HISTORIAS VERDES
¿Sabíais que Alberto Puig empezó haciendo trial?
Antes de convertirse en un piloto de velocidad, Alberto Puig fue piloto de trial. En ese periodo fue contemporáneo de Jordi Tarrés, y testigo directo de su arrolladora irrupción en el mundo del trial.
Una tarde de otoño de 1994 me senté junto a un convaleciente Alberto Puig, recién operado de síndrome compartimental en ambos brazos, tras un brillante debut en el Mundial de 500. En su primera campaña en la clase reina, Alberto fue quinto. Ningún español había llegado tan alto en 500.
Estábamos en Albacete, donde se disputaba el Súperprestigio 500, en el que Puig no pudo participar. Su moto, inicialmente destinada a Juan Bautista Borja, terminó en manos de Carlos Checa, y supuso el estreno de éste con una «quinientos». Alberto se subía por las paredes al ver que su moto iba de mano en mano. «Si siguen así terminarán subiendo a un chaval del Critérium» , se quejaba. Eso dio pie a una larga conversación, que nos llevó del presente de ese momento, al pasado. Hablamos de sus años en el trial, de su hermano Javier, al que una grave lesión le apartó del trial. «Él sí que era bueno, iba para figura» , decía. Charlamos largo y tendido de aquella época.
Aunque muchos no lo sepáis, a los 17 años, Puig fue campeón Senior de trial (1984), en una etapa en el campeonato Senior era el segundo escalón de la categoría. Entonces, Alberto corría con una Merlin, y siempre estaba entre los primeros la clasificación Senior, rivalizando con el valenciano Vicente Pascual y el gallego Jorge Arjones. Ese año, Puig fue 17º en los Tres Días del Cingles y primer Senior de la clasificación. No estaba mal.
Pero por encima de los resultados de aquella temporada, lo que más le impresionó a Puig fue conocer a Jordi Tarrés, y aquel día en Albacete me relató una curiosa anécdota de él y Tarrés en el Trial de Sant Llorenç, el escenario del Mundial de Trial en España. Recientemente hemos vuelto a hablar de aquello en el pasado Gran Premio de Aragón de MotoGP, y le pedí que me refrescara los detalles porque yo estaba convencido de que sería una historia digna de esta sección.
«A Tarrés me lo presentó Pere Ollé. Él venía de las bicis. Un día fuimos a entrenar a su pueblo, Rellinars. Fue verle y me dije para mis adentros: “no tengo futuro en el trial”. Pensé que Tarrés iba a ser la leche. En aquella época él lo cambió todo», dice Alberto sin dudarlo.
Añade Puig que «a mí me ha gustado mucho el trial. He seguido a Vesterinen, a Lampkin padre, a los pilotos franceses de la época, como Coutard o Berlatier, también a los nuestros como Soler, Gorgot, Subirá… Pero apareció Tarrés y cambió el trial definitivamente. Yo dejé el trial al año siguiente, y él empezó a ganar. Tenía una frescura y una naturalidad, únicas… Veías que era diferente» , insiste Puig.
EL TRIAL DE SANT LLORENÇ
En 1983 fue cuando Tarrés dejó la bici y empezó a hacer trial. Apenas hizo algunas carreras senior y en 1984 decidió sacarse la licencia Súper y correr el Nacional. Sus primeros resultados fueron discretos. Pero para entonces el mundillo del trial ya le conocía, ya sabía de su habilidad y su valor, de su determinación acometiendo zonas imposibles según la ortodoxia de la época.
En 1984 el Mundial de Trial arrancó en Olot, Gerona, donde se disputó el XVIII Trial de Sant Llorenç de Munt, o lo que es lo mismo, el GP de España de Trial. Puig y Tarrés no participaron, pero como muchos otros se acercaron a ver la carrera zona a zona, con sus motos. Después de dos vueltas por las 21 zonas de la prueba gerundense, Thierry Michaud ganó en su estreno con la Fantic, con sólo dos puntos de ventaja sobre Eddy Lejeune y Bernie Schreiber.
Puig y Tarrés siguieron con atención la evolución de todos, esperando ansiosos el final. Dejaban que los curiosos se alejaran siguiendo a los líderes, y cuando el último piloto completaba su segunda vuelta, les llegaba su oportunidad. Casi como si fueran furtivos, aprovechando el marcaje de las zonas, Puig y Tarrés se metían en ellas e intentaban hacerlas, buscando el ansiado y casi imposible cero. Ahí es nada, enfrentarse a las zonas de un Mundial, nada menos.
Era la primera semana de marzo y todavía quedarían meses antes de que el fenómeno Tarrés eclosionara, pero aquella soleada y fría mañana en Olot, Alberto Puig se percató que lo que hacía Tarrés era otro deporte. Ese día se dio cuenta de que todo iba a cambiar, porque Jordi, que todavía tenía poca experiencia en moto, acometía las zonas de una forma diferente: «es que él, no hacía la zona; volaba por encima de ella. Saltaba de un sitio a otro, era algo imposible de hacer» , remarca Alberto.
A lo largo de ese año, cada uno siguió su camino. Mientras que Puig proseguía en la categoría Senior, sumando victorias y podios, y luchando por el Trofeo Nacional, Tarrés peleaba por meterse entre los diez mejores Súper de cada carrera, algo que no siempre conseguía. A mitad de campaña, Tarrés empezó a hacer algún resultado positivo (sextos, séptimos…), nada que mereciera una reseña en las crónicas ni mucho menos una foto en las revistas especializadas. Hasta que un día, en el Trial de Morón de la Frontera, Sevilla, se hizo con la victoria por delante de Toni Gorgot y la especialísima JJCobas con motor Montesa. Y desde ese momento hubo que contar con él.
¿Quién es Jordi Tarrés?, titulaban las revistas. A Puig nadie se lo tuvo que explicar, lo sabía de sobra. Un año después, Tarrés estaba en el Mundial, y Puig comenzaba su andadura en la velocidad. Y el resto, es historia conocida. MV