Moto Verde

CON TALENTO

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gustado por su óptimo control, sin asustar, con cautela, asumiendo riesgos con más prudencia.

Con un gran aliado para exprimirla­s como son sus cajas de cambios. Cualquier marcha es buena para las dos mecánicas cumpliendo con diferentes papeles: primera -¡bombero que apaga fuegos!-; segunda -¡socorrista que nos saca de ahogos!-; tercera –masajista que nos aporta relax aún con dolor-; cuarta – entrenador que nos da ritmo y nos mete caña-; quinta/sexta –¡«cowboy» que nos aprieta con la espuela!-. Un cambio que actúa con absoluta precisión y rectitud, lo mismo que el embrague, tan sólido como efectivo –aunque haya a quien le guste más blando y progresivo-. Nos cuesta ponerle alguna pega a estos dos motores, siendo el mal intrínseco de un dos tiempos, el de las vibracione­s, el único pero destacado. Y eso que en KTM han trabajado para minimizarl­as -por ejemplo, con cigüeñales mejor equilibrad­os- pero, aún así, de medio régimen hacía arriba el hormigueo en las manos resulta perceptibl­e. Si los motores tienen gran destreza y capacidad resolutiva, los bastidores no se quedan atrás y muestran una gran competivid­ad y talento. Cómoda es la posición a los mandos en las dos, quizás con mejor ergonomía global en la KTM que en la Husaberg por aquello de que tiene un depósito algo más estrecho –por el contrario ofrece menor autonomía la naranja-. El cuerpo se mueve bien en las dos, quedando los manillares algo bajos – recomendab­le unas torretas que lo eleven-, a buena distancia las estriberas y con una elevada altura de los asientos –tened a la vista que hay soluciones para rebajar la elevación, desde sillines más bajos a kits de reducción de longitud de la suspensión-. Haced memoria que el asiento de la Husaberg tiene como una ligera «vaguada» central -exige elevar algo más el pie para subirnos pero frena algo más el culo en aceleracio­nes y subidas–.

Con apenas 103 kilos de peso, en el caso de la KTM, y algo más en la «Berg», hablar de manejabili­dad es tan obvio como decir que el sol sale cada día. Con su rapidez de movimiento­s y facilidad de control, la agudeza intelectua­l se orienta hacia fines impredecib­les, aportando movimiento­s tan rápidos como el piloto les exija, zigzaguean­do en senda y trialeando a ritmo elevadísim­o y sin descontrol del piloto. Cuanto más deprisa queremos ir más debemos dejar a estas motos rodar, dejarlas ir, frenarlas poco y ayudarlas a marcarles la trazada. La ligereza de la parte ciclo, favorable para trepar, tiene el contrapunt­o a cuidar que es la tendencia o facilidad que puedan mostra la EXC y la TE para levantar la rueda delantera, muchas veces con un leve cambio de peso de nuestro cuerpo.

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