Motor Clásico

AL VOLANTE DEL 131 DIPLOMATIC

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Amplio por dentro y con un generoso maletero, el 131 Diplomatic era a principios de los ochenta una berlina media-alta para lanzarse a hacer muchos kilómetros solos o con la familia y su impediment­a. Por un lado, el conjunto motor, suspensión y dirección lo hacían rápido y fácil de conducir. De otro, contaba de serie con un acabado y un equipamien­to con ciertas pretension­es de coche lujoso. No en vano, el 1.113.500 pesetas que costaba lo acercaba bastante a modelos foráneos como el Opel Ascona e incluso el BMW 316. En el mercado doméstico, en cambio, rivalizó con los Peugeot 505, Renault 18 y Ford Sierra, de concepción más moderna. Aquel año de 1982, Seat presentaba el primer modelo desarrolla­do fuera de la influencia de Fiat: el Ronda, de motor y tracción delanteros. El Diplomatic, todavía con un planteamie­nto clásico —motor delantero y propulsión trasera—, fue el canto del cisne del 131 (461.948 ejemplares entre 1975 y 1984) y eso se nota en el tacto. El motor «empuja», literalmen­te, y tiene un rodar a la vieja usanza: elegante, recio, con una zaga protagonis­ta y una dirección cuya asistencia lo hace más cómodo de dirigir. El motor, un dos litros (1.995 cc), es progresivo y ayudan, y mucho, los acertados desarrollo­s del cambio de cinco relaciones, con una cuarta y una quinta muy cerradas. Acertaba la publicidad anunciándo­lo como un «Fuera de serie».

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