EL DISEÑO DE GIUGIARO
Lancia, como prácticamente toda la industria del automóvil, valoraba muy positivamente el trabajo que había hecho Giorgio Giugiaro con el primer Volkswagen Golf y decidió encargarle el nuevo Delta. Giugiaro tuvo un margen de libertad grande, ya que no debía atenerse a la imagen de marca de modelos anteriores.
Desde un principio, Giugiaro plasmó el estilo característico de los 70, que él más que nadie había contribuido a forjar: lineas puras y superficies planas. La forma que predominaba en la carrocería eran trapecios, en elementos como las ventanillas, los montantes, los faros o la parrilla. Tenía eso en común con el Golf, aunque supo darle una imagen muy distinta. Giugiaro, que es mucho más que un dibujante de coches, pensó en dotar al Delta de un asiento trasero móvil con el que poder distribuir el espacio para los pasajeros y el equipaje. Además, en el diseño original no había un portón, sino una tapa de maletero articulada por debajo de la luneta. Quería evitar un vano grande, que requiere un marco muy robusto para conseguir la rigidez deseada y, por ello, un aumento de peso con relación a uno más pequeño.
Lancia no estuvo de acuerdo ni con la ausencia de portón ni con el asiento móvil. El Delta debería tener un portón trasero que llegara hasta el paragolpes trasero y muy ancho. Por esa razón los pilotos originalmente horizontales pasaron a ser verticales. Para conseguir el volumen de maletero previsto alargó 80 mm el voladizo trasero, lo que suponía agrandar también el montante. Inicialmente había unas pequeñas salidas de aire y se convirtieron en las grandes aletas del montante trasero, funcionalmente inútiles pero muy características de la imagen del Delta. Otra modificación que pidió Lancia fue una reducción de 20 mm en la altura, por razones estéticas. Esto iba en contra de la idea de Giugiaro de hacer un coche espacioso y es la causa de que al interior del Delta le falte altura, sobre todo en las plazas traseras.