Mía

ENTREVISTA.

“NACÍ VIENDO COMEDIAS ROMÁNTICAS DE JULIA ROBERTS”

- por_RAQUEL MULAS

Anna Castillo.

Con la misma naturalida­d que despliega ante las cámaras, nos enseña los cinco tatuajes que luce en su cuerpo. Todos tienen su razón de ser: un símbolo egipcio que se hizo hace un año en Cádiz con su amiga Gema, y significa aprender; un ojo abierto y otro cerrado, en homenaje a Capitán, su gato tuerto; el 8 y el 9 que se marcó con su primer novio a los 18 años como prueba de su amor; las palabras zu lieben, querer en alemán, que compartió con su amigo Iñaki en Berlín y la frase

Step by Step (paso a paso) que grabó en la piel de su espalda al finalizar la gira del musical La llamada, frase que ha convertido en su lema de vida y que, como una profecía, está cumpliendo, eso sí, a pasos agigantado­s. A La llamada le ha pasado como a Mamma Mia, la obra de teatro tuvo tanto éxito que había que llevarla al cine. ¿Hay sorpresas? ANNA CASTILLO: No hay un cambio muy grande, la historia es la misma y el texto más o menos también. Lo guay de este paso ha sido que todo lo que habíamos pensado de los per-

sonajes y habíamos podido mostrar en teatro durante tres años, en la peli coge más profundida­d. La gente que haya visto la obra va a poder conocer un poco más de las protagonis­tas. Y luego hay personajes nuevos.

Después de defender en las tablas a Susana Romero durante tres años, seguro que la bordas. No es que la borde, es que estoy muy cómoda con Susana, la conozco, la quiero, me divierte y no me supone una presión porque ya estoy en confianza con ese personaje. ¿Cómo es ella?

Es una chica de 17 años, muy alocada, muy terrenal. Lo que quiere es divertirse por encima de todo y no complicars­e la vida. Es hedonista, quiere ser feliz todo el rato. Es muy macarra, en contraposi­ción a María (Macarena García), que es mas dulce. Susana es más madura de lo que el mundo cree, más allá de que le guste el reguetón, salir de fiesta y emborracha­rse. Es una tía con un par de ovarios.

A Macarena García y a ti os han colocado la etiqueta de ‘jóvenes promesas del cine español’. ¿Estás de acuerdo? Cualquier cosa que digan valorando mi curro me hace feliz. No sé si soy una promesa de nada, ahora mismo estoy viviendo una realidad muy buena y ojalá que dure mucho tiempo. Sobre Maca, te diré que cuando la conocí pensé: “Esta chica es tan guay que va a hacer muchísimas cosas”. Y de hecho las hace, pero este mundo es muy complicado, ahora estás trabajando mucho y de repente, nada. ¿Hubo alguna llamada que cambió tu vida? ¿Hay un punto de inflexión?

Mi golpe de suerte fue cuando me ficharon ‘los Javis’ (Javier Calvo y Javier Ambrossi, autores y directores de La llamada) y empecé a hacer la obra. Estar tres años haciendo una función diaria es una plataforma buenísima. Con La llamada he tenido un golpe de suerte profesiona­l y personal porque ahora todos son mis amigos

y quedo con ellos todo el rato. También fue un momento de explosión cuando me fui a vivir a Madrid sola, con 19 años. Luego, con

El Olivo (dirigida por Iciar Bollaín), tuve otro golpe de suerte. Fue como poder enseñar otra cara de mí, me abrió muchas puertas.

Con El Olivo ganaste el Goya. Por tu reacción en la gala, da la impresión de que no lo esperabas. No me lo esperaba y me hizo mucha ilusión. Ese día estaba muy tranquila, lo recuerdo como muy normal. Vinieron mis padres de Barcelona, nos fuimos a comer, me eché una siesta tranquilam­ente, me tomé un café... En la gala tenía a Belén (Cuesta) unas filas más arriba y cuando se fue acercando el momento me dijo: “El próximo es el nuestro”, y yo respondí: “¡¡¡Guaaa!!! Creo que se me durmió un brazo y todo. ¡Madre mía, qué nervios, qué sufrimient­o!”.

Declaraste que si ganabas el Goya ibas a partirlo con una radial para darle la mitad a Belén, tu amiga del alma. ¿Lo has hecho? No he encontrado la radial (risas). En realidad, creo que esas cosas no se hacen. Ese premio es de las dos y si lo quiere se lo doy, o nos lo quedamos seis meses cada una. ¿Alguna vez te has arrepentid­o de salir de casa tan pronto? Solo tenías 19 años.

Creo que todo el mundo necesita salir de su zona de confort, a mí me tocó con 19. Siempre he sido bastante espabilada y es verdad que me hice un poco mayor de golpe, pero igual me lo hubiera hecho entrando en la ‘uni’. Además, empecé a ir a Madrid a los 16 y 17 para hacer pequeños proyectos y me gustaba. Creo que las cosas pasan cuando tienen que pasar. ¿Y cómo lo llevan tus padres y tu hermana?

Mis padres siempre me han apoyado como actriz y como persona. Seguro que les dio penita que me fuera pero me veían capaz y confiaban mucho en mí. Tener su apoyo para lo bueno y para lo malo es una suerte.

Has tenido un montón de nominacion­es y premios. ¿Es fácil acostumbra­rse a las alabanzas, a las buenas críticas? No es que te acostumbre­s a las buenas críticas, creo que te acomodas en el halago, que siempre es algo bonito. ¿Te ves en Hollywood o en Broadway?

Nunca ha sido mi objetivo, ni a largo plazo. Me gustaría mucho más que me dieran curro en Europa que en Estados Unidos. De entrada me parece más interesant­e.

¿Y qué te parecen los embajadore­s que tenemos allí: Antonio Banderas, Javier Bardem y Penélope Cruz? Me encantan. Penélope me parece un diosa de la interpreta­ción, pero no sé si me representa. Los tres son buenísimos y se merecen todo lo bueno que les pase, pero no son referentes ahora mismo en mi carrera. En estos momentos te podemos ver en La 1 de TVE, con la serie Estoy vivo, que tiene un guion muy original. Sí, es un thriller policiaco con tintes de cienciafic­ción y en un tono de comedia. Es la historia de un policía, interpreta­do por Javi Gutiérrez, que vuelve a la Tierra con otro cuerpo y una misión, pero han pasado cinco años desde que se fue y en la comisaría le han puesto una compañera policía que es su hija, que soy yo, aunque ella no lo sabe. ¿Qué te resulta más difícil, el teatro, el cine o la televisión?

No es que sea más difícil, pero el teatro implica mayor compromiso porque tú haces una secuencia de una peli y no la vuelves a hacer nunca más, pero una función de teatro no solo tienes que estar levantándo­la a diario sino que durante un tiempo estás comprometi­da a hacerla siempre bien y eso supone una gran responsabi­lidad. n

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VERANO EN EL CAMPAMENTO En Susana (Anna Castillo) y María (Macarena García) son dos amigas un poco díscolas que se escapan cada noche del campamento de monjas en el que pasan el verano para ir de fiesta. El plan les sale mal y las pillan.
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El Olivo es su trabajo más reconocido. Con esta película ha ganado un Goya y la medalla del Círculo de Escritores Cinematogr­áficos.
PREMIOS. El Olivo es su trabajo más reconocido. Con esta película ha ganado un Goya y la medalla del Círculo de Escritores Cinematogr­áficos.
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fantasma. Arriba, la actriz junto a Anabel Alonso y Pepón Nieto en Amar es para siempre.
CINE Y TELEVISIÓN Izquierda; Anna Castillo entre Aura Garrido y Andrea Duro, compañeras de Promoción fantasma. Arriba, la actriz junto a Anabel Alonso y Pepón Nieto en Amar es para siempre.

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