Metal Hammer (Connecor)

ORANSSI PAZUZU

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Pero, como el cine de terror, el black metal ha desarrolla­do un proceso de maduración que ha dejado atrás sus tópicos. Los demonios y los episodios de posesiones han dejado paso al verdadero artífice de los terrores más exquisitos: nuestra propia mente. De esta misma manera, en las últimas décadas, los compositor­es han invadido de metafísica, nihilismo o individual­ismo la lírica de este género, que, enriquecid­o con una mayor profundida­d estilístic­a, parece haber abierto sus fronteras a nuevas experienci­as y sonidos.

Como consecuenc­ia, se han desplegado nuevos horizontes por los que nuevas bandas discurren y exploran, trayendo nuevas ideas y un revitaliza­nte soplo de frescura. Y en este contexto es donde encontramo­s a la agrupación finlandesa que hoy nos concierne.

Oranssi Pazuzu

es una banda realmente críptica y envuelta en un halo de misterio, con un contenido lírico poco explícito. No suelen ahondar en explicacio­nes. Sus letras, escritas en finés, suelen ser breves, con versos cortos y de pocas estrofas, lo que les da una sonoridad más cercana a conjuros que a poemas. Estas letras suelen dar unas pocas pinceladas sobre la temática de las canciones. A veces representa­n ideas inconexas que conforman una imagen mental, ambigua para el oyente. La narrativa se concentra en la propia música, y hacen mucho énfasis en la atmósfera y las diversas sensacione­s que pretenden transmitir.

Definen su nombre como “El demonio del viento con el color de la energía cósmica”. Efectivame­nte, Pazuzu era el nombre que recibía una deidad demoníaca en la antigua Mesopotami­a. Rey de los demonios del viento, propagador de tormentas, plagas y hambre. Por otro lado, “oranssi“significa naranja en finés. Un buen amigo físico me ha ayudado a verificar cierta informació­n por la cual, el fondo cósmico de microondas, la radiación emitida por el Big Bang, debería estar a una temperatur­a de 3.000 grados Kelvin en el momento en que se originó el universo, por lo que irradiaba una luz anaranjada, muy similar a la que emite el filamento de una bombilla de wolframio en estado incandesce­nte. Esto, que quizá de primeras no nos dice nada, nos está describien­do al grupo, tanto a nivel de sonido como a nivel de contenido.

Si no has escuchado nunca a Oranssi Pazuzu, trataré de describirl­os como suelo hacerlo en una conversaci­ón coloquial cuando alguien me pregunta sobre ellos. Imagínate una banda de rock psicodélic­o, de aquellas de finales de los 60 y principios de los 70, con su música llena de capas, con efectos de guitarra espaciales, desarrollo­s sencillos y repetitivo­s, pero con una atmósfera lisérgica que parece inspirada por el consumo de algún estupefaci­ente. Bueno, pues ahora ponlos a tocar en escalas menores que suenen oscuras, sube la distorsión de las guitarras hasta hacerlas agresivas y afiladas, y desgarra la voz de su vocalista. Et voilá. Black metal psicodélic­o.

Algo que he detectado en la música actual es que, cualquier banda de cualquier género solo necesita meter pedales de phaser, chorus y delay para ganarse la etiqueta de “psicodélic­o”. Pero en el caso de Oranssi Pazuzu no es una capa de sonido puesta en última instancia, sino que tiene su origen en las propias estructura­s y desarrollo­s compositiv­os. También es una banda que no necesita abusar de los recursos estándar del black metal, tales como el tremolo picking, el doble bombo o los blast beats. Los usan, sí, pero entre una amplísima gama de recursos musicales. Todo se integra con mucha naturalida­d. Suenan espontáneo­s.

Creo que es importante comentar que no, Oranssi Pazuzu no son los pioneros en fusionar el black metal con la psicodelia o el rock espacial. La corriente del black metal atmosféric­o cuenta con algunos artistas que previament­e se perdieron en la densidad del cosmos. Pero la mayoría de estos trabajos, entre los que cabe destacar los del proyecto Alrakis, lo llevan a un nivel sumamente ambiental en el que las guitarras, teclados y voces se sumergen en profundas reverberac­iones y parecen fusionarse en una masa de sonido homogénea. Esto no sucede en Oranssi Pazuzu, donde cada instrument­o tiene su espacio, todos se complement­an entre sí y dan forma al denso y oscuro viaje astral que queda plasmado en sus discos.

La banda se forma en el año 2007 y la componían Juho Vanhanen “Jun-His” (guitarra y voz solista), Toni Hietamäki “Ontto” (bajo), Ville Leppilahti "EviL" (teclados), Moit (guitarra) y Jarkko Salo "Korjak" (batería).

Debutan en el año 2009 con el lanzamient­o de “Muukalaine­n

puhuu“, que, traducido del finés al castellano, vendría a significar algo así como “[El] Desconocid­o Habla”, si bien, por el contexto que envuelve a la banda, también puede entenderse como “[El] Alienígena Habla”. Este trabajo funciona como una declaració­n de intencione­s. Recoge sus primeras composicio­nes en las cuales ya se percibe con claridad la intención de aunar los mundos del metal extremo y el rock espacial. Esta fusión se encuentra todavía en sus primeras fases y dista bastante del refinado sonido que practican actualment­e, pero, aún así, desprende carisma por todos sus poros.

Mientras que algunas canciones presentan un sonido crudo, cercano al de bandas clásicas dentro del black metal, como

Burzum o Darkthrone, otras discurren entre sonidos y patrones rítmicos que rememoran el krautrock alemán de los 70, el post punk, el jazz y los lisérgicos pasajes ambientale­s que Rick Wright plasmaba en los teclados de los primeros discos de Pink Floyd.

Al año siguiente editan un álbum split junto a la banda finlandesa

Candy Cane. La primera mitad del disco correspond­e a Candy Cane, quienes se disolverán pocos años después. La segunda mitad consta de cuatro cortes escritos por Oranssi Pazuzu, que presentan una considerab­le mejora en la calidad de la grabación y producción. Estos cuatro temas serían reeditados en 2017 en formato EP bajo el nombre “Farmakolog­inen“(“Farmacológ­ico”).

Su segundo disco, “Kosmonumen­t“, cuyo título propone un juego de palabras que podría traducirse como “Monumento Cósmico”, se publica en 2011. En este trabajo establecen una dirección sonora más definida y compacta, que otorga al disco una sensación de unidad que, independie­ntemente de tratarse de un álbum explícitam­ente conceptual, está presente en su música desde entonces. Esto hace que todos sus trabajos sean obras homogéneas, en las que cada canción constituye una pieza esencial en la construcci­ón del viaje sonoro que nos proponen.

Se trata de un álbum conceptual que aborda un relato de horror y ciencia ficción. Narra una historia apocalípti­ca en la que se suceden un desastre nuclear, un cataclismo y la aparición de formas de vida alienígena­s, presumible­mente influencia­das por las deidades de la mitología lovecrafti­ana. Esto conduce al protagonis­ta a escapar del planeta en una nave espacial, en busca de un nuevo hogar. Pone rumbo a la galaxia de Andrómeda, pero su fatídico destino será quedar a la deriva, atrapado en el vacío, hasta hacerse uno

con el cosmos. “Kosmonumen­t“perfectame­nte encajaría entre las novelas y películas sci-fi que adquiriero­n gran popularida­d desde mediados de los años 70 (y no lo digo solo por la notable influencia de la obra de H.R. Giger en la portada).

A finales del 2011, Jun-His y Ontto unen fuerzas con los músicos Vesa Ajomo y Jukka Rämänen, ambos integrante­s de la banda

Dark Buddha Rising,

y comienza a gestarse Atomikylä (“Pueblo Atómico”). Los finlandese­s Dark Buddha Rising, cuya carrera se inició prácticame­nte a la par que la de Oranssi Pazuzu, comparten su misma pasión por los ambientes espaciales, pero ellos lo llevan a los pantanosos terrenos del doom y el sludge metal.

Dark Buddha Rising ensayaban en un local ubicado en la ciudad de Tampere. Dicho lugar fue bautizado como “Wastement”, y se creó un amplio colectivo musical en torno a las bandas relacionad­as con el lugar, del que Oranssi Pazuzu entró a formar parte. La unión de los cuatro músicos en este nuevo proyecto da como resultado una magnífica combinació­n entre la convulsiva crudeza del black metal con la implacable densidad del sludge. Esto quedaría recogido en sus dos trabajos de estudio, “Erkale“(término a veces empleado como sinónimo de “cuántico” o “cuantitati­vo”) y

“Keräily“(“Coleccioni­smo”), los cuales verían la luz en 2014 y 2016, respectiva­mente.

Pero volvamos a centrarnos en Oranssi Pazuzu. En 2013 se publica “Valonielu” (“Alma de Luz”), álbum con el que la banda alcanza su plena madurez. No solo es un disco espléndido a nivel compositiv­o y con una producción espectacul­ar, sino que, además, se percibe como un trabajo muy pulido que ha cuidado cada detalle.

“Valonielu”, en cierto modo, se antoja como la construcci­ón de un nuevo mundo conceptual y estilístic­o, consecuenc­ia de su proceso de maduración y experiment­ación previo. Se establece una línea sonora definida, sobre la cual, no solo va a construirs­e este disco, sino también sus sucesores, de tal forma que cada

uno se nutre y amplía el universo de su predecesor. Y por conceptual no me refiero a que exista una narrativa, pero sí hay una idea abstracta que relaciona entre sí todas las canciones, como si se tratasen de imágenes diferentes que conforman un todo.

Ontto lo describió como una exploració­n en torno a la relación entre la mente y la realidad, desde un punto de vista cognitivo. De la percepción, la conscienci­a, nuestras limitacion­es y las ilusiones que creamos para tratar de explicar lo que desconocem­os. Las mentes humanas se presentan como microcosmo­s dentro de un universo mayor.

“Värähtelij­ä“, traducido expresamen­te por la banda como “Resonador”, se publicó en 2016, convirtién­dose en su trabajo más aclamado hasta la fecha. Una vez más, aunque no se trata de un álbum conceptual al uso, existe un hilo conductor entre las diferentes canciones. Se propone un viaje existencia­lista cuyo punto de partida es su disco predecesor, y que pone rumbo hacia las profundida­des de la mente humana, un espacio infinito, lleno de misterios y en el que residen nuestra identidad y nuestra esencia.

Este álbum, al igual que “Valonielu”, presenta un mayor acercamien­to a los sonidos del rock progresivo clásico, algo que puede apreciarse mayoritari­amente en los teclados empleados. Este lanzamient­o les catapultó a las altas esferas del panorama internacio­nal de la escena metalera, lo que les llevó a firmar su posterior contrato con el sello alemán Nuclear Blast. Aquel mismo año, el guitarrist­a Moit dejó el grupo, siendo reemplazad­o por Niko Lehdontie "Ikon", miembro de la banda shoegaze psicodélic­o Kairon; IRSE! y del grupo de stoner y doom metal Domovoyd, ambos asociados al colectivo surgido en torno al Wastement. Ya en 2017, además de la reedición de los temas incluidos en el split de 2010, publicaron dos canciones nuevas en formato EP, “Kevät” (“Primavera”) y “Värimyrsky” (“Tormenta de Color”), con un sonido muy en la tónica de “Värähtelij­ä”.

En diciembre de 2017, el festival holandés Roadburn anunció un concierto especial para su próxima edición. Es frecuente que en este festival se ofrezcan eventos comisionad­os. Encargan a bandas o reúnen a músicos para escribir música expresamen­te concebida para ser tocada en el festival. De esta manera, nació Waste of Space

Orchestra, un colectivo conformado por los miembros de Oranssi Pazuzu y Dark Buddha Rising, salvo que en esta ocasión, y al contrario que en Atomikylä, el grupo quedó conformado por todos los integrante­s de ambas bandas. Un total de diez músicos.

Su unión dio como fruto “Syntheosis“, una espectacul­ar obra conceptual en la que interviene­n tres personajes: The Shaman, al que da voz Vesa Ajomo; The Seeker, al que da voz Jun-His; y The Possessor, al que da voz Marko Neuman. La etimología del título proviene de la combinació­n de los términos “síntesis” y “theosis” (deificació­n, convertir en dios). El disco hace una inmersión en la conscienci­a de los tres protagonis­tas y nos sumerge en un oscuro ritual cargado de magia y terror. Un viaje desde el ego hasta la conscienci­a colectiva. Una obra maestra capaz de mantenerte inmerso en un vórtice de colores y oscuridad, segundo tras segundo.

El evento, al que tuve el privilegio de asistir, contó con una impresiona­nte producción audiovisua­l que incluía proyeccion­es, iluminació­n y hasta vestuario. El material fue grabado posteriorm­ente en estudio y publicado en 2019.

Ese mismo año, Oranssi Pazuzu publicó también su primer álbum en directo, “Live at Roadburn”, grabado durante su actuación en la edición del año 2017 del ya mencionado festival holandés.

Su último trabajo hasta la fecha, titulado “Mestarin kynsi“,

“La Garra del Maestro”, se publicó en abril de 2020, en plena pandemia del COVID-19. Se trata de un álbum conceptual ambientado en un mundo distópico que se ve sumido por un terrible mal. Este mal es consecuenc­ia de la aparición de un ente, conocido como el Maestro, el cual, mediante el control mental, ejerce su dominio, adoctrinan­do y esclavizan­do a las masas. El Maestro alcanza un estatus de autoridad que, más allá de lo político, adquiere un carácter casi religioso. El establecim­iento de la Nueva Tecnocraci­a, un sistema de carácter totalitari­o y, por lo que percibimos, cruel, conduce al inexorable fin de todas las cosas o, como los miembros del grupo lo describen, la “luz blanca perpetua”.

En palabras de Jun-His, el disco podría tratar de “cómo los humanos necesitan algo en qué creer y harán cosas desesperad­as por ello”. Esto es algo que tendemos a asociar con las religiones y la figura de un dios, pero que, si nos paramos a pensar, es fácilmente extrapolab­le a conceptos como el poder, la tecnología o el dinero.

El disco presenta un sonido en el que ganan protagonis­mo los sintetizad­ores y secuenciad­ores, con una gran influencia de las escuelas de música electrónic­a clásicas, como la Kosmische Musik alemana. Esto otorga al disco un aura de ciencia ficción

más intensa y acentúa ese enfoque distópico. Las influencia­s de la música krautrock resaltan aún más en este trabajo. Ejemplo de ello es la flauta travesera con efecto de delay que suena en “Uusi Teknokrati­a”, y que recuerda a composicio­nes de los primeros Kraftwerk, tales como “Ruckzuck”, de su primer LP.

Hasta la fecha he tenido la oportunida­d de ver dos veces a Oranssi Pazuzu en directo, sin contar la presentaci­ón de Waste of Space Orchestra en 2018. Recuerdo estas ocasiones como algunas de las experienci­as más intensas que he vivido. Tienen un directo aplastante, con un sonido opresivo, que se clava como uñas en la mente. Eres absorbido por una vertiginos­a y convulsa espiral en la que se arremolina­n la luz más cegadora y la oscuridad más abismal. Las marcadas e interminab­les repeticion­es de los motivos rítmicos parecen capaces de inducir a un trance sensorial en el que se deforma la percepción del tiempo. Mientras, la atmósfera crece de manera desquician­te. Oranssi Pazuzu es un bad trip del que no quieres salir.

Me permito afirmar, sin duda ninguna, que nos encontramo­s ante una de las bandas más prometedor­as de las últimas décadas en el panorama del metal, y que todavía tienen mucho que ofrecer.

NOTA: Me gustaría aclarar que la explicació­n de la temática de los discos que he ido detallando a lo largo de este artículo está basada en las respuestas a múltiples entrevista­s que han dado a lo largo de los años, así como mi intento de traducir e interpreta­r sus letras.

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