El síndrome de Cruyff
Se conoce como síndrome de Cruyff el que padece un entrenador cuando queda atrapado en su táctica, su sistema o estilo y cree que su filosofía está por encima de la calidad y características de los jugadores de que dispone. Cuando esto último no ocurre, el técnico que sufre tal síndrome sucumbe secuestrado en su propia obra. A Cruyff le afectó tras ganar la cuarta Liga consecutiva. En aquellos años, su Barça era una máquina de hacer fútbol y dio un salto cualitativo por el espectáculo y por la audacia de sus planteamientos. Pero, quizá también para hacer titular a su hijo Jordi y a su yerno Angoy, Johan procedió a liquidar cracks como Laudrup, Stoichkov, Zubizarreta, Romário y Goikoetxea, entre otros, que sustituyó por jugadores que, con todos los respetos, no tenían nivel Barça. O sea, los Escaich,
Korneiev, José Mari, Eskurza y jóvenes de la cantera, incluidos su hijo Jordi y su yerno Angoy. Con ello, Johan trató de demostrar, que él y sus postulados estaban por encima y hacían buenos a los jugadores. Vano empeño. Son siempre los jugadores los que marcan el sistema. Y Cruyff encadenó dos años de pañolada en pañolada con juego ramplón y sin título alguno, que motivaron su destitución.
Pues bien, eso de creer que su sistema está por encima de los jugadores, también se manifiesta en el City de Pep. Con defensas incapaces de hacer circular el balón (el gol encajado el domingo ante el Southampton es un claro ejemplo) y construir juego con fluidez desde atrás, retó hace siete días a un Barça pletórico en el que Luis Enrique sí tiene jugadores para montar tal menester. Y así le fue. Los Kolarov,
Otamendi, Zabaleta e incluso el joven Stones no están habituados a jugar como Pep pretende, aunque él insiste en su empeño. Va demasiado rápido y puede estrellarse. O cambia los jugadores o desiste en su empeño. Tras gastar más de 213 millones de euros en fichajes, el City está lejos de jugar siquiera a un sucedáneo del tiki-taka. Pep rectificó en el Bayern, pero se quedó sin ganar la Champions. Veremos si ahora es capaz de superar ese síndrome de Cruyff que padece y adaptarse a lo que tiene, so pena de quedar atrapado en su propia obra