Halilovic era la apuesta
El barcelonismo trina con cada gol o nueva exhibición de Marco Asensio. Ya no se trata de adjudicar la responsabilidad de no ficharlo a
Antoni Rossich, antiguo director general, o Andoni Zubizarreta ,el director técnico del momento, cuando el verano de 2014 no aceptaron que los 3,8 millones pactados con el Mallorca a pagarse en cómodos plazos se tuvieran que abonar al contado, tal como exigió a última hora Dudu Aoaute, manager general del club balear. Lo cierto es que el Barça se durmió y la tardanza la aprovechó el Madrid, que supo actuar con celeridad.
Florentino Pérez, advertido del talento del jugador por Rafa Nadal, fletó un jet privado a su representante Horacio Gaggioli, uno de los tres firmantes de la famosa servilleta de Messi, para viajar urgentemente a la capital y en cuestión de horas Asensio pasó de verse vestido de blaugrana llegó a buscar con su padre un apartamento en Castelldefels- a enfundarse la camiseta blanca.
Aquel mismo año, pocos meses antes, el Barça había cerrado la contratación de Halilovic, la nueva perla del futbol balcánica. Procedente del Dinamo Zagreb,
Alen es del mismo año de nacimiento de Marco (1996) y el precio de su fichaje fue sensiblemente inferior: 2,2 millones de euros fijos, más variables condicionados al número de partidos con el primer equipo. En Can Barça se pudo escuchar a más de uno presumiendo que el croata era a la apuesta y por casi la mitad de lo que Asensio costaba. Transcurridas tres temporadas,
Halilovic apenas asomó la cabeza por el Camp Nou, fue traspasado al Hamburgo por 5 millones, con derecho a tanteo de recompra, y hoy está cedido por los alemanes en Las Palmas. Mientras el mallorquín, convertido en el nuevo ídolo del Bernabéu, está llamado a ser un futuro Balón de Oro. A esto se le llama ojo clínico