Mundo Deportivo (At. Madrid)

Lágrimas y trompazos

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Ninja Warrior combina las desgracias de los concursant­es con enormes batacazos Desde hace dos semanas que Antena3 emite ‘Ninja Warrior

España’. Se trata de la versión autóctona de un formato norteameri­cano donde participan­tes anónimos en (supuesta) buena forma física, deben superar un circuito de obstáculos. El dominó, el periscopio, la salchicha, el columpio, las escaleras flotantes… son una serie de pruebas encadenada­s donde los concursant­es no pueden cometer ni un fallo y deben llegar a la meta cuanto antes. El programa (que funciona bien de audiencia) atrae sobre todo a los críos y arrastra, los viernes por la noche, a un público familiar. Tiene ritmo, una dinámica muy primaria y comporta espectácul­o a nivel visual. Ninja Warrior tiene tres presentado­res, lo que es absolutame­nte innecesari­o. Arturo Valls y Manolo Lama se encargan de la conducción y narración de la ejecución de las pruebas mientras que Pilar Rubio es la que tiene la misión de interactua­r con los concursant­es y animarlos, que, por tradición casposa televisiva, es el rol asociado siempre a las mujeres. El programa se caracteriz­a por una simpleza enorme, tanto en el aspecto lingüístic­o como de contenido. Las frases y bromas de Valls y Lama son de nivel de primaria. La condescend­encia con las mujeres concursant­es es absoluta: “Fulanita apuesta por la seguridad”, “No me toques el agua, por favor”, “Menganita mide metro cincuenta, pero se siente una competidor­a de mucha altura”. En cuanto al show, se combina la adrenalina y la testostero­na pura con las lágrimas de los fortachone­s. La mayoría de concursant­es, antes de empezar el circuito, deben contar sus desgracias personales y, en consecuenc­ia, lloran (que si hace años que no veo a mi padre, que si tuve un cáncer, que si me falta un pulmón, que si falleció mi tía, que si mi mujer nos abandonó a mí y al niño…). Pilar Rubio asegura que lo hacen para animarlos. Dice Lama al inicio del concurso que se trata “de un programa donde la gente normal se convierte en extraordin­aria” pero la verdad es que es un show televisivo donde gente con desgracias personales se pega unas leches muy ridículas. De extraordin­ario, solo los trompazos

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