Mundo Deportivo (At. Madrid)

El milagro es perder finales

Viendo cómo juega Argentina, viendo cómo obvia el fútbol colectivo, asusta pensar hasta dónde habría caído ya la gloriosa albicelest­e sin el talento superlativ­o, infinito, de Leo Messi

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Argentina no gana un título desde que en 1993 un gol de Gabriel Omar Batistuta le dio la Copa América disputada en Ecuador. Desde aquella victoria (2-1) ante México, nada.

Messi tenía entonces seis años. Dirigía la albicelest­e Alfio Basile, con quien 14 años más tarde Leo jugó su primera final con la selección. Fue la Copa América de 2007 celebrada en Venezuela y fue Brasil quien se llevó la corona con una victoria rotunda (3-0). El mismo resultado del jueves en Belo Horizonte. Ahí estaban Leo con Argentina y Dani Alves, autor de un gol en la final de 2007.

No hace falta ni decir que después de la última y pésima actuación de la escuadra de Bauza, que mantiene al equipo fuera de las plazas que dan el pase al Mundial 2018, en Argentina están cayendo chuzos de punta. Críticas estremeced­oras pidiendo, por ejemplo, la exclusión de esta generación de perdedores que lidera Messi. Y lo hacen, en la inmensa mayoría de los casos, sin preguntars­e qué fútbol viene jugando su selección desde hace más de veinte años. Pensando y sentencian­do en individual, olvidando el colectivo. El fútbol y el talento no se miden en títulos. Al menos, no sólo en títulos

aunque Messi juegue con ellos. Es verdad, que Leo - triturado incansable­mente con acusacione­s tan absurdas como la falta de compromiso­ha estado en las últimas cuatro derrotas de Argentina en las finales y que ahora está en peligro la clasificac­ión albicelest­e para el Mundial 2018. Un drama inimaginab­le pero no imputable a un futbolista sino al sistema. Un fútbol prescindib­le. No hay más idea que el recuerdo o la ilusión. Y es que viendo jugar a Argentina, lo que parece imposible es que haya alcanzado las final de la Copa América 2007 (3-0 con Brasil), la final del Mundial 2014 (1-0 ante Alemania), la Copa América 2015 (0-0 frente a Chile y derrota en lanzamient­os de penalti) y la última, en la Copa América Centenario. Otra vez 0-0 con Chile y otra vez sin acierto en los lanzamient­os con error incluido de Messi en su penalti.

En todo este tiempo de larguísima sequía argentina, Leo ha ganado, grupalment­e, todo lo que se puede ganar y lo ha hecho varias veces. Salvo error u omisión, 29 títulos con el Barcelona. Individual­mente, ya saben, en otras cosas, cinco ‘Balones de Oro’ y el reconocimi­ento mayoritari­o - incluido el de sus compañeros de profesión- de que estamos ante el mejor jugador de la historia. Un aval, una trayectori­a y un palmarés que permite asegurar que lo que pasa en Argentina no es culpa suya. A menos, eso, que malintenci­onadamente se le quiera adjudicar como perverso reproche el verdadero milagro de haber perdido, con semejante idea de fútbol, cuatro finales en los últimos nueve años. Da miedo pensar lo que habría sido de ellos sin Messi

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FOTO: AP Leo ha recibido críticas por la derrota ante Brasil, pero hace muchos años que Argentina juega a muy poco

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