Auto-reflexiones
Escribir periódicamente una página de opinión le otorga al autor cierta notoriedad no buscada y da pie a situaciones insólitas. Hace unas semanas recibí una llamada que inicialmente me dejó intrigado. «Hola, soy un lector habitual de tu columna, nos presentaron hace un par de años en Auto Retro y te llamo porque he pensado en ti para un asunto que paso a comentarte...» Uno puede esperarse cualquier cosa en esos casos Ð si algo abunda en nuestro ambiente son toda clase de piradosÐ pero mi sorpresa fue en otro sentido.
Mi lector Ð a quien dejaré en el anonimato, pues estimo que así lo deseaÐ es alguien cuya vida ha transcurrido en el mundo del motor y la competición como aficionado activo, practicante ocasional y socio de algún proyecto deportivo. Y como voraz consumidor de publicaciones del sector ha ido acumulando una ingente cantidad de papel impreso de la cual decide deshacerse. Pero no se trata de unas cuantas revistas: son miles de ellas, más libros, manuales, catálogos, memorias, planos, dossiers de prensa, programas de carreras, listas de inscritos, reglamentos, carteles, dorsales, pins, escudos... ¡dos furgonetas llenas! «Ciertamente he disfrutado mucho con todo esto pero ahora me supone un lastre, ya no tengo ni sitio donde ponerlo ni ganas de dedicarme a ello». Pero como no quiere tirarlo ni venderlo acude a alguien que juzga capaz de valorarlo. «Por tus escritos deduzco que eres sensible a estos temas; pienso que tal vez te sea útil, o sepas a quién le pueda interesar. Haz lo que mejor te parezca con todo ello».
Huelga decir que acepté de inmediato tan singular donación. Hubo que hacer no uno sino dos viajes hasta su casa de campo en el corazón del Berguedà y llenarse de polvo hasta las orejas. Luego, mi pequeña oficina de Barcelona se convertiría durante varias semanas en un almacén colmado de papeles. Dediqué muchas horas a limpiar, ordenar, clasificar, guardar, descartar y buscar destino a cada publicación y documento. Algunos números Ð en realidad bastante pocos, pero esto es secundarioÐ fueron a llenar huecos de mi propio archivo; la mayoría terminaría en manos de diversas personas interesadas en el tema. Uno de mis más apreciados colegas, Valentí, recibió con satisfacción un lote de viejos Fórmula y Automóvil, amén de un centenar de ejemplares de Motor Clásico con los que completó su colección. Y desde el principio tuve claro que todo el material relacionado con las 24 Horas de Montjuïc sería para el inefable Javier Gil, organizador de las Classic Series y alma mater de la memoria histórica de aquella prueba.
Es notorio que el papel está de baja, aunque todavía queda gente dispuesta a no dejar que se pierda. Sé bien que algunas publicaciones antiguas tienen su valor en el mercado, pero aquí la idea es que el destino de todo este material no sea el comercio sino el goce y disfrute de quien lo aprecie. En mi caso, de fetichismo más bien poco: hace años que lo utilizo como material de trabajo y fuente de información, porque no, por suerte aún no está todo en internet. Conservarlo ocupa espacio, tiempo y recursos, lógicamente, y aunque mis medios son limitados siempre he tratado de guardar cabeceras alternativas (Motociclismo y Solo Moto, Autopista y Velocidad, L'Automobile y L'Auto Journal¼) con el fin de poder contrastar datos.
Las conversaciones que he ido manteniendo con mi generoso lector sobre cuestiones como los orígenes del karting, varias ediciones de las 24 Horas de Montjuïc, ciertos proyectos de Bultaco y el ambiente en la industria y la competición catalana de los 60, 70 y 80 me han permitido abrir nuevas líneas de investigación que podrían sacar a la luz historias inéditas. Y todo gracias a un montón de papel cuyo destino más plausible era ir directo a la planta de reciclaje. El destino del remanente final de su donación (un descomunal montón de revistas) será un vendedor habitual de nuestras ferias y salones, que de un día para otro verá crecer su stock a coste cero, aunque él todavía no lo sabe¼ Lo mejor es que esta columna habrá cumplido un doble fin, generar su propio contenido y actuar como correa de transmisión del conocimiento. Que además haya colmado de felicidad a unos cuantos frikis del papel polvoriento sólo supone un efecto colateral. mc
AUNQUE EL PAPEL ESTÁ DE CAPA CAÍDA, HAY GENTE DISPUESTA A NO DEJAR QUE SE PIERDA