RENAULT NERVASPORT MONTECARLO
El Nervasport negro de 1935 es absolutamente elegante, imponente en tamaño, con un perfil esbelto, prometedor. Los Nerva con motores de 8 cilindros surgieron a principios de la década de 1930, coches de lujo cómodos y gratificantes para sus dueños. Algunos querían participar en competiciones así que se crearon las versiones sport, más cortas y deportivas, más ágiles. Un Nervasport como éste vencía en el rallye de Montecarlo de 1935.
Nos subimos al coche y nos encontramos en un salón rodante, lujoso y refinado, con instrumentos y botones-tiradores de forma octogonal, cuero en los butacones y en las puertas… El motor ronro- nea dulcemente y la primera se engrana con un amplio movimiento de la larga palanca, sensación de solidez metálica olvidada hoy en día.
En parado el fino y gran volante requiere un serio esfuerzo, en cambio el motor parece que mueve los 1.700 kg con soltura. La marcha es larga, cambiamos a segunda y la «reprise» es buena, la velocidad aumenta y vamos surcando el peralte de Montlhéry como en un buque. Tercera y última marcha y la velocidad sigue subiendo aunque llega la chicane y hay que frenar esta masa con energía. Una marcha menos. El manejo del cambio te hace sentir como si condujeras una locomotora, sensación confirmada por la dirección. Se necesita fuerza, es pesado y se nota, pero es sensitivo y la dirección permite llevarlo por donde uno quiere con buena precisión. Dos vueltas al anillo y cuatro chicanes negociadas, nos han hecho olvidar la energía que requiere la conducción a cambio de cierta euforia.
El motor demuestra una potencia tranquila que otorga un buen rango de uso en cada marcha y el conjunto tiene grandes cualidades ruteras que hacen la conducción muy lúdica e incesante porque hay que conducirlo, pilotarlo en el sentido más tradicional de la palabra. Lo que no me queda claro sería considerar lanzarme por las carreteras del rallye de Montecarlo con velocidad, tanto por pericia como por la energía que exigiría tal desafío.