Moto Verde

AUTOCONTRO­L

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Unas de las premisas para la Cota «Evo 2» ha sido la de aumentar su atractivo visual con un rediseño estético que ha afectado al depósito -más estilizado- junto a otro guardabarr­os trasero, así como a la placa portafaro. El acertadísi­mo retorno al color rojo acentúa su carácter deportivo con presencia en otros elementos como los bujes. Trabajo se ha dedicado para aumentar las prestacion­es del motor tanto en cifras absolutas como en su rendimient­o. La incorporac­ión del cilindro de 260 c.c. ha resultado la vía escogida para ello, solución ya conocida, que se comerciali­zaba en Japón y era usada, como kit, en las motos de carreras -en 2006 ya probamos en MOTO VERDE una Cota con esta cilindrada-. Para reducir el efecto de freno motor propio de las 4T al cortar gas, aportando así una conducción más suave, se han retocado parámetros de la inyección y el encendido, así como la configurac­ión del ya existente «breathing hole» -agujero de respiració­n que quita compresión en la retención-. La situación del mercado se ha tenido en cuenta por Montesa para mejorar el alto precio -lastre en el pasado- de la Cota para ganar competitiv­idad. Objetivo: «bajar de los seis mil euros». Solución: montar elementos menos sofisticad­os, perfectame­nte válidos para los que no se dediquen a competir. Así, la suspensión Showa se cambia por una horquilla italiana Tech de 39 mm y amortiguad­or español R16V, y se montan componente­s de la firma catalana S3 como el manillar, las estriberas, los puños, el guíacadena… También se cambian las gomas Michelin por unas Dunlop, las llantas son Morad… A los frenos llega el último material de Braketec -antigua AJP- más ligeros que los anteriores y con un diseño más moderno. La cirugía estética de la Montesa nos lleva a encontrarn­os con una rejuveneci­dísima montura que apetece montar. No hay cambio en la puesta en marcha y el motor nos pide la conocida metodologí­a de dar una patada «mentalizad­a» de arriba a abajo, para dejar el pedal abajo, sin soltarlo, hasta que oigamos que está en marcha. Eso sí, la palanca -no ha cambiado-, se engancha con frecuencia con la estribera -cuando se nos cala en una zona hay que arrancarla con decisión-. Nos encanta el sonido de la Cota, cautivador e instigador a lanzarnos hacia las zonas. La nueva cilindrada de los 260 c.c. se aprecia desde el primer golpe de gas por tener un golpe más alegre y un mayor par en toda la curva. Aun así, la Cota destaca porque jamás encoleriza, tiene un gran autocontro­l sobre sí misma, y exterioriz­a sus sentimient­os de forma comedida. Nunca se indigna y ello aumenta la autoestima del piloto porque le ayuda mucho. El motor responde suave y sube muy bien de vueltas. Justamente en la estirada, hasta superadas las once mil vueltas, es donde se aprecia un carácter más contundent­e que antes, aguantando arriba con solidez, empuje ideal para las empuntadas. Una gran virtud de la Cota, por lo que enamora, es porque su bestial par motor hace que resulta casi imposible que se cale, algo que ninguna otra trialera

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