Los 71 de Chapecó
Iban a buscar la gloria de ganar una final y se encontraron con el destino más cruel. Se habían convertido en el segundo equipo de todos los brasileños por sus hazañas, pero la desgracia les impidió cumplir su sueño. La bella y corta historia del modesto Chapecoense acabó en tragedia cuando el avión que les transportaba se estrelló en las cercanías de Medellín. De los 77 pasajeros de la aeronave, 22 futbolistas, 24 acompañantes, 22 periodistas y 9 tripulantes, sobrevivieron seis. El desgraciado accidente hizo desaparecer prácticamente a la totalidad del equipo que se iba a enfrentar hoy al Atlético Nacional en la ida de la final de la Copa Sudamericana. El defensa Alan Ruschel y el portero Marco Danilo grabaron juntos sus risas y últimas palabras de ánimo en pleno vuelo: el primero lo pudo contar milagrosamente, el segundo fue rescatado pero murió en el hospital.
Muy de vez en cuando suceden este tipo de tragedias colectivas que golpean al deporte. La memoria retiene el recuerdo de los desastres del Torino (1949) y del Manchester United (1958). La lejanía de Chapecó no impide que el fútbol en general, hoy global y próximo, se sienta consternado. Los clubs que ayer se preparaban para afrontar la Copa guardaron un minuto de silencio y el homenaje al Chapecoense volverá a repetirse hoy en todos los estadios. El Palmeiras, su último rival, ha pedido jugar el próximo partido vestido con el color verde del ‘Huracán del Oeste’, el popular sobrenombre del equipo de Santa Caterina; el Nacional le quiere coronar campeón simbólicamente y los equipos de Brasil desean ceder sus jugadores para que siga la leyenda