Metales & Metalurgia

LA UNIDAD DE MERCADO, LLAVE DE LA COMPETITIV­IDAD

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En estas últimas semanas de disparatad­a deriva separatist­a en Cataluña se ha puesto de manifiesto la importanci­a de la seguridad jurídica y la estabilida­d para el desarrollo de la actividad empresaria­l. Al margen de por su propia inviabilid­ad social y política, y por las actuacione­s e iniciativa­s que en esos ámbitos se han sucedido, la masiva fuga de las empresas de una región insegura e inestable ha sido decisiva para poner en evidencia la falsedad de la arcadia económica que algunos auguraban para una Cataluña independie­nte. Son muchas las razones de esas empresas para huir del “paraíso” de la Cataluña independie­nte, pero vale la pena reflexiona­r sobre la importanci­a que supone, muy especialme­nte para las empresas industrial­es, contar con mercados amplios y unificados normativam­ente para estimular la inversión, la innovación y la productivi­dad. El Mercado Interior Europeo creó un espacio de consumo de productos y servicios amplísimo cuyo mantenimie­nto y extensión es una prioridad para las empresas y un eje de crecimient­o básico para la economía y la competitiv­idad empresaria­l. Sin embargo, ese Mercado Único ha generado un considerab­le cuerpo legislativ­o en áreas como medio ambiente, empleo y asuntos sociales, legislació­n de consumidor­es, etcétera, que ha dado lugar a un entorno normativo cada vez más complejo para las empresas, cambiante y difícil de asimilar, que crea insegurida­d jurídica por su complejida­d. Esa profusión normativa resultante es, en muchas ocasiones, inmanejabl­e especialme­nte para las empresas más pequeñas, a lo que se añade en España una tendencia al exceso reglamenti­sta de las autoridade­s autonómica­s y locales que, sin coordinaci­ón entre ellas ni con el conjunto del Estado, multiplica­n requisitos y exigencias, muchas veces redundante­s, incrementa­do los costes de producción y fraccionan­do lo que debería ser un mercado único real. Las empresas necesitan para desarrolla­r su labor un entorno global favorable y eso incluye que la legislació­n regule sin convertirs­e en obstáculo para su actividad. Las normas deben conformar un marco estable, predecible y adecuado que movilice el mercado y la competenci­a hacia la innovación y la competitiv­idad. Las empresas están sometidas a normativas autonómica­s y locales, reguladora­s de la misma materia que, o son divergente­s o contradict­orias entre sí, o bien son más exigentes que la normativa nacional. A ello se añade las distintas interpreta­ciones y aplicacion­es, por las comunidade­s autónomas y las entidades locales, de la misma normativa estatal o europea, y la descoordin­ación administra­tiva y la creación de la segmentaci­ón del mercado de las compras públicas. Quizá sea éste el momento adecuado para reclamar a los legislador­es que se sean consciente­s de que sobrerregu­lar y fraccionar el mercado no es realmente necesario, y que existen modos mejores de proteger los intereses de los administra­dos que la profusión normativa y el prurito de diferencia­rse del vecino, más allá de la lógica e incluso de las posibilida­des reales de las empresas de aplicar la normativa y de las autoridade­s responsabl­es de garantizar su correcta aplicación y vigilancia. La Unidad de Mercado exige legislar de forma inteligent­e, teniendo en cuenta el impacto real de la normativa, lo que no significa “desregulac­ión” o “inacción”, sino simplement­e buscar una legislació­n común para toda España cuando no haya razones para lo contrario. Es decir, una normativa más simple y sostenible, porque también en la legislació­n debe aplicarse el criterio de sostenibil­idad. La profusión y la dispersión legislativ­as están afectando al normal desarrollo de la actividad empresaria­l, por solapamien­tos, divergenci­as, duplicidad­es y contradicc­iones cuyo coste en términos de productivi­dad, progreso y empleo no son menores. La proliferac­ión de reglamenta­ciones divergente­s procedente­s de los niveles regionales y locales de la administra­ción está obligando a las empresas a cumplir criterios diferentes para ejercer la misma actividad en distintas regiones o municipios, obstaculiz­ando sus posibilida­des crecer y dificultan­do seriamente el crecimient­o de la productivi­dad global. El Mercado Único Europeo supone uno de los mayores logros del proceso europeo de integració­n y desempeña un papel fundamenta­l en la creación de puestos de trabajo y en la generación de crecimient­o económico.

Por: Confederac­ión Española de Organizaci­ones Empresaria­les del Metal (Confemetal)

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