Motor Clásico

Trazando fino

-

Ya he contado en varias ocasiones cuál fue mi primer coche y dónde está ahora. Se trataba de un precioso Seat 124 FL 90, matrícula M-6764-DB, que mi padre no llegó a hacer de carreras, a pesar de que esa hubiese sido su mayor ilusión. Fue nuestro coche de familia durante muchos años, hasta que se hizo mayor y mi padre decidió guardarlo para mí. «Algún día correremos en clásicos con él», solía decir. Lo fácil hubiese sido venderlo, pero en ese momento no tenía apenas valor económico ni la mayoría tenía la visión de futuro clásico que hay ahora ¡era un youngtimer! Explícale eso a alguien en 1989, que es cuando me saqué el carnet. Películas como «El Vaquilla» o la facilidad para encontrar en las grandes superficie­s la pegatina lateral de 2000, le quitaron glamour. Pero mi padre sabía que era un coche único; por eso se lo compró, por eso lo guardó. Yo lo usé varios años, algunos incluso antes de tener permiso… esto último espero que mis hijos no lo lean nunca, o al menos cuando lo hagan que sean mayores de edad. El caso es que lo disfruté como si fuese un Ferrari. Mis amigos no lo entendían y solían bromear con él, lo llamaban «la máquina del tiempo». El recuerdo a «El Vaquilla» y su, para mí precioso, sonido de escape, unido a que era un coche viejo (perfectame­nte mantenido) fue siempre motivo de cachondeo por parte de mis amigos y sus más modernos Ibiza, R5, Golf, AX... Pero yo sabía lo que tenía entre manos y no lo quería cambiar. Como todos, soñaba con tener un Golf GTI, pero cuando me dejaban uno y veía lo que corría o su sonido, amén de lo desagradab­le que era para mí llevar un coche de tracción, disfrutaba todavía más de mi «macarra» FL. Pasaron los años y hubo que pararlo, porque era demasiado mayor. Hermenegil­do Baylos, responsabl­e de Renault Competició­n en la época de Carlos Sainz y el R5 Maxiturbo, me abrió el motor y me lo dejó como nuevo, además de adaptar un Weber de cuatro cuerpos, pero decidimos pararlo, ponerlo sobre cuatro borriqueta­s y esperar a un mejor momento para darle una nueva vida. Pasaron los años y se iba deterioran­do, por lo que cuando me enteré de que Seat Históricos quería uno, no lo dudé. Ahora será eterno. Fernando Salvador (director de Comunicaci­ón

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain