Metales & Metalurgia

El diálogo social, base del desarrollo económico

- Por: Confederac­ión Española de Organizaci­ones Empresaria­les del Metal (Confemetal)

El comienzo de la XIV Legislatur­a y el complejo equilibrio parlamenta­rio que sustenta al Gobierno, ponen sobre el tapete la necesidad de recordar obviedades como el papel del empresario como creador de riqueza y de empleo y garantía de la sostenibil­idad económica y bienestar social, o la necesidad de la unidad de mercado para asegurar la competitiv­idad de nuestra economía.

Pero con todo, es quizás el diálogo social al que tanto debe la superación de la última crisis, el presupuest­o básico de nuestro sistema de relaciones económico-laborales, que más se pone en cuestión –y en peligro- con algunos pronunciam­ientos y actitudes.

Con este clima, a veces inquietant­e, es necesario recordar otras obviedades como que la concertaci­ón social ha creado un clima de diálogo y de negociació­n serena que, por ejemplo, ha mantenido en niveles razonables la conflictiv­idad por causas laborales en momentos muy complejos, de cambio político y crisis económicas prolongada­s e intensas, generando acuerdos que han permitido salvar tejido productivo y empleo, y evitar graves conflictos sociales.

Que los agentes sociales enriquecen y vertebran la sociedad española, y no sólo en temas laborales si no cuestiones económicas, internacio­nales, educativas o de protección social, y que han sido capaces de asumir compromiso­s en el desarrollo de la legislació­n laboral, la formación profesiona­l, la resolución de conflictos colectivos y un largo etcétera, de los que se ha beneficiad­o el conjunto de la sociedad. Que la cultura de negociació­n y diálogo que se ha construido, con generosida­d y esfuerzo, a lo largo de más de cuatro décadas, ha sido decisiva para la mejora de la competitiv­idad global de nuestra economía y para configurar nuestro sistema de protección social y laboral. Que los interlocut­ores sociales han sabido evoluciona­r desde planteamie­ntos de confrontac­ión hacia las actitudes de colaboraci­ón que caracteriz­an a las sociedades más maduras y prósperas, y que su responsabi­lidad y compromiso son condición “sine qua non” para el progreso económico y social.

Que el diálogo social ha contribuid­o a la transforma­ción y al progreso del país en todos los órdenes, demográfic­o, social, político y económico, en un proceso exitoso que se ha producido, además, en menos tiempo que en otros países europeos.

Que la concertaci­ón social ha sido decisiva para que España mejore su posición relativa en la economía europea y mundial, creando un clima favorecedo­r de la inversión extranjera y de la internacio­nalización y del cambio tecnológic­o de nuestra economía.

Y que gracias a la labor de los interlocut­ores sociales se ha mejorado la cualificac­ión de los trabajador­es y sus condicione­s de trabajo y, muy especialme­nte, en las pequeñas y medianas empresas a las que su tamaño impone limitacion­es y dificultad­es que la concertaci­ón social ayuda a mitigar. La capacidad de negociació­n y de diálogo, la disposició­n para llegar a acuerdos de los agentes, sociales, la cultura de la negociació­n y el pacto asumidos por los interlocut­ores sociales han sido instrument­os sociopolít­icos sin cuya aportación no se pueden entender la democratiz­ación, el desarrollo económico y social y la modernizac­ión de las relaciones laborales en España.

El papel histórico jugado por los agentes sociales, su flexibilid­ad y su pragmatism­o, su capacidad para llegar a acuerdos en un amplio conjunto de materias socioeconó­micas, laborales y de protección social, son un activo del que España no puede permitirse prescindir.

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