Raúl entra en el mundo de las casualidades
En un mes le ha cambiado la vida. Después de una trayectoria brillante como futbolista, Raúl González y familia vivían días felices de tranquilidad en Estados Unidos. De golpe, por un asunto de representación como Embajador de la LFP, Raúl asistió a la inauguración de la oficina del Barça en Nueva York y ahí se truncó todo. A pesar de hacer bien su trabajo, la caverna televisada no le perdonó el parabién a la expedición del Barça y sus fotos con Bartomeu o Ronaldinho fueran tildadas de alta traición. A partir de ahí, las críticas a Raúl arreciaron de forma injusta y exagerada. Y no sólo eso, sus marrones económicos, que jamás aparecían en la prensa, de pronto merecen grandes titulares. Menuda casualidad. Ahora sabemos que Raúl será embargado con nueve millones por impago de una deuda tras una inversión fallida en energía fotovoltaica. Supongo que para que las aguas vuelvan a su cauce, Raúl criticó a los jugadores del Barça por su forma de celebrar el 2 a 3 en Mestalla. Quiere ganarse el perdón blanco. Necesita la complicidad cavernaria para volver a su vida tranquila