El ‘Petit Prince’ de Marsella
Comanda el OM con elegancia e inteligencia y llega al área para dar y marcar goles
Desde la temporada pasada Francia tiene a su nuevo ‘Petit Prince’. Con tan solo 18 años, Rudi García dio la oportunidad a Maxime Lopez, que se estrenó con el primer equipo del Olympique de Marsella en agosto de 2016 ante el Guingamp. Ese pequeño centrocampista (mide tan solo 1’67) tomaba las riendas del OM, uno de los clásicos del fútbol francés. Y desde entonces prácticamente ni las dejó porque se ha ganado un puesto.
Su posición natural es la de mediocentro pero se adapta a todas a todas las demarcaciones de la medular. Un jugador elegante e inteligente, con una fantástica visión de juego, velocidad mental y que acostumbra a acertar en la toma de decisiones. Le gusta tocar en corto, mover al equipo, aunque tiene buen desplazamiento en largo. López se adapta bien en el doble pivote y en un centro del campo de tres. Él en el medio o de interior y que el juego pase por sus botas. Es de aquellos futbolistas que mira antes de recibir el balón. Como Xavi, que ya sabía a quién iba a dárselo antes de mimarlo. Maxime se ofrece, enlaza la defensa con el ataque y, además, tiene llegada. Le gusta rondar el área contraria para marcar goles, pero sobre todo para dar el último pase.
En Francia lo han comparado con Nasri, porque también salió de la cantera del Olympique de Marsella, aunque es más un perfil Verratti. Pero con más protagonismo en ataque. La temporada pasada ya se convirtió en un fijo de García y participó en 30 partidos (26 de ellos como titular). Maxime Lopez anotó cuatro goles, pero además repartió siete asistencias. Un tanto y tres pases de gol más que el volante italiano del PSG.
Este curso, a sus 19 años, será pieza clave en el OM, que juega la Europa League. En Europa, Lopez ha sido titular en los cuatro partidos hasta ahora INIESTA VOLVIÓ A SENTIRSE en el centro del universo futbolístico con la selección. Ante Italia, Lopetegui tejió una red de seis centrocampistas cuidadosos con el balón, todos ellos dotados del mismo lenguaje de toque corto y asociativo (Isco, Asensio, Koke, Silva y los blaugrana Busquets y Andrés). Iniesta jugó 65 minutos pletóricos y disfrutó combinando con una experiencia que no le desgastó especialmente y neutralizó al siempre peligroso combinado ‘azzurro’. Frente a Liechtenstein fue diferente, estuvo 90 minutos en el campo llevando la batuta desde el callejón del ‘8’ y acabó el partido con el brazalete de capitán. A sus 33 años tiene Rusia a la vista, su cuarto Mundial, pero su felicidad contrastó con el seco ‘no’ de su llegada al Prat al ser requerido sobre el principio de acuerdo de su renovación.
NO ES NECESARIO CREAR UN conflicto donde solo hay una negociación. Seguramente tanto Bartomeu como Iniesta tienen razón, cada uno a su manera. El presidente se creyó legitimado en la entrevista a MD para afirmar que hay avances positivos en las conversaciones. El club sabe que está tratando con un símbolo barcelonista que llegó a los 12 años de Fuentealbilla para instalarse en la Masia y con el ídolo que marcó el mítico gol con el que La Roja ganó en Sudáfrica-2010. Las partes han dado pasos para acordar que el capitán tenga una prima de renovación, como las que obtuvieron Leo, Masche, Suárez ,o Busi y, además, como era su deseo, tendrá la potestad de renovar año a año o iniciar una nueva aventura si lo desea.
LA FALTA DE LA FIRMA hace que Iniesta no quiera dar el acuerdo por hecho. Y hace bien. El jugador quiere ir despacio y comprobar sus sensaciones dentro del equipo, así como el protagonismo que tendrá y cómo encaja en las ideas de Valverde. Y por otra parte, como ocurre con otros jugadores, podría incomodarlo sentirse utilizado en medio del clima de una moción de censura