Moto Verde

¡ACCESO AL INFIERNO!

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permitido modificar la cuna del chasis para ganar distancia al suelo -60 mm más que en la 350- con la misma altura del asiento -915 mm, 55 menos que una enduro EXC-. Aun siendo baja, si todavía os queda alta hay soluciones que KTM propone en opción como el asiento de espumado más bajo o el kit de rebaja de 30 mm de altura acortando el recorrido de la suspensión.

La Free dos tiempos, beneficiad­o por el tamaño compacto del motor, tiene otro depósito con dos litros más -7 l. de volumen- gracias a que se puede aprovechar el hueco que hay hasta el carburador, colocado más bajo que la tobera de admisión/inyección de la 4T. Ese espacio extra del tanque se aprovecha también en la 2T para aumentar la longitud de la caja del filtro en un 15% más, respirando así mejor el motor y siendo menos susceptibl­e a quedarse tupido. Se mantiene el diseño de la caja visto en la Free 350 con un cartucho transparen­te que encaja por presión sobre la toma de admisión, que se extrae simplement­e tirando de él y que se abre con un cuarto de giro sobre la tapa. Más simple y fácil de usar, imposible.

No acaban aquí los cambios pues la 250 2T, al igual que su hermana 350, monta, en lugar de los Dunlop, unos nuevos neumáticos Maxxis desarrolla­dos para esta moto. Son de tipo trial, de goma blanda, pero con taco más separado -mejor evacuación del barro- y con más consistenc­ia en el flanco -más agilidad y mejor apoyo en suelo duro y carretera-. Se mantienen las llantas Giant pero ahora en plata con logo Freeride impreso en ella. Para la suspensión se ha optado por unos reglajes más sólidos, sin perder sensibilid­ad, restando algo de efectivida­d trialera pero ganando solidez al rodar en pistas y, sobre todo, reduciendo la posibilida­d de hacer topes. El amortiguad­or WP incorpora muelle progresivo y los reglajes de amortiguac­ión son específico­s para cada moto. Los frenos los sigue suministra­ndo Formula, con nuevo pistón en la bomba delantera -tacto más consistent­e-, pinzas en acabado aluminio -antes pintadas en blanco y, con los golpes, se saltaba la pintura- así como manetas de freno y embrague iguales e intercambi­able entre si. Llega a la Free el nuevo velocímetr­o digital Trail Tech, que montan las EXC Six Days y las Husaberg, más con más funciones y manejo más intuitivo.

Centrados en el motor 250 2T en Austria apenas han tocado el 350 4T, aunque sí hay algunas mejoras: rodamiento­s planos del cigüeñal, otra tapa de la bomba del agua, motor de arranque eléctrico con mejores engranajes, embrague CSS más ligero… También incorpora el nuevo cambio con diferentes desarrollo­s primarios -quinteto inicial acortado y sexta largaoptan­do para el secundario por un piñón de 12 dientes, uno más que antes, manteniend­o la corona de 48. Diez de la mañana. En el parking de Il Ciocco están listas más de treinta Freeride. KTM ha optado sabiamente por probar las motos en ruta, sin ir por un recorrido marcado, sino por donde nos lleve el guía. Nos dividen en cuatro grupos de diferente nivel de dificultad y nos toca en el extremo. Como líder del mismo el joven austriaco, piloto de pruebas de KTM y de «hard enduro», Lars Enöckl, sexto en la Erzberg y octavo en Romaniacs -¡casi nada!-. Diversión asegurada y una pauta: ir siempre en línea recta, abriendo ruta por la trialera que toque o rodando por la senda de turno, sin tocar una pista en toda la jornada. Todo ello en el escenario de la Hell´s Gate, pasando por muchos de los puntos de la prueba. Alentador menú que nos aportaba energía desbordant­e sabiendo que había un reto por delante a superar. Pero de ello se encarga la Freeride que permite encarar desafíos y aumenta la autoestima. Rejuvenece y nos hace sentir mucho mejor, aportando confianza, coraje, motivación, auto convencién­donos con un «tú puedes», abriendo la puerta del infierno. En nuestra cabeza sonando la canción de AC&DC, «Highway to Hell» (autopista al infierno), batería y guitarra «heavy», el auténtico ritmo para ir con esta moto, gritando y eufóricos. Nunca, ni en nuestras rutas, habíamos tenido una jornada tan trialera como ésta: noventa kilómetros de «infierno» por fuera de pista, abriendo vías nuevas en muchos casos, llegando a subir hasta los 1.700 metros de altura, en la localidad de San Pellegrino in Alpe -por allí pasa el Giro-. Aderezada la jornada de tarde con tormentas de lluvia que dejaron el suelo embarrado. Y, tras casi ocho horas, finalizamo­s con una enorme sonrisa pidiendo tiempo extra de juego para seguir montando. ¡Bendito

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