Mundo Deportivo (At. Madrid)

El nuevo reto de Maialen Chourraut

- @gemmaherre­ro Gemma HERRERO

Maialen Chourraut (San Sebastián, 1983) logró la primera medalla de oro para España en slalom en piragüismo en Río 2016. Y lo hizo delante de su hija Ane de tres años. Campeona olímpica y madre. Si creen que es fácil les aconsejo que le den una vuelta y piensen en lo que significa quedarse embarazada justo después de conseguir una medalla de bronce en Londres 2012, aprovechan­do el ciclo olímpico. Entrenarse hasta dos días antes de dar a luz, volver a intentarlo 15 días después de la cesárea, darle el pecho y las energías, que hasta se le caía el pelo. La fuerza de voluntad, el orden para organizars­e en el caos diario que ya de por sí supone tener un hijo sin dejar nunca, en ningún momento, de pensar, trabajar y prepararse para no conformars­e con otro bronce, ni ser solo madre, o solo deportista, sino serlo todo y ganar el oro en los siguientes Juegos a los 33 años. Esa es Maialen Chourraut.

Han pasado tres meses desde que logró el oro en Río “y mi vida en lo esencial no ha cambiado en nada, sigue siendo la misma. Igual que me conocen un poco más y no me esperaba tanto reconocimi­ento, el cariño de la gente que se acerca para decirme que se emocionó, pero fíjate, que me hablas de Río y ya me parece algo lejano, que ha pasado ya hace mucho tiempo”, relata Maialen desde la Seu d’Urgell, donde vive desde que tenía 24 años y descubrió que en los canales que se construyer­on para los Juegos de Barcelona 92 podía entrenarse, vivir y formar una familia.

El sueño compartido con Xabier

La primera vez que Maialen se subió a una piragua tenía 11 años, en un curso de verano en San Sebastián, y recuerda que le enganchó desde el primer momento por la simple sensación de la felicidad que le proporcion­ó, porque se lo pasó bien, tan sencillo como eso. Y porque además hizo amistades “de esas que duran para toda la vida”. Cuando tenía 13 conoció a Xabier Etxaniz, actual responsabl­e técnico de la Federación, que fue olímpico en Barcelona y Atlanta, y se recuerda a sí misma deslumbrad­a por “la admiración con la que le mirábamos todos mientras guardaba las piraguas”. Xabier es ahora su marido, el padre de Ane, su mejor apoyo, el que siempre la ha acompañado y compartido sus sueños. Quien no dudó tampoco en que podían hacerlo todo después de Londres, que podían ser padres y seguir pensando en Río como objetivo vital. Porque en Londres 2012 Maialen fue tercera en sus terceros Juegos y, sin embargo, no lo disfrutó, sino que se echaba en cara los errores que había cometido en la bajada.

Ella es así de perfeccion­ista en un deporte, una especialid­ad, la de aguas bravas, enlaqueesc­onsciente de que la bajada perfecta es imposible, que no existe. Las olas, la corriente, la velocidad, cómo giras o metes la pala, con la suficiente fuerza o aprovechan­do la del agua: “Después de Río he visto dos veces la bajada. Una la misma noche que gané en la entrevista que me hicieron en TVE y otra en un reconocimi­ento que me hicieron en la Seu y sigo viendo fallos, pero así como después de Londres me quedó la espina, ahora siento plenitud. No fue perfecta, no, pero lo había soñado tantas veces, tantas… que recuerdo sobre todo la emoción con la que lo viví, la sensación de haber logrado lo que tanto quería. Y me veo dando gritos porque no podía evitarlo. No podía parar”. Y una vez que se consigue el sueño, el reto, el objetivo ¿qué es lo siguiente? ¿Qué puede motivarte para seguir? Y Maialen contesta rápido: “Mejorar, seguir mejorando, seguir aprendiend­o. El piragüismo es mi vida”.

El Mundial como objetivo

Lo ha sido hasta ahora y tiene intención de que lo siga siendo al menos durante otros cuatro años más: “Cuando gané el oro a los cinco minutos ya me estaban preguntand­o por Tokyo, y mira, déjame cinco minutos al menos que esos cuatro años no fueron fáciles, pero es que ahora hay un ciclo olímpico que me parece precioso. En los Mundiales del 2009 fui segunda, en los del 2011 bronce, en los del 2015 antes de los Juegos quinta, pero me aseguré la plaza. Y están los próximos en Pau (Francia) y resulta que en el 2019, un año antes de Tokyo, se celebrarán los Mundiales en la Seu d’Urgell, donde vivo. Así que ahí está el reto, la nueva ilusión. Y si llego bien hasta allí sólo un año después están los Juegos de Japón”.

Para el 2020 Ane tendrá ya siete años y su madre espera que algunas reglas varíen: “En Río no podía llevarla al canal ni en los entrenamie­ntos. Ane tenía un pase de día en la Villa Olímpica, pero al canal por ejemplo no podía pasar. Yo entiendo que el día de competició­n no entre y se quede en las gradas, pero en Río tuve que juntar los entrenamie­ntos de la mañana y la tarde para poder verla. Yo he querido desde el primer día que esté conmigo, me la he llevado a todas partes, siempre viajando, y algunas reglas son absurdas porque para las deportista­s que somos madres suponen un handicap más, una dificultad añadida. Y no me parece bien”

“¿Qué es lo siguiente? Seguir mejorando, seguir aprendiend­o. El piragüismo es mi vida” “En 2019 son los Mundiales en la Seu, donde vivo. Así que ahí está la nueva ilusión”

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FOTO: M.MONTILLA Se enganchó al piragüismo con 11 años, en un curso de verano en San Sebastián
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