¿Calambres? Evítalos
A veces nos sorprenden al hacer ejercicio intenso (o al volver al gimnasio después de un tiempo sin ir) o nos despiertan en mitad de la noche. Duran poco, pero son molestos y duelen.
Normalmente podemos mover los músculos a voluntad, pero en ocasiones se producen contracciones involuntarias que, sin previo aviso, los ponen en tensión y eso provoca dolor. Suelen aparecer en pantorrillas y muslos, en la planta o los dedos de los pies, y ocasionalmente en hombros, manos o abdomen. Pueden durar segundos o minutos.
Para y estira
Si tienes un calambre cuando estás haciendo deporte, lo primero que debes hacer es detener la actividad en ese mismo momento. “De manera inmediata hay que realizar un estiramiento pasivo, continuado de un masaje suave. Procederemos, además, a rehidratarnos con líquidos que nos aporten agua y electrolitos”, apunta Jesús Fernández González, preparador físico de Sanitas (sanitas.es). El problema no es practicar demasiado ejercicio para la media, sino demasiado para nosotros mismos. “Debemos elegir la dosis de deporte adecuada para nuestra condición física, ya que la fatiga muscular es un gran desencadenante del calambre. Pero un buen hábito de ejercicio físico es fundamental para prevenirlos y para ello es siempre recomendable ponerse en manos de preparadores físicos colegiados”, añade.
El calambre se produce muchas veces durante el sueño. Para que no suceda, debes calentar siempre antes de hacer deporte, acabar con una rutina de estiramientos e hidratarte correctamente. Si aún así te sorprende en la cama (sucede también con relativa frecuencia durante el embarazo), hay que hacer estiramientos de los músculos.
Date un masaje
Te aliviará darte un masaje en la zona lesionada. Aplica una o dos gotas de aceite esencial de estragón, diluidas en una cucharada sopera de aceite de árnica. Masajea el músculo de modo superficial primero y después más profundo.
Ponte calor
También puede ayudar aplicar calor local justo después del calambre. Una bolsa de agua caliente o un cojín térmico de semillas (de esos que se calientan en el microondas) ayudan a relajar los músculos contraídos. Una vez que haya remitido el dolor, puedes aplicar frío.
Ve al médico si...
El sobreesfuerzo físico no es el único culpable de los calambres. Si en tu caso se repiten con frecuencia, es conveniente consultar a un especialista. “Se producen por causas muy variadas, desde enfermedades congénitas a alteraciones de los líquidos y electrolitos corporales, embarazo, enfermedades endocrinas como la diabetes, etilismo, fármacos antagonistas del calcio, diuréticos, medicinas para combatir el colesterol o incluso idiopáticos (cuando no se conocen las causas)”, explica el doctor Fernando Ávila, traumatólogo de Topdoctors.es.