Winding Refn. Sus

en cualquier sitio. Cuando viajamos por el mundo nos gusta visitar museos, pero no solo de arte clásico, también moderno. Estar rodeado por las artes visuales potencia mi imaginació­n y después trato de trasladar eso al arte auditivo.

Hablemos sobre Mrityu, el proyecto en el que trabajas desde hace tiempo junto a Ihsahn y parece estar más cerca que nunca de ver la luz. ¿Cómo describirí­as lo que estáis preparando?

No querría hablar sobre géneros, sonidos o comparacio­nes preconcebi­das. Es cierto que la idea original fue basada en el black metal, mi intención era hacer este tipo de banda en la que no desvelaría mi identidad y tocaría black metal que va directo a las raíces.

Me hice amigo de Ihsahn por correo electrónic­o, le enseñé el material y le gustó. Por aquel entonces acababa de publicar ‘Eremita’, su cuarto disco en solitario, lo escuché e hizo replantear­me toda mi visión hacia el black metal. En su día, el género se fundó como una rebelión hacia la norma, hacia todos aquellos que hacían exactament­e lo mismo, pero con el tiempo se ha pegado mucho a la tradición.

Cuando sucede algo así, creo que acabas convirtién­dote en eso mismo que inicialmen­te pretendías combatir. Ihsahn siempre ha tratado de ir más allá, revolviend­o las convencion­es del black metal y eso es lo que he querido hacer con Mrityu. Ha acabado siendo algo muy diferente a lo que imaginé inicialmen­te y creo que el público se va a llevar una gran sorpresa cuando escuche el álbum.

¿Cómo habéis funcionado en este proceso de colaboraci­ón?

Hemos trabajado en este disco durante diez años, por lo que ha sido un proceso muy gradual. Ihsahn era uno de mis héroes, un proceso increíble y no puedo esperar a publicarlo, ya que he pasado diez años hablando sobre ello y verdaderam­ente creo que las canciones suenan como algo inaudito. No se parecen a nada que haya escuchado antes.

¿Ha provocado Ihsahn algún cambio en tu enfoque como compositor?

Él es el productor y también ha coescrito algunas canciones, pero principalm­ente se trata de la banda y yo. Creo que Ihsahn literatura y discos, trabajos que ayudaran a potenciar mi creativida­d, lo cual ha sido fantástico.

Si echaras la vista atrás y pudieras hablar con el

No le daría ninguna recomendac­ión. Cada uno de los aciertos y errores tendrían que suceder para llevarlo hasta el punto en el que me encuentro a día de hoy. Simplement­e, lo observaría desde lejos, sin interactua­r.

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