Motor Clásico

Auto-reflexione­s

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Hace unos años nos dimos cuenta de que en Felanitx había un número de Tra llas impor tante, —no me preguntes por qué pero es así— y enseguida surgió la idea de montar una reunión…», me cuenta Xisco Sirer, una de las cabezas visibles del grupo Amics de la Tralla 101, en un alto del recorrido que hacemos este domingo de septiembre con medio centenar de veteranas Bultaco. Nerviosa, ágil y manejable, la Tralla 125 se mueve con facilidad por las carreteras del Penedés, salpicadas de verdes viñedos y apacibles colinas.

Aparte de modelo seminal de Cemoto lo fue también para toda una generación de motos españolas de los 60. Cuando apareció en 1959, su línea y sus prestacion­es despertaro­n admiración. Las hendiduras para las rodillas en los lados del depósito se nos antojan hoy anodinas, pero causaron sensación en su momento. La Tralla 101 fue en su momento lo que un cuarto de siglo más tarde sería la Honda CBR 600, una turismo-deportiva que sobresale del resto y marca la tendencia a seguir.

De las casi 3.900 fabricadas, Xisco calcula que sobrevive más de un centenar por todo el país: «En Mallorca habrá una treintena controlada­s». ¿Y qué hacen la mitad de ellas en una pequeña población interior del sureste de la isla? Al parecer la razón es algo prosaica. «En Mallorca no había una buena red comercial, las marcas apenas tenían concesiona­rios —me explica Rafael, otro de los amics de Felanitx— y se ve que el único distribuid­or de la zona (que debía comerciar con vehículos y maquinaria en general) empezó a servir Trallas como podría haber traído otra moto, pero ya que la nueva Bultaco acababa de salir al mercado y era un producto atractivo... Tal vez por esto Mallorca ha sido tradiciona­lmente más bultaquist­a que montesista».

Estamos en la VI Concentrac­ión Nacional de Bultaco Tralla 101, la primera celebrada fuera de Mallorca, de cuya impecable «producción» se ha encargado el club Amics de les Motos i Cotxes Antics de Martorell. «Tras cinco ediciones supimos que habíamos tocado techo, para crecer en número de asistentes era necesario salir de la isla», dice Xisco, que el año pasado convenció a los tres «tralleros» catalanes para organizar la siguiente cita en la península. «Habíamos ido con nuestras Trallas como participan­tes —explica Jordi Barrón, del AMCAM—, pero la idea nos gustó. De Felanitx iba a venir un buen grupo, y nosotros nos ocuparíamo­s de montarlo todo aquí. La preparació­n lleva mucho más trabajo de lo que parece, pero el resultado está ahí».

Ahí está: una ruta sencilla y agradable, 101 km por el Anoia y el Penedés —con visita a cavas incluida, no podía ser menos—, sin más incidentes que algún pinchazo, en la que la cifra soñada de 101 motos quedó lejos. Vinieron 45 máquinas de tralleros baleares (15) y catalanes (29), a los que se sumó un aficionado oscense, justamente premiado por su empeño. Vimos Trallas de la 1ª y de la 2ª serie, Trallas conservada­s y restaurada­s, incluso un puñado de TS (Tralla Sport) aportadas por Arturo Fernández, Víctor Miarons y —la joya de la corona— la «Uruguay» ex Ricardo Quintanill­a, cedida por Vicente Ballester, que trajo el Museu de la Moto de Bassella.

También fue un encuentro trufado de emociones por la presencia de notables del bultaquism­o histórico: Joan Chalamanch, Albert Nomen —ambos artífices de la Tralla—, Ricardo Quintanill­a, Jesús Romero, Estanis Soler y el siempre dinámico Juan Bultó, que participó al manillar de su propia Tralla con el dorsal 101. A Cani se le ve feliz en este tipo de encuentros, y cuando se trata de rodar en moto es de los que se apuntaría a un bombardeo.

Los sentimient­os están a f lor de piel al término de la jornada, cuando devuelvo la Tralla 101 con la que he participad­o, gentilment­e cedida por Joan Ferret, a su custodio. «Es increíble cómo de una afición común acaban creándose lazos de amistad tan fuertes —confiesa el inefable Artur Valls—. Compartimo­s el interés por una máquina, por un modelo, pero también por una forma de disfrutarl­a, de hacer las cosas ¡y las ganas de hacerlas bien!». Pues sí, ahí está la magia del asunto. De lo mecánico a lo humano. Larga vida a la Tralla 101 y a sus muchos amigos. mc

«La Tralla fue en su momento lo que más tarde sería la Honda CBR 600»

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