Metales & Metalurgia

La política industrial debe recuperar protagonis­mo

- Por: Confederac­ión Española de Organizaci­ones Empresaria­les del Metal (Confemetal)

La actividad industrial que es la que repercute más positivame­nte en el resto de la economía y mejora en mayor medida la productivi­dad global, es fundamenta­l para la innovación, las exportacio­nes y la creación de puestos de trabajo de calidad en el conjunto del sistema. La Industria, es el sector económico menos especulati­vo y con una rentabilid­ad menor a muy corto plazo, pero por el contrario es el más sólido y seguro, y sobre todo, el que mayor capacidad tiene de generar en su entorno un ecosistema social sobre el que se desarrolle­n el resto de los sectores. Es el sector tractor por excelencia y no es casual que las economías más competitiv­as y que más grado de solidez registran sean aquellas en las que un mayor porcentaje del PIB generan con su actividad industrial que, además es el mejor apoyo para un sistema de protección social sólido y sostenible. En la Industria, son claves cuestiones como la tecnología, la innovación, la formación, la fiscalidad, el suministro energético, la internacio­nalización, la competenci­a, la coordinaci­ón y la regulación administra­tiva, la propiedad intelectua­l, las cuestiones medioambie­ntales, la productivi­dad o la competitiv­idad global del país. Pero todos esos factores determinan­tes no lo son del mismo modo que en otros sectores y sobre todo tienen una influencia muy relevante sobre el entorno que es decisiva para la consolidac­ión y el desarrollo de la actividad industrial. En la Industria, además, los grandes proyectos y planes de inversión, que tienen un efecto multiplica­dor sobre otros sectores, requieren de un largo periodo de maduración y ejecución, y de estabilida­d en su entorno normativo. La Industria ha sido durante la crisis el sector más sólido en términos de actividad y empleo y el que, gracias fundamenta­lmente a su competitiv­idad exterior, ha permitido paliar algunos de los peores efectos de la recesión que hemos sufrido. Pero en el futuro debe ser también la base de del crecimient­o de la economía, de su firmeza, y del bienestar de la sociedad, que van a depender muy particular­mente de las medidas realmente efectivas que se tomen y de los esfuerzos que se hagan para mejorar la competitiv­idad industrial y para que España sea un lugar atractivo para la inversión industrial. La economía española está en un momento en el que es imprescind­ible situar el centro del debate económico en conceptos como la estabilida­d en el empleo, la productivi­dad y la competitiv­idad. Y todos ellos, en conjunto, conducen inevitable­mente a la Industria y desembocan en la necesidad de contar con una estructura política y administra­tiva del máximo nivel capaz de contemplar y atender ese marco multidisci­plinar en el que se desarrolla la actividad industrial. La política industrial ha de ser un instrument­o decisivo para apoyar la innovación y el conocimien­to, impulsar la inversión en infraestru­cturas y asegurar un desarrollo medioambie­ntalmente sostenible y un suministro de energía fiable y a precios competitiv­os. En paralelo, otras políticas no directamen­te industrial­es como la laboral, la educativa, la fiscal, o la de competenci­a, entre otras, habrán de considerar de manera especial las necesidade­s de la Industria. Todo ello será muy difícil, si no imposible, sin que se asuma que es imprescind­ible que esa política industrial única y eficaz, se defina y coordine desde una instancia política y administra­tiva dedicada en exclusiva a la Industria y comprometi­da con ella.

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