BALE Y NADA MÁS
El galés marcó dos goles y fue el mejor de un discreto Real Madrid que continúa sin jugar a nada Morata cerró el triunfo blanco ante un Leganés ordenado, pero al que falta pólvora en ataque
Intensidad, poca. Concentración, la justa y necesaria. Fútbol, a cuentagotas, como toda la temporada. Pocos argumentos parecen, pero con eso le bastó al Real Madrid para ganar al Leganés. Un equipo, el pepinero, al que todos le daban el papel de víctima tras el empate blanco en Varsovia, pero que ni mucho menos fue la perita en dulce esperada. De hecho, a Zidane y compañía les salvó Gareth Bale que, sin duda, es el jugador más en forma de los blancos.
El galés despertó al Real Madrid que ni mucho menos salió a morder el césped para que su afición olvidara el ridículo de Varsovia. No se sabe si por el horario, las 12.00 horas, o porque les falta algo o mucho, los de Zidane salieron dormidos, jugando muy lento, sin profundidad y sin saber romper el sistema defensivo de un Leganés muy bien posicionado en el campo. La apatía blanca y la concentración defensiva del Leganés provocó que el partido fuese muy malo, aburrido, sin ocasiones y con la grada e incluso los jugadores blancos más pendiente del árbitro que de jugar al fútbol. Buena muestra de cómo estaba el Madrid es que hasta el minuto 20 no creó una ocasión de cierto peligro con un cabezazo de Morata. Mientras, el Leganés lo intentaba tímidamente a la contra.
Cristiano, más empeñado en reclamarle faltas al árbitro que de jugar –lo que le valió una amarilla–, fue el que vio por dónde flaqueaba la zaga pepinera. Con una línea defensiva adelantada, el Madrid debía de jugar balones largos a la espalda de los zagueros. Lo intentó en varias ocasiones cayendo en fuera de juego, pero abrió los ojos a sus compañeros y especialmente a un desdibujado Isco que con un pase largo le puso un balón de oro a Bale que en el minuto 38 puso el 1-0. Un gol con fortuna porque en el mano a mano, Serantes toco el balón que le cayó de nuevo al galés que marcó a puerta vacía. El Real Madrid había conseguido marcar en su primer remate entre los tres palos y tranquilizó a la grada que ya comenzaba a silbar al equipo. Lo que no se tranquilizó fue el partido que se volvió muy brusco, con Keylor cogiendo del cuello a Szymanowski por estar a punto de marcar con Bale tirado en el césped tras un golpe. La bronca del Bernabéu contra el Leganés y el árbitro fue unánime y sólo paró cuando Bale marcó el 2-0 en el minuto 45 tras aprovechar una serie de rebotes a la salida de una falta. Con ese 2-0 se llegó al descanso.
El festival de Bale no paró en la segunda mitad. El galés tuvo las mejores ocasiones de un Real Madrid más ambicioso, ofensivo y, esta vez sí, con más intensidad. El Leganés no se vino abajo y no sólo no perdió su orden táctico, si no que no renunciaba a marcar. El partido estaba mucho más interesante en esta segunda mitad en la que Modric reapareció tras su lesión –fue ovacionado por todo el Bernabéu– y Zidane echó mano también de James para que se vaya con minutos a jugar con Colombia y que se llevó algún que otro pitido por parte de la grada blanca. Aunque el que acabó de cerrar la victoria blanca fue Morata que marcó el 3-0 en el minuto 76. El marcador no se movió más y el Real Madrid sumó tres puntos que le mantienen en lo más alto de la tabla, pero sigue generando más sombras que luces
Al Madrid le salvó Gareth Bale, el jugador más en forma de los blancos