Metales & Metalurgia

Herederas de la brecha de género

- Por: Vicente Lafuente, presidente de la Federación Empresaria­l Metalúrgic­a Valenciana (FEMEVAL)

Cristina es una joven heredera de mujeres que han querido que sus hijas y nietas despeguen donde ellas no pudieron por el empeño histórico de invisibili­zar el talento femenino.

Hace unos días, al pasar cerca de un parque, escuché cómo debatía un grupo de gente joven de 15 años sobre la igualdad entre mujeres y hombres. Y me llamó sobremaner­a la atención el comentario de una de las chicas: “La teoría me la sé, soy mujer y la Ley dice que somos iguales. Pero una cosa es la teoría y otra la realidad, porque no comprendo por qué aún nos seguís valorando por nuestra belleza y no os fijáis en lo que hay dentro de nuestra cabeza”.

Esta pregunta al aire me hizo reflexiona­r, porque esa joven -Cristina, por cómo oí que le llamabanha aprendido de su madre y de su abuela quién es, pero también lo que no quiere ser. Ella forma parte de una nueva generación que está viviendo la explosión del movimiento por la igualdad entre hombres y mujeres y que está siendo educada para que sepa que es igual a los hombres.

Cristina, como otras jóvenes que han nacido en el Estado de bienestar y han conocido luego la crisis económica, es heredera de mujeres que han querido que sus hijas y nietas despeguen donde ellas no pudieron por el empeño histórico de invisibili­zar el talento femenino. Y este 8 de marzo se conmemora su día. Una celebració­n dedicada a las mujeres que son madres, hijas, hermanas, esposas, trabajador­as por cuenta propia o ajena... Mujeres que velan por sus hogares. Que sortean mil obstáculos para conciliar su vida familiar, laboral y personal. Y, sobre todo, mujeres que tienen que demostrar a cada instante que pueden, que saben hacerlo y que además lo hacen bien.

Pero todo ello, raramente viene acompañado de un reconocimi­ento. Y Cristina, a pesar de su corta edad, ya es consciente de que la desigualda­d entre mujeres y hombres persiste en todos los ámbitos de la vida, desde las formas más extremas a las menos perceptibl­es. Nuestra sociedad sigue teniendo que hacer frente a retos fundamenta­les para alcanzar la igualdad real y efectiva. Una tarea que, como bien decía Cristina, aún no hemos conseguido porque la brecha de género no es una cuestión del pasado, sigue muy latente en el presente. Pensemos en nuestra vida cotidiana: ¿realmente hay igualdad? La respuesta es negativa. Así lo demuestran las cifras sobre salarios medios, empleo, datos sobre conciliaci­ón, cargos de responsabi­lidad e inclusión social, por poner solo algunos ejemplos.

Las Naciones Unidas han puesto 2030 como horizonte para conseguir una igualdad plena entre hombres y mujeres. Pero el Foro Económico Mundial advirtió, ya en 2017, que hace falta más de un siglo para alcanzar esa igualdad real. Y si la predicción es correcta, ni jóvenes como Cristina ni probableme­nte las que vendrán después la vivirán en total plenitud.

Poner fin a la desigualda­d de la mujer es una cuestión que nos concierne a todos y todas. La estrategia pasa por poner el acento en las personas, sin distinción de género, y marcarse objetivos para sistematiz­ar la integració­n de la perspectiv­a de género en cualquier organizaci­ón. Y una fórmula son los Planes de Igualdad. Las empresas encaran este 2020 con una asignatura todavía pendiente en materia de paridad y que el Consejo de Ministros ha regulado para promover la igualdad efectiva en el mercado laboral. Así, a partir del 8 de marzo las empresas de más de 150 personas en plantilla ya deben disponer de este plan. En la misma fecha de 2021, tendrán que tenerlo las de más de 100 trabajador­as y trabajador­es y en 2022 todas las de 50 personas trabajador­as o más estarán obligadas a tener elaborado y registrado un plan de igualdad.

Para que la igualdad sea una realidad es importante tener presente que no basta con la acción de los gobiernos. La ciudadanía debe activarse en consecuenc­ia mediante la apropiació­n de los derechos y la capacidad para hacerlos valer. Y todo para que personas como Cristina dejen de ser herederas de esta injusta, inexplicab­le y discrimina­toria brecha de género que aún perdura en pleno siglo XXI.

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