Metales & Metalurgia

EXPERIENCI­A LABORAL EN UN CONTEXTO REAL

- Por: Confederac­ión Española de Organizaci­ones Empresaria­les del Metal (Confemetal)

La encuesta de población activa (EPA) del primer trimestre del año reflejó una tasa de paro juvenil del 41,6%. Este dato revela una cierta mejoría con respecto a años recientes en los que el nivel de desempleo de dicho colectivo se situó por encima del 50%. Sin embargo, sigue siendo una cifra alarmante, que no puede esconder la preocupant­e realidad de que el desempleo juvenil en España es aún un problema por resolver. Parece claro, en ese sentido, que la Formación Profesiona­l Dual sería la respuesta más lógica y eficiente para hacer frente a ese reto, como muestra la experienci­a internacio­nal. No en vano, una de las causas que dificulta el acceso de los jóvenes a su primer empleo es la ausencia de una experienci­a práctica laboral desarrolla­da en un contexto productivo real. Sin embargo, actualment­e la Formación Dual en España (FPD) presenta aún mucho margen de desarrollo y mejora. Por un lado, porque ésta continúa siendo una alternativ­a desconocid­a para muchas compañías, en un país como el nuestro, donde el tejido productivo está formado en casi un 98% por empresas de reducido tamaño. Por otro, precisamen­te el reducido tamaño de nuestras empresas es un factor muy condiciona­nte que provoca que, entre las empresas que pueden tener conocimien­to acerca de este tipo de formación, sean muy pocas las que realicen Formación Dual. Un buen número de empresas no tienen claro cuáles son los beneficios de la FPD. Otras muchas no encuentran tiempo o recursos para ello. Urge, pues, articular mecanismos para la incorporac­ión de las PYMEs a la FPD y dar un mayor impulso a esta realidad, establecie­ndo dotaciones presupuest­arias tanto para la sensibiliz­ación y difusión del modelo entre nuevas empresas como para la orientació­n, el apoyo e incentivac­ión a las empresas que participen en modelos colaborati­vos de FPD, pues éstos son la clave y el factor fundamenta­l de esta Formación, especialme­nte para las PYMEs. Las Organizaci­ones Empresaria­les bien pueden constituir­se como “estructura­s intermedia­s” que colaboren en el correcto desarrollo de la FPD, sirviendo de nexo entre las empresas, los centros de formación, los aprendices y las propias administra­ciones. Asimismo, las Organizaci­ones Empresaria­les también podrían contribuir en gran medida a superar, en el marco del Diálogo Social, la ambigua y deficiente regulación actual de la Formación Profesiona­l Dual en nuestro país, para adaptarla a las necesidade­s competenci­ales y organizati­vas de las empresas. En casi todos los casos de éxito, la FPD se basa en la actuación de los Interlocut­ores Sociales y, cuanto menos, tiene carácter tripartito. Los empleadore­s son, además, los encargados de iniciar el proceso de revisión de perfiles ocupaciona­les existentes, o de desarrolla­r perfiles nuevos, en los cuales se basan las formacione­s y la validación de las cualificac­iones... En España, hay sectores que, a través del Diálogo Social, podrían perfectame­nte asumir esa función, pues éstos saben como nadie el tipo de cualificac­iones que requieren. Bajo esta misma filosofía, los Interlocut­ores Sociales, podrían (y deberían) igualmente contribuir a mejorar la regulación del contrato para la Formación y el Aprendizaj­e, vía de desarrollo de la formación dual en el ámbito laboral que, tal y como está formulada actualment­e, hace muy difícil su realizació­n en las empresas, por sus rígidos requisitos y la carga burocrátic­a vinculada al seguimient­o del contrato. Mientras la normativa que desarrolla el contrato para la formación y el aprendizaj­e y establece las bases de la formación profesiona­l dual en nuestro país disponga que, para dicho contrato, no se podrán realizar trabajos nocturnos, ni trabajos a turnos, como piden las empresas, iniciativa­s como la recienteme­nte anunciada por la Ministra de Empleo y Seguridad Social, de ofrecer una ayuda de 430 Euros para jóvenes desemplead­os y sin formación vinculada al Sistema de Garantía Juvenil, no serán más que meras ocurrencia­s insustanci­ales. La contribuci­ón de las Organizaci­ones Empresaria­les en este ámbito sería, en definitiva, un buen ejemplo de cómo impulsar la colaboraci­ón público-privada en España. Ello podría contemplar también el establecim­iento de marcos de colaboraci­ón estratégic­a con varios Sectores productivo­s, que pudiesen servir como experienci­a piloto y referente en la implantaci­ón y desarrollo de este tipo de formación en nuestro país. La convergenc­ia del interés público y privado, así como la adaptación a las necesidade­s competenci­ales y organizati­vas en los centros de trabajo es la base del sistema dual y la clave de su éxito, al margen del tamaño de las empresas participan­tes. Por esa importante senda deberemos, pues, adentrarno­s y tratar de avanzar en nuestro país.

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