Mía

¿Lo estarás HUMANIZAND­O?

Tratar a tu perro como a un ser humano y no como a un animal de compañía puede dar lugar a conductas no deseables y deteriorar la relación entre tu mascota y tú.

- por ELENA GÓMEZ

Hle hace una fiesta de cumpleaños, lo alimenta con su misma comida o le lleva a un canino. ¿Es bueno darle ese trato? La respuesta es no, porque al animal no se le está proporcion­ando ningún beneficio; más bien es una actitud que satisface las necesidade­s del dueño: las de un perro, para su bienestar, desde luego no pasan por recibir esas atenciones. ay quien a su perro le compra ropa, spa

POR QUÉ SE CONSIDERA UN ERROR

Los perros son perros, es decir, un animal domesticad­o cuyo ‘proceso mental’ difiere mucho del nuestro, como es lógico. Los canes necesitan un líder a quien obedecer, requieren órdenes, y cuando el trato que reciben es de igual a igual y se les priva de una de sus necesidade­s básicas (pertenecer a una manada y seguir al ‘jefe’) frecuentem­ente surgen problemas de comportami­ento y, como consecuenc­ia, de convivenci­a.

UNO MÁS DE LA FAMILIA

Por supuesto, nuestra mascota no solo puede ser

parte de la familia sino que debe serlo, pero ojo: no hay que olvidar que es el miembro no humano y hay que establecer unos límites. Necesita afecto y siempre va a agradecer los mimos, pero un amor constante y sin reglas ni límites se contradice con sus instintos. El perro no entiende qué significan ni para qué sirven todas esas atenciones.

CONSECUENC­IAS NEGATIVAS

Un perro que hace pis en el baño deja de ser un perro y no entenderá por qué el resto de seres que son como él levantan la pata. La pérdida de identidad es la consecuenc­ia principal de enseñarle a actuar como una persona o llevarlo vestido con ropita a su medida, que además le producirá ciertas dificultad­es para socializar con los demás perros. Otra cuestión importante es que puede llegar fácilmente a perder los principios de jerarquía. Humanizar a nuestra mascota puede hacer que el animal no sepa quién manda y pierda la referencia sobre lo que puede o no puede hacer. Si entiende que él es el centro de atención y por tanto quien manda, se pueden generar comportami­entos agresivos. La tensión y el estrés por no tener sus necesidade­s de instinto cubiertas generan animales frustrados, con fuertes obsesiones, demasiado excitados y que ladran excesivame­nte.

QUÉ HACER

Todo esto no quiere decir que haya que dejar de darle mimos. El secreto está en encontrar el equilibrio para que nos identifiqu­e como el líder que manda y que se sienta querido al mismo tiempo y que nosotros le tratemos con todo nuestro amor, pero siempre como a un animal. Evita que duerma en tu cama (cuando tú no estés lo pasará mal), no le permitas un libre acceso por toda la casa, acostúmbra­le a que esté tranquilo si tú no estás en casa (que no sea dependient­e de ti), evítale la ropa y los accesorios que no necesite y le hagan sentir incómodo y, sobre todo, dale órdenes para que te considere un líder en quien confiar. Así ellos serán mucho más felices.

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