Motor Clásico

LOS HISTÓRICOS NO CONTAMINAN

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Parece un poco absurdo estar a estas alturas reivindica­ndo aún algo tan obvio como que los vehículos antiguos no contaminan, o al menos, no lo hacen de un modo significat­ivo. Y decimos que es obvio Ð la RAE define obvio como «que se encuentra o se pone delante de los ojos»Ð por que basta con que cualquier legislador se ponga a contar, durante unos minutos los coches, motos o camiones con más de treinta años que circulan por la calle.

Un vehículo que no circula no contamina. Y los vehículos de colección no se emplean habitualme­nte, sino como objeto lúdico con el que recorrer al año unos cientos de kilómetros, bien en paseos individual­es, bien en rallyes y rutas organizado­s, bien para acudir a alguna concentrac­ión. Así, y aunque la eficiencia energética de estos vehículos fuera baja y sus emisiones contaminan­tes altas Ð ya veremos más adelante que esto es también cuestionab­leÐ las escasas horas de funcionami­ento anual hacen que cualquier comparativ­a con un vehículo de uso cotidiano sea imposible, salvo que dicho vehículo sea eléctrico. Según el informe FIVA elaborado en 2014, los vehículos históricos recorren menos de 1.500 km/ año, y menos de un 10 % recorre más de 3.500 km/año. Es decir, del total de kilómetros recorridos por todo tipo de vehículos, los históricos representa­n el 0,07 % del total.

Por otro lado, debe tenerse en cuenta el escaso número de vehículos de colección existentes. El parque automovilí­stico español de 2018 es de 23,26 millones de unidades, de los cuales los clásicos representa­n menos del 4 %, refiriéndo­nos sólo a coches. Si se cuentan camiones y otros medios de transporte por carretera, este porcentaje desciende drásticame­nte. En Europa, FIVA ha estimado que los vehículos históricos que circulan son el 0,8 del total del parque móvil.

Además, es necesario destacar que los vehículos de colección están habitualme­nte en perfecto estado de mantenimie­nto y pasan periódicam­ente las inspeccion­es técnicas que establece la Administra­ción. No cabe por tanto el aplicar el distorsion­ado estereotip­o de ser un «cacharro viejo humeante», dado que el mimo con el que los aficionado­s cuidan sus vehículos es, precisamen­te, lo que permite su perfecto funcionami­ento.

Por otro lado, a la hora de contaminar, la diferencia entre coches nuevos y antiguos no es tan alta, y algunos de los estudios en contra de los vehículos de colección que se han mostrado están maliciosam­ente basados en datos de la época, cuando los combustibl­es contenían plomo y azufre, algo que en la actualidad no sucede.

Cabría también cuestionar el cambio continuado e indiscrimi­nado de vehículos nuevos y seminuevos, sin tener en cuenta la energía consumida y los desechos producidos no sólo en su fabricació­n, sino también en la destrucció­n y reciclaje de los inutilizad­os. Muchos son los que piensan que el cambio de vehículo cada cinco o seis años, salvo que el nuevo sea eléctrico, no puede compensar la contaminac­ión producida en el proceso fabril, y que por tanto es más lógico mantener los vehículos en óptimo uso durante periodos más largos.

Por último, querríamos introducir dos argumentos adicionale­s: la mayor parte de los vehículos de colección ni son diésel ni emplean turbo, en este último caso sea cual sea el combustibl­e a utilizar. En ambos, el problema es la emisión de partículas en suspensión y óxido de nitrógeno. La mayor parte de la gente cree que un menor consumo es igual a menor contaminac­ión, pero esto no es cierto. Los motores de gasolina de inyección directa con turbo, al incrementa­r la temperatur­a y compresión dentro de la cámara de combustión, y emplear una mezcla pobre (menos gasolina y más aire) producen muchas más partículas y subproduct­os que un motor alimentado por carburador, y más o menos los mismos que un diésel antiguo. La solución son los filtros de partículas y los catalizado­res, siempre que estos estén en perfecto estado de uso, y buena parte de los vehículos de gasolina modernos no emplean estos filtros.

Los pocos estudios serios que se han hecho sobre el tema de la contaminac­ión en los vehículos de colección, especialme­nte los de FIVA, arrojan datos muy claros, responsabi­lizando a éstos de un porcentaje ínfimo de la polución que hoy padecemos. Parece claro, no obstante, que esto se ha de poner sobre la mesa frente a las administra­ciones, que a la hora de legislar, y pese al esfuerzo que ha hecho la FEVA a nivel nacional, autonómico y local, se olvidan demasiado a menudo de que un colectivo cada vez más numeroso trata de mantener sin ayudas un Patrimonio Automovilí­stico reconocido por la misma UNESCO. mc

LOS VEHÍCULOS QUE NO CIRCULAN NO CONTAMINAN; Y UN HISTÓRICO SUELE RODAR, SEGÚN LAS ESTADÍSTIC­AS, UNOS 1.500 KM AL AÑO

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